Por Verónica Díaz / Semanario 4F / @cuatrofweb
Gracias a que la República Islámica de Irán nos envío cinco buques con 1,5 millones de barriles de gasolina se alivió la sequía de combustible que por más de dos meses ha torturado al pueblo venezolano, y se inició una nueva etapa para el gobierno chavista de Nicolás Maduro, que en medio de las “sanciones” impuestas a la estatal petrolera PDVSA ha evitado que la sociedad colapse pese a la escasez del combustible.
Escribo este artículo sin lograr desprenderme de los sentimientos que me despierta, ya que me ha tocado vivir esta noticia en mi cotidianidad, y pese a que me encanta caminar y andar en metro desde que comenzó la cuarentena he preferido hacer los traslados esenciales en carro con la poca gasolina que me queda, porque el transporte público en tiempos de Covid 19 es uno de los lugares marcados en rojo por el semáforo que advierte sobre zonas peligrosas.
Comienzo esta crónica en la cola para llenar mi tanque con gasolina subsidiada, según la nueva política de precios anunciada por el presidente Maduro. Tengo calor y me preparo psicológicamente para lo que quizás sea un día de una larga espera luego de casi dos meses sin echar gasolina, porque la estación de servicio cercana a mi casa todavía no trabaja con el sistema automatizado sincronizado con el Carnet de la Patria, lo que hace que un engorroso sistema manual genere una cola que avanza con pereza.
Desde finales del año pasado se paralizó toda la producción nacional de gasolina y Venezuela se ha visto obligada a depender de las importaciones. En el mes de marzo se suspendieron las importaciones regulares y eventualmente se traía gasolina de Aruba. Hace un mes y medio se comenzó a refinar crudo en El Palito con interrupciones y luego de la llegada de los buques iraníes el Complejo Refinador de Paraguaná (CRP) entró en producción. Se estima que Venezuela está refinando unos 50 mbd del combustible.
En los noticieros del mundo reseñan lo que vivimos los venezolanos, cada uno con su carga ideológica, hacia la derecha o la izquierda, porque Venezuela sigue siendo un tema de gran relevancia noticiosa. Yo lo vivo desde mi óptica cotidiana, en un ritual para abastecernos de gasolina donde nos encontramos chavistas y opositores, en paz y respetuosamente.
Hermandad
He entrevistado al profesor David Paravissini, integrante de la subcomisión de Petróleo, Gas, Energía y Agua de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), quien destaca que el pueblo venezolano debe reconocer el esfuerzo inmenso del presidente Nicolás Maduro para restablecer el sistema de distribución de gasolina, no solo el despacho, sino la producción en el país.
Aunque algunos no lo agradecen, todos los venezolanos le debemos la oportunidad de hacer esta cola gracias a la solidaridad de los hermanos iraníes quienes tuvieron la valentía de enfrentar las amenazas del Gobierno de Trump y de su Cuarta Flota en los mares cercanos a Venezuela, desafiando el bloqueo naval que trata de aislar al país para propiciar la caída del gobierno de Maduro, en su “supuesta lucha contra el narcotráfico”, que realmente busca el control de las mayores reservas de crudo del planeta.
Pero no solo llegó gasolina, también Irán nos proporcionó catalizadores y repuestos para reactivar las refinerías venezolanas.
Paravisini explica que la relación entre Venezuela e Irán se remonta a los años ’40, cuando una misión encabezada por Carlos Delgado Chalboud explicó a los países exportadores de petróleo el fifty fifty (50-50), un modelo asumido durante su gestión que suponía una participación paritaria en la estructura de precios y costos de la producción petrolera.
A principios del siglo pasado la Iranian Oil Company pagaba más impuestos por ganancias en Inglaterra que lo que recibía por su petróleo. La nación persa era víctima de un despojo solo posible bajo las normas del colonialismo británico, por lo que el pueblo iraní vivía en la miseria pese a su hidrocarburo de alta calidad y a sus bajos costos de producción.
Venezuela trataba de establecer vínculos sur-sur para enfrentar el monopólico poder de las Siete Hermanas, como se conocía a las compañías petroleras que dominaban el mercado.
Se fundó la OPEP, con el gran impulso del venezolano Juan Pablo Pérez Alfonzo. Hubo encuentros y desencuentros. Y en 1979 la revolución iraní llegó al poder tras derrocar el sah Mohammad Reza Pahlevíen. Mandaba en Venezuela el socialdemócrata Carlos Andrés Pérez, quien se alineó a favor de los intereses de los Estados Unidos.
Irán comenzó un camino soberano que le costó 10 años de guerra y hoy, al igual que Venezuela, es un país sometido a medidas coercitivas unilaterales que el imperio ha denominado eufemísticamente “sanciones”.
Cuando en 1999 llega el comandante Hugo Chávez al poder se inicia una nueva etapa entre ambas naciones colocadas en la lista negra del imperialismo norteamericano.
El líder venezolano en 2009 apoyaría con gasolina a Irán, quien acosada por las sanciones no podía abastecer su mercado local, lo que fortalecería los lazos de dos revoluciones que cometían la osadía de pretender ejercer la soberanía de sus riquezas petroleras.
Gasolina = soberanía
Paravisini se pregunta porqué Venezuela vende petróleo y no gasolina que es un producto con mayor valor agregado. La venta de petróleo forma parte de las actividades primarias de la economía, mientras que la refinación es una actividad secundaria.
«Lo que libera a los pueblos es la actividad industrial. Pero el imperialismo mundial nos asignó el rol de país extractivista. Y con la nacionalización, aunque era inevitable que nos quedáramos con las refinerías, fue la misma PDVSA quien tomó la decisión de que las actividades de transformación (refinación, petroquímica y gas) eran suplementarias».
Rafael Ramírez, para entonces ministro de petróleo y presidente de PDVSA, decretó en el año 2011 la muerte de las refinerías, cuando sustituyó todos los sistemas de mantenimiento programado, por manteniendo curativo y ordenó que todos los recursos de la industria petrolera se destinaran a la Faja Petrolífera del Orinoco, lo que el experto petrolero califica como un error monumental.
Hoy Ramírez es un prófugo de la justicia venezolana y acérrimo opositor al presidente Maduro.
“La gasolina está asociada a la dependencia o independencia. Gracias al rol que desde siempre se nos asignó dependíamos de la exportación de petróleo y no de los derivados, y generamos dependencia tecnológica en la refinación, petroquímica y gas”.
Actuando para intereses foráneos, denuncia Paravisini, Rafael Ramírez consolidaría un modelo dependiente que ante la imposición de las “sanciones” conduciría a la paralización de las refinerías, al impedir el acceso a catalizadores y repuestos.
Aclara, no obstante, que Venezuela no ha perdido su capacidad de refinación. Solo está suspendida pero hay una capacidad instalada de un millón 300 mil barriles diarios.
Solo el Complejo Refinador Paraguaná (CRP), considerado el segundo mayor del planeta, tiene capacidad para refinar 995 mil barriles diarios. Venezuela posee además las refinerías El Palito (con capacidad para refinar 140 mil barriles diarios), Puerto la Cruz (160 mil barriles), San Roque y Bajo Grande), lo que significa una gran fortaleza para su desarrollo económico, por lo que debe activar sus refinerías, porque un barril de producto refinado tiene tres o cuatro veces el valor del petróleo sin procesar.
“Venezuela puede diseñar el desarrollo de su economía solo a partir de la explotación de productos refinados y por eso el ataque a las refinerías, porque no hay quien se pueda resistir a comprar los derivados del petróleo, petroquímica y gas”.
Estos mercados están controlados internacionalmente por monopolios que imponen precios exorbitantes, en donde Venezuela podría competir con ofertas muy apetitosas.
“Activando y potenciando nuestras refinerías aseguramos nuestra soberanía, ya que la actividad industrial produce los mayores ingresos. Si Venezuela es dueña del petróleo, de las refinerías, de los terminales, tanques de almacenamiento, en la cadena industrial tiene todas las de ganar y competir porque tiene las ventajas territoriales”.
Luego de la nacionalización, los recursos de PDVSA siguieron direccionándose a las grandes transnacionales, porque el germen neocolonial se apoderó de la naciente empresa estatal.
Con la llegada del presidente Chávez parte de la renta fue orientada a la inversión social y comenzó un proceso de genuina nacionalización que se cristalizó en la nueva Ley de Hidrocarburos, lo que en el 2002 se trató de abortar con el golpe de Carmona Estanga y luego con el paro petrolero.
“Hoy el presidente Nicolás Maduro está resolviendo problemas fundamentales”, reflexiona Paravisini.
Derrumbando tabúes
A casi 106 años del reventón del Zumaque I, la historia de Venezuela sigue siendo escrita con petróleo. El 31 de julio de 1914 ocurrió “el reventón” del Zumaque, que sorprendió con su abundante producción de 250 barriles diarios de crudo de 18° API, este se convirtió en un símbolo de la naciente actividad petrolera de la nación caribeña, aunque la explotación petrolera oficial se había iniciado en 1875, con la compañía petrolera del Táchira, La Alquitrana.
Poseedora de las mayores reservas de crudo del planeta, el acontecer acontecer político, económico y social de nuestra nación ha estado atado al petróleo desde entonces.
Rómulo Betancourt durante su mandato interino, entre 1945 y 1948, ordenó bajar el precio del litro del combustible de 0,20 bolívares de la época a 0,10. El político adeco argumentaría en su libro Venezuela, Política y Petróleo que “era insólito que en el primer país exportador de petróleo del mundo rigieran cotizaciones tan altas para la gasolina y los carburantes extraídos del aceite mineral”.
Desde entonces se impuso en el inconsciente colectivo la errada lógica de Bentacourt, cuyo absoluto divorcio al desarrollo sustentable de la industria petrolera, significó un dañino déficit que ha generado enormes pérdidas al Estado, estimulando el contrabando.
El estallido social de 1989, conocido como El Caracazo, cuando el pueblo se alzó al paquete neoliberal impuesto por Carlos Andrés Pérez, tuvo como chispa el aumento de la gasolina, desde entonces el incremento del combustible se transformó en un tema tabú.
Solo Rafael Caldera en 1995 y Maduro en 2016 decretaron incrementos muy tímidos. Pero el subsidio a la gasolina le cuesta al Estado unos US$ 10.000 millones al año.
Luego de la llegada de la gasolina iraní el presidente Maduro ha optado por sustituir un subsidio indirecto muy ineficaz, por uno directo para comprar 120 litros de gasolina, que beneficia al 30 % de la población con vehículo.
Según el nuevo modelo, el precio subsidiado oscilará los 5.000 bolívares (unos 2,5 centavos de dólar) por litro, que se asignará a través del Carnet de la Patria, una plataforma del estado basada en un código QR y una página web con más de 19 millones de usuarios inscritos.
También se podrá comprar gasolina ilimitada a US$ 0,5 por litro que se pagarán en 200 gasolineras del país que venderán el combustible en divisas y a precios internacionales.
Sin el subsidio, la medida supone un incremento estratosférico de 50.000.000.000 %, ya que el carburante tenía hasta ahora un insignificante costo de 0,00006 bolívares el litro, mucho menos que un centavo de dólar.
El Presidente ha aumentado el precio, no bajo el modelo neoliberal. En cualquier lugar del mundo llenar un tanque de gasolina cuesta 70 u 80 dólares.
“El precio de 200 mil bolívares por un tanque de gasolina (40 litros) está subsidiado en 99 %, porque su precio real a 0,5 dólares el litro equivale a 20 dólares, lo que significa al valor actual cuatro millones de bolívares, que deberán pagar aquellos que no quieran beneficiarse del subsidio directo que se otorga a través del Carnet de la Patria”.
“Es necesario tener una revalorización de este producto tan importante”, dijo el presidente Maduro sobre la gasolina que por décadas ha costado menos que el agua, y agregó “Ha llegado la hora de avanzar hacia una nueva política de precios”.
“Se está dando un cambio gigantesco nunca visto en la historia venezolana de llevar el precio de la gasolina a niveles racionales que impidan el contrabando, y que además se aplique un subsidio directo del 96 % para todos los venezolanos”, reflexionó Paravisini.
“Debemos estar atentos porque son cambios estructurales profundos que se están produciendo en la economía nacional”, recomendó el experto.
Desde 2018, el presidente Nicolás Maduro ha advertido sobre el nefasto modelo heredado, según el cual en Venezuela la gasolina debía ser la más barata del mundo.
La BBC llegó a reseñar ese año que en el país petrolero llenar un tanque de gasolina era más barato que una botella de agua pequeña.
“Por 40 litros de la gasolina de mayor calidad, tan solo se pagaban a 300 bolívares. US$0,0000002. Apenas nada. Solo en Venezuela, el país con la gasolina más barata del mundo gracias a los subsidios estatales, es posible semejante paradoja”, exponía el medio británico.
En aquella ocasión, no obstante, no fue posible evolucionar hacia el nuevo esquema de precios, lo que potenció el contrabando de extracción hacia Colombia, que llegó a ser considerado un negocio más lucrativo que el narcotráfico, incluso legalizado por el propio gobierno neogranadino.
Relata Paravisini que hacia 1999 una investigación del Senado colombiano determinó que había un contrabando de extracción de 20 mil barriles diarios. “Salían barcos cargados con gasolina de contrabando”.
Todavía, luego del ajuste, el precio de la gasolina en Venezuela sigue siendo uno de los mejores del planeta.
Recalca que fueron los contrabandistas quienes se aprovecharon del subsidio indirecto, que ahora tratarán de chuparse el subsidio del 100 % que recibirá el sector transporte que ha sido fijado como un compromiso político para asegurar tarifas accesibles para la clase trabajadora.
No obstante, Paravisini considera que será necesario establecer normas que impidan que sean los contrabandistas quienes se beneficien con la gasolina gratis que obtiene este sector.
“Se está rompiendo con el esquema del rentismo. Se está valorando la gasolina y los productos de las refinerías y la petroquímica cuando arranque. Creo que es un paso gigantesco por lo que tenemos que darle todo nuestro apoyo al presidente y pedirle al sector transporte que asuma su responsabilidad histórica”.