Hace 28 años, en la adolescencia, Lorena del Carmen López Olalde venció el cáncer de sangre, leucemia mieloblastica aguda, en etapa avanzada, para después reconstruir entre secuelas irreversibles una vida agradecida, digna y con fuerza para no rendirse ante las adversidades que posteriormente enfrentó.
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Ella recuerda que su niñez estuvo rodeada de mucho amor, el de sus padres y el de sus cuatro hermanos mayores que ella, sólo que diversas enfermedades como hepatitis estuvieron presentes, «siempre fui muy flaquita y enfermiza».
A los 12 años le diagnosticaron el cáncer en la sangre, y los únicos signos para detectar el padecimiento se camuflajeaban entre las características «normales» de la adolescencia, como sueño, cansancio, y salida de sangre por la nariz.
Un día en el parque, Lorena corrió «cien metros» y terminó exhausta, sin aliento, hecho que despertó dudas en sus padres, pero el verse «muchos puntitos rojos en las piernas» concluyó en un detonante clave.
Tras una primera consulta médica, el doctor determinó que esas pigmentaciones eran porque «seguro ya se rasuraba», después es esa mala valoración, decidieron buscar una segunda, así que tras los análisis el diagnóstico estaba confirmado: leucemia mieloblastica aguda, en etapa avanzada.
Un hecho sorprendente en esta historia, es que los padres decidieron omitir el veredicto médico a su hija, para evitar el «shock», por lo que ella sólo pensó que era una enfermedad más.
El mismo día que se conoció su condición, le pusieron un catéter para introducir la medicina, pero por lo mal que ya se encontraba no le pudieron poner la anestesia correspondiente, sólo periférica.
«A lo mejor no me hizo efecto o me pusieron poquita, pero yo gritaba del dolor; mi hermano (un año mayor que ella), esperaba afuera y me preguntaba qué te hicieron por qué gritabas. ¡Me dolió horrible!, después estuve siete días con mi primera quimioterapia»
Lorena
Desde mayo estuvo encerrada y en cama, en su casa, para atenderse la enfermedad, hasta agosto que le hicieron un trasplante de médula autóloga con sus propias células, lo que pensaban que pondría punto final al cáncer.
Desgraciadamente, después de 10 meses volvió el cáncer y en esta ocasión la vida se encargaría de informarle qué tenía.
«Estaba en mi casa, en mi cama, recibiendo la quimioterapia, y veía un episodio de Charlie Brown, en donde una de las niñas tenía leucemia y los demás niños no querían acercarse a ella porque los iba a ‘contagiar’, entonces (Charlie), les decía, ‘no sean mensos, saben qué es leucemia, es cáncer en la sangre y eso no se contagia’. Así me enteré qué tenía»
Saber su enfermedad le asustó, a pesar de haberlo «vencido» una vez, escuchar la palabra le «asustó mucho» porque ella sí sabía de la existencia del cáncer. Esta vez recibió tratamiento seis meses.
«Fueron meses muy difíciles, porque las quimioterapias eran muy agresivas. Mi boca y garganta se me llenaron de llagas, no podía ni siquiera tragar la saliva. No podía hablar, ni mover la lengua. Para comer me daban Xilocaína, para pasar un Ensure, y eso era mi único alimento. En la noche me daba temperatura de 39 grados, pero por mi gravedad, no me podían dar medicina, sólo me ponían hielos por todo el cuerpo, pero no me bajaba la fiebre y terminaban poniéndome Neomelubrina»
A pesar del dolor, la incertidumbre y la desesperación, Lore nunca pensó en la muerte, hablaba en futuro sobre lo que haría cuando se recuperara. «La muerte nunca fue opción». Su madre siempre fue su motivación.
«Yo nunca pensé, me voy a curar porque quiero ser arquitecta, nunca pensé en mí. Siempre mi motivo fue mi mamá porque la veía cómo sufría por mí. Ya no quería que sufriera. Después de que lo logramos, sentí ¡qué padre se siente poder tomar agua, pasarlo por tu boca o garganta!, el día más feliz de mi vida fue cuando salí del hospital»
Una vez más libró el cáncer, con un segundo trasplante de médula, ahora de uno de sus hermanos.
Tras 45 días en un hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), «(entre lágrimas recuerda) perfecto cuando salí del hospital y sentí el aire en la cara, ¡fue lo máximo!, levanté la vista y vi el árbol cómo se movía con el aire. Son cosas tan simples, pero cuando vives algo como el cáncer, las aprecias mucho».
«Lo que más me dejó esta enfermedad es saber apreciar todo. Todo lo que tenemos y podemos hacer. Sentirte bien cuando te despiertas es lo máximo»
…Lore perdió a su madre en 2020 en la pandemia debido al virus SARS-CoV-2, covid-19, tras contagiarse; ambas platicaban en lo terrible que sería «ver entrar al hospital a tu familiar con covid y ya no lo vuelvas a ver, y que después te den sólo cenizas, no te despidas… Y nos pasó».
(con tristeza y llanto recuerda), «Yo te puedo decir, aunque tuve cáncer y todo, lo más difícil de mi vida ha sido perder a mi mamá. Hasta hoy, todos los días pienso en ella, he ido a terapia, pero no sé qué hacer con tanto amor para ella y no se lo puedo dar. Es la persona que más he amado»
Febrero conmemora la lucha mundial contra el cáncer
El pasado 4 de febrero se conmemoró el Día Mundial contra el Cáncer, y este año el lema es “Por unos cuidados más justos”, informó a la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Abundó que en el continente americano esta enfermedad es la segunda causa más frecuente de morbilidad y mortalidad, tras los padecimientos cardiovasculares.
- 4.2 millones de personas fueron diagnosticadas en 2022, y 1.4 millones murieron por cáncer.
En México, el cáncer reportó la muerte de 89 mil 574 personas en el territorio nacional, conforme a cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Renacer y seguir con secuelas, pero actitud de sobra
Después de renacer, Lorena quiso ser doctora para poder ayudar a otros, pero durante una prueba cuando cursaba la preparatoria supo que no era lo suyo porque no pudo aplicar una inyección a un compañero. «No pude hacerle dolor a alguien más».
Tras un sicoanálisis en su escuela se inclinó por la Arquitectura, primero como clase opcional prevocacional y luego de manera profesional en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).
Hace énfasis en que tras años de ejercer persiste una marcada brecha en el gremio por género, incluso con experiencias desafortunadas porque «a los hombres les cuesta mucho trabajo obedecerla», por ser mujer.
Por ejemplo, respecto a contratos particulares, las personas buscan más a las arquitectas para diseño, pero para construcción a hombres, «aún está muy marcada esta tendencia». Construir deja más dinero y el sector femenino está excluido, por lo que «ellos ganan más».
Desde antes de terminar la carrera, ella ya trabajaba en constructoras, pero en 2017 se independizó para emprender su empresa «LO Arquitectura», incluso trabajó en el gobierno del estado de Puebla en áreas de obras.
Su formación profesional nunca cesa y hasta ahora continúa capacitándose. Además, es Directora Responsable de Obra (DRO), estudió una maestría en Valuación, por lo que es Perito Valuador, «siempre estoy buscando, también tengo una especialidad en diseño interior».
Lore ve que aún hay resistencia para tomar en cuenta a las mujeres en el ámbito de la construcción, faltan oportunidades laborales sólo por un perjuicio social sin sustento o evidencias de trabajo. Ella laboró en la Dirección de Adjudicaciones de Obra Pública del estado de Puebla, durante el gobierno del panista Rafael Moreno Valle Rosas.
«Todas las empresas fueron de hombres, jamás pasó alguna que estuviera a cargo de una mujer»
De acuerdo al Inegi, en el tercer trimestre de 2023, la población ocupada en Servicios de Arquitectura, Ingeniería y Actividades Relacionadas fue de 128 mil personas.
Del referido número, 48.5% son hombres y obtuvieron un salario promedio mensual de 6 mil 390 pesos, mientras que 51.5% son mujeres y percibieron un sueldo de 4 mil 200 pesos.
¿Quién me va a querer, qué puedo ofrecer?, el estigma de la maternidad
Después de superar un cáncer agresivo, lograr un empoderamiento laboral exitoso por años, las secuelas recrudecerían en contra de su cuerpo al enterarse en 2010, a sus 27 años, que tenía osteoporosis, además por los tratamientos químicos para atacar la leucemia, quedó estéril.
«El calcio que se debió de haber adherido a mis huesos por la menstruación (estrógenos), no se logró porque yo dejé de reglar a los 13 años, prácticamente a esa edad tuve menopausia»
La noticia de no poder concebir hijos la «deprimió mucho y pensé ya me voy a morir, porque la osteoporósis es una enfermedad de personas muy grandes».
Una cadena de malas decisiones bajo el pensamiento de quién me va a querer en mis condiciones de salud, ella aceptó casarse con su novio, 16 años mayor que ella, con quien sólo llevaba dos meses de relación, porque él se animó a casarse. Lore vio el momento como una oportunidad «porque quién me va a querer así».
Lorena acepta que se casó «por las razones equivocadas», impulsadas por la presión de ideas sociales arraigadas en México sobre la maternidad de la mujer, asociada fuertemente para mantener una relación de pareja duradera.
Actualmente, disfruta de un noviazgo que complementa sus actividades cotidianas en la plenitud de sus días.
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Voz directa al lector…
Lorena del Carmen López Olalde invita a cada lector a agradecer y a vivir en el «ahora, no en el pasado, ni en el futuro». A disfrutar lo que ahora se tiene, a valorar lo más elemental, como «el aire en tus pulmones, los olores de la naturaleza. Cada detalle de la vida».
- Después de vencer el cáncer por segunda vez, continuó haciendo visitas al hospital para sus revisiones periódicas, su médico le pedía que apoyará emocionalmente a los niños que padecían la enfermedad para darles ánimo, en el área de trasplantes. Pero ninguno logró sobrevivir.
Nos leemos en la siguiente Vida Excepcional, porque en la vida como en el béisbol, esto no se acaba hasta que se acaba…
Ilustración: Iván Rojas/Fotos interiores: Lorena del Carmen López Olalde
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