El último reducto de los bosques alisios que cubrieron las llanuras de Venezuela y Colombia en la antigüedad, y que es también el hogar del mono araña —primate en peligro crítico de extinción—, se encuentra completamente amenazado por la deforestación y las invasiones ilegales, acciones que han provocado que de las 184.000 hectáreas que fueron declaradas como Reserva Forestal hace 60 años, ahora solo queden 7.000.
Este importante espacio de biodiversidad se encuentra en Caparo, estado Barinas, al suroccidente de Venezuela, un Área Bajo Régimen de Administración Especial (ABRAE) que a pesar de haber sido declarada como reserva, fue cedida hace más de medio siglo en concesión a empresas privadas para la «tala sostenible».
La deforestación en Caparo ha llevado a la reserva a un punto crítico, donde el único remanente boscoso superviviente es el que está desde 1982 bajo la administración especial de la Universidad de los Andes (ULA) a través de la Estación Experimental Caparo (EEC), creada para la investigación científica y que en los últimos años se ha convertido en trinchera de lucha.
En la EEC opera desde 2013 el Proyecto Mono Araña, liderado por la bióloga Diana Liz Duque Sandoval, quien ha estado en la zona de conflicto desde 2010, cuando comenzó un estudio de tesis doctoral sobre Caparo y su biodiversidad.
Duque conversó con RT para conocer el trabajo que desarrolla como activista medioambiental y el impacto que tiene el proyecto para preservar al bosque, al mono araña y a la biodiversidad de esa región, que está en peligro de desaparecer sino se toman medidas pertinentes.
¿Cuál es la situación del mono araña y el bosque Caparo?
Entre los problemas recurrentes que se generan en Caparo, está la lucha contra un proceso de ocupación continuado que consiste en la ampliación de fundos y potreros ya establecidos, deforestación descontrolada, incendios provocados, desfragmentación del hábitat, pérdida de la diversidad biológica y explotación desmedida de los recursos naturales.
Duque explica que las pocas hectáreas intactas de Caparo se mantienen por el trabajo que realiza el personal de la EEC. De lo contrario, afirma, el bosque ya no existiera debido a las recurrentes invasiones e incendios provocados que arrasan todo a su paso.
«Caparo representa el último relicto boscoso de la región de los llanos occidentales de Venezuela, y es el único refugio de la biodiversidad de lo que antes existía en más de 3 millones de hectáreas de selvas alisias. Ahora están amenazadas por invasores de oficio, cazadores e incendios provocados», explica la activista medioambiental.
La bióloga agrega que a pesar de que esas 7.000 hectáreas están protegidas y que el Gobierno ha tomado acciones puntuales contra las invasiones, el peligro persiste porque los invasores no cesan en sus intentos de tomar las tierras al decir que son ociosas y que las necesitan para actividades agropecuarias.
También preocupa la población civil que habita en las cercanías de Caparo, dice Duque, pues muchos jóvenes han entrado en deserción escolar por la ausencia de docentes y las dificultades para conseguir combustibles, situación que tratan de ayudar a resolver, sobre todo, por los niños.
La trascendencia del proyecto mono araña y su lucha ha sido reconocida por la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales de la ULA, al decretar al primate como emblema de la EEC, lugar donde científicos, estudiantes y docentes universitarios realizan trabajos de investigación, extensión y conservación.
Luchas y dificultades
Desde que el proyecto mono araña trabaja en Caparo, los últimos años han sido los más difíciles. En enero 2018, unas 200 personas invadieron la estación y durante la ocupación, que duró casi todo el año, destruyeron 100 hectáreas de bosque y cazaron a cientos de animales silvestres.
«No fue sino hasta el último mes del 2018 que el gobierno nacional logró el desalojo, pero los responsables no fueron castigados«, aseguró Duque, quien comentó que un grupo de Guardias Nacionales y soldados del Ejército se quedó en la zona después de la invasión, para ayudar a las labores de vigilancia de los guardabosques.
En 2019, les tocó enfrentar un masivo incendio forestal que fue provocado y en 2020 lucharon contra siete intentos más de ocupación ilegal, donde el personal que labora en la estación volvió a recibir amenazas contra su integridad.
Cuando esto sucede, explica Duque, las personas que se encuentran dentro del resguardo quedan expuestas, ya que al estar lejos de la ciudad, se dificulta el acceso a gasolina y vehículos que los movilicen rápidamente para pedir ayuda a las autoridades.
«Lamentablemente, ante esto, necesitamos movilizarnos rápidamente pero no contamos con gasolina en la zona, tampoco tenemos un vehículo, solo motos que a veces se quedan sin gasolina porque no encontramos. Por eso es necesario que las autoridades atiendan de manera más eficaz y rápida estas emergencias», explica.
La bióloga insta al Estado, a las empresas privadas y a las organizaciones que puedan estar interesadas, a prestar apoyo a Caparo, en vista de que la ULA no cuenta con los recursos para sostener el mantenimiento de la estación experimental, lo que ha generado que se deteriore el campamento.
¿Cómo nace el proyecto?
«El Proyecto Mono Araña es una iniciativa que nació en 2013 para la conservación del críticamente amenazado mono araña (ateles hybridus) y el bosque de Caparo, también en peligro constante por las invasiones», explica Duque.
En Caparo también habitan otros primates como el mono capuchino cariblanco (cebus albifrons) y el mono aullador o araguato (Alouatta arctoidea). Además, el bosque resguarda la vida de otras especies amenazadas como el jaguar, el puma, la danta, el perro de agua o nutria gigante, el armadillo gigante, el paujil, entre otros.
En el caso del mono arana, explica Duque, hay dos especies que habitan en Venezuela, el del norte –conocido como «mangalarga» en la región llanera–, que vive en Caparo en condición crítica de extinción, amenazado principalmente por la pérdida de hábitat; y el del sur (ateles belzebuth), que habita en otras regiones pero que también se encuentra en peligro.
Caparo no es la única región donde habita el mono araña. El primate también puede encontrarse en los estados venezolanos de Táchira, Apure, Trujillo, la Sierra de Perijá en Zulia, la cordillera de la Costa y el Parque Nacional Guatopo, entre Miranda y Guárico. Además, está por confirmarse su presencia en los parques nacionales San Esteban y Henri Pittier, entre los estados Aragua y Carabobo; y el Waraira Repano, que incluye al Distrito Capital, La Guaira y Miranda.
El proyecto que dirige Duque ha buscado generar nuevas zonas de hábitat para el mono araña y distribuirlos en lugares donde no estén expuestos, acciones que están paralizadas debido a dificultades logísticas que no han permitido continuar con esa labor.
Esta particular especie, conocida como un importante dispersor de semillas, es de color marrón, con brazos largos y de cola flexible. Tiene un estilo de vida exclusivamente arbóreo y también habita en zonas específicas de Colombia, ubicadas en los departamentos de Magdalena, Cesar, Caldas, Cundinamarca y La Guajira.
Mono araña: una especie sombrilla
El mono araña ha sido identificado como una especie sombrilla o paragua, pues su conservación permite proteger también a grandes extensiones de bosque, como sucede con el oso frontino suramericano, lo que impacta positivamente en la preservación de otras especies en peligro.
Por esto, entre las propuestas que han surgido para preservar al mono araña y su hábitat, está que la reserva de Caparo sea incluida por la Unesco en su lista de lugares reconocidos como Patrimonio Natural del Mundo.
También existe una iniciativa diseñada por varios científicos que aspira a que el parlamento promulgue una Ley Orgánica, que estipule la acción del Estado y de la sociedad sobre el manejo y protección de Caparo, pues consideran que esa región debe certificarse como un resguardo genético para la posteridad que permitiría desarrollar proyectos de restauración de áreas que están degradadas.
Además, resalta Duque, el trabajo en torno al cuidado del mono araña ha permitido que los estudiantes universitarios realicen proyectos de investigación en Caparo, incluyendo tesis de pregrado, proyectos de educación ambiental y acciones de conservación.
«Tenemos el Proyecto Guardabosques de Caparo, que es el más importante, porque con el que hemos mantenido a salvo el bosque en los últimos años. También realizamos el primer Proyecto de Restauración del bosque para crear corredor ecológico, actividades que han sido posibles gracias al apoyo de los zoológicos de Francia y Nueva Zelanda».
La bióloga también considera necesario aumentar las campañas educativas, que haya mayor voluntad política para proteger el bosque y que los efectivos militares que ayudan al resguardo puedan tener vehículos y fácil acceso a gasolina para realizar labores continuas de patrullaje, permitiéndoles detectar a tiempo cualquier hecho irregular.
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