La pandemia causada por la enfermedad del COVID-19 ha expuesto las serias desigualdades y vulnerabilidades que vive la humanidad, muchas de ellas causadas por factores culturales históricos derivados de la colonización y que han mantenido a los pueblos originarios y comunidades ancestrales en una situación de total desventaja ante el resto del mundo.
Históricamente, los indígenas han sido víctimas de la desigualdad social que impera en el mundo: precarias condiciones sanitarias, problemas de salud, pobreza y marginación son parte -lamentablemente- de su vida rutinaria. En medio de eso apareció la amenaza del COVID-19, que no sólo impacta y afecta negativamente sus comunidades, sino que también pone en riesgo su desaparición física y cultural.
En América Latina, la población indígena supera los 45 millones de personas, poco menos del 10 % de la población total de la región. Muchas comunidades tienen una “gran fragilidad”, pues están en peligro de “desaparición física o cultural”. Se estima que unos 462 pueblos actualmente tienen menos de tres mil habitantes y alrededor de 200 de ellos se encuentran en aislamiento voluntario, todos en situación de extrema dificultad.
Según el Mecanismo de Expertos de la ONU, “la propagación del COVID-19 ha exacerbado y seguirá exacerbando una situación ya crítica para muchos pueblos indígenas: una situación en la que ya abundan las desigualdades y la discriminación. El aumento de las recesiones a nivel nacional y la posibilidad real de una depresión mundial agravarán aún más la situación, causando un temor de que muchos indígenas mueran, no sólo por el virus en sí, sino también por los conflictos y la violencia vinculados a la escasez de recursos, y en particular de agua potable y alimentos”.
El COVID-19 agrava la situación que enfrentan los pueblos indígenas, quienes presentan altos porcentajes de pobreza, mortalidad maternal e infantil, anemia, desnutrición, enfermedades infecciosas como la malaria, tuberculosis o dengue.
A ello, acceso ilimitado a servicios de salud, falta de acceso a instalaciones adecuadas de agua e higiene, además de enfrentar obstáculos frecuentes para poner en práctica su medicina tradicional y la indiferencia del Estado en atender sus demandas.
Casos detectados de COVID-19
En este contexto, con el objetivo de salvar vidas y proteger a los pueblos indígenas, el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y El Caribe (FILAC) junto al Foro Indígena de Abya Yala (FIAY) y organizaciones indígenas de la región, entre otras acciones, crearon la Plataforma Indígena Regional Frente a la COVID-19 “Por la Vida y los Pueblos”.
Esta Plataforma busca promover el intercambio de información, análisis y coordinación operativa para generar y potenciar capacidades, así como de diálogo con los gobiernos y organismos internacionales, para impulsar adecuadas respuestas y acciones de contención y mitigación ante la problemática causada por la pandemia COVID-19 en los pueblos indígenas del continente.
Como parte de trabajo de esta Plataforma se presentó el Primer Informe “Los Pueblos Indígenas frente a la COVID-19”, el cual ofrece datos relevantes de la pandemia.
Algunos datos relevantes es que en la Amazonia, según un informe de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), en la zona se han confirmado 679 casos con 40 personas fallecidas, distribuidos en los nueve países de la cuenca (Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela, Guayana, Guyana Francesa y Surinam).
De igual manera, en Argentina, una comunidad del pueblo Pom, provincia de Santa Fe, está afectada con una persona contagiada; en Brasil, según la Secretaria Especial de Salud Indígena (SESAI), al 28 de abril había tres comunidades afectadas, 92 casos confirmados de personas contaminadas, 54 con curación clínica y cuatro personas fallecidas por el virus. Las organizaciones sostienen que, al 29 de abril, las personas indígenas fallecidas son 15 y el total de contagiadas 97.
En Colombia, la Organización Nacional Indígena de Colombia, (ONIC) creóo un sistema de registro que permite tener datos actualizados. Se tiene conocimiento de cuatro comunidades afectadas, ocho indígenas contagiados (tres pastos, dos yukpa, un zenú, un yanacona y un zenú Bogotá), 52 en observación y cuatro casos de indígenas recuperados. Se ha confirmado el primer fallecido perteneciente al pueblo Yanakuna. De acuerdo con los registros de ONIC, hay casi 250.000 familias en riesgo.
En Chile, la comunidad mapuche Carilafquen de Pitrufquen tiene una mujer fallecida. En México, de acuerdo con el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI), al 27 de abril, son 110 casos positivos y 26 personas fallecidas. En Panamá, al 23 de abril, organizaciones indígenas reportaron 57 casos en las comarcas Guna Yala, con dos fallecidos.
En Perú, al 18 de abril, hay dos comunidades afectadas y tres indígenas contagiados en Shipibo-Conibo de Ucayali y en una comunidad quechua en Pastaza. En la triple frontera con Brasil y Colombia (comunidades Ticunas y Yaguas) se confirmaron 17 casos, pero no se ha informado si son personas indígenas.
Salvar la vida y proteger a los pueblos indígenas
El informe destaca también las acciones que desarrollan algunos gobiernos para evitar la expansión de la enfermedad, proteger a la población y reducir la probabilidad de un contagio masivo. En Costa Rica se adoptaron lineamientos técnicos para la prevención del COVID-19 en territorios indígenas.
En el caso de los pueblos indígenas, han respondido de manera creativa y comprometida ante la realidad que les toca enfrentar, con clara conciencia de la urgencia y gravedad de la situación y han realizado diferentes acciones para enfrentar a la COVID-19.
Asimismo, el documento plantea una serie de recomendaciones a los gobiernos y demás instancias que, de una forma u otra, juegan un papel relevante en la lucha contra el COVID-19.
Entre esas recomendaciones piden proteger a poblaciones vulnerables y atender las necesidades concretas de cada comunidad indígena; también instan a desarrollar dentro de los Sistemas Nacionales de Información de la Salud algunos mecanismos que desagreguen y sistematicen la información identificando a indígenas afectados de CODIV-19.
Otra recomendación es promover y facilitar el intercambio de buenas prácticas entre pueblos, comunidades y organizaciones indígenas de la región.
Ya bastante amenazados por el hambre y la pobreza, las comunidades indígenas ancestrales latinoamericanas se enfrentan a la pandemia del COVID-19. Totalmente expuestos, urge entonces la necesidad de acciones conjuntas entre gobiernos, la cooperación internacional como herramienta fundamental para resguardar uno de los grandes patrimonios vivientes de la humanidad.
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