Cada día que pasa, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pierde apoyos y encuentra más críticos, no solo dentro del sector político y en su propio Partido Republicano, sino también en el área de defensa.
Líderes militares retirados lo acusan de utilizar a las Fuerzas Armadas federales para socavar los derechos de los ciudadanos que protestan contra la brutalidad policial, la discriminación racial y el homicidio del afroamericano George Floyd, a manos de un agente de policía blanco.
Hace una semana, las fuerzas de seguridad emplearon gases lacrimógenos y granadas aturdidoras para dispersar una protesta pacífica cerca de la Casa Blanca, poco antes de que Trump caminara a esa área para posar con una Biblia frente a una iglesia dañada por un incendio. El Mandatario ultraderechista también amenazó con invocar la Ley de Insurrección de 1807 para activar a tropas federales con el fin de disolver las manifestaciones.
Esta reacción ocasionó que 89 exfuncionarios de Defensa firmaron un artículo publicado en The Washington Post, en el que acusan a Trump de traicionar el juramento que hizo cuando asumió la Presidencia, “al amenazar con ordenar a los miembros de las Fuerzas Armadas que violen los derechos de sus camaradas estadounidenses”.
El texto fue firmado por republicanos y por demócratas, incluyendo a los exsecretarios de Defensa Leon Panetta, Chuck Hagel, Ash Carter y William Cohen; al exdirector de Inteligencia Nacional James Clapper; al exdirector de la CIA Michael Hayden; y a los exsecretarios de la Armada Sean O’Keefe, Ray Mabus y Richard Danzig.
Los exfuncionarios llaman al inquilino de la Casa Blanca a poner fin a cualquier plan para enviar fuerzas en servicio activo a ciudades y que evite usarlas en cualquier forma que pudiera poner en riesgo los derechos constitucionales de sus compatriotas, reseñó la agencia AP.
En otra carta, algunos líderes —entre ellos el general retirado Merrill McPeak, ex jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea en los ’90— le piden a Trump que deje de “manchar a las Fuerzas Armadas” al emplazarlas contra manifestantes pacíficos.
Asimismo, lo exhortan a suspender su “retórica divisiva” y reconocer las quejas válidas de los afroamericanos.
Por si fuera poco, un alto cargo cercano a la Presidencia, que eligió mantenerse en el anonimato, reveló que Trump mencionó la semana pasada a sus asesores sobre la posibilidad de desplegar 10.000 soldados en Washington D.C. para detener los disturbios civiles.
Apoyo a Biden
Colin Powell, quien se desempeñó como Secretario de Estado y Consejero de Seguridad Nacional durante presidencias de republicanos, anunció que votará por el abanderado demócrata, Joe Biden, y acusó a Trump de no respetar la Constitución estadounidense. “Tenemos una constitución. Tenemos que seguir esa constitución. Y el presidente se alejó de ella», afirmó en declaraciones a CNN.
Powell señaló que Trump representa un peligro para la democracia y que sus mentiras e insultos han afectado la imagen de Estados Unidos ante el mundo.
El exfuncionario rechazó que el Mandatario amenazara con usar a los efectivos militares activos para sofocar las protestas que se han registrado a raíz del asesinato de Floyd.
“Estamos en un punto de inflexión. (Trump) miente sobre las cosas y se sale con la suya porque la gente no lo responsabilizará «, declaró Powell, criticando a los senadores republicanos por no enfrentarse al Presidente.
Powell, quien también se desempeñó como Secretario de Estado durante el Gobierno de George W. Bush (2001-2005), criticó a Trump por ofender a «casi todo en el mundo». “Estamos recortando más tropas en Alemania. Hemos eliminado nuestras contribuciones a la Organización Mundial de la Salud. No estamos contentos con las Naciones Unidas», afirmó.
En cuanto a las próximas elecciones de noviembre, Powell dejó claro que no votará por Trump, a quien tampoco apoyó en 2016, y que respaldará al demócrata Joe Biden. “Estoy muy cerca de Joe Biden en un asunto social y político. Trabajé con él durante 35, 40 años. Y ahora es el candidato, y votaré por él», dijo.
Fin de la tolerancia
Un artículo publicado por The New York Times describió cómo se han debilitado las relaciones entre Donald Trump y los militares.
Durante la campaña presidencial de 2016 surgió un grupo de “Nunca Trumpistas”, conformado por republicanos del área de seguridad nacional que estaban asqueados por la descripción de Trump sobre cómo debería ser ejercido el poder estadounidense en el mundo.
En esa oportunidad, los integrantes de este grupo advirtieron que Trump no tenía “el carácter, ni los valores ni la experiencia” para ser presidente y que “pondría en riesgo la seguridad nacional del país”.
Según el Times, con la llegada del ultraderechista a la Presidencia, los generales y almirantes aceptaron a un cCoandante en Jefe con un “estilo único” en lo diplomático, y aceptaron el incremento en el gasto militar.
“Sus líderes diplomáticos, aunque avergonzados, vieron cierta utilidad en intentar forzar a los adversarios a negociar”, planteó el artículo escrito por David E. Sanger y Helene Cooper.
Sin embargo, la “tolerancia” de los militares con Trump parece haber llegado a su fin y una de las gotas que rebasó el vaso fue la amenaza del Mandatario de utilizar la Ley de Insurrección de 1807 para desplegar soldados en suelo estadounidense contra los manifestantes.
Los oficiales han denunciado el riesgo que significa que Trump considere a las Fuerzas Armadas, que históricamente jugado un rol apolítico y no partidista en la sociedad, como otra fuerza política a su favor.
“Hay una línea delgada entre la tolerancia de los militares hacia cuestionables medidas partidistas tomadas durante los últimos tres años y el punto en el que se vuelven intolerables para un militar apolítico”, afirmó Douglas E. Lute, un general de tres estrellas retirado del Ejército.
“Se han acumulado algunos episodios relativamente pequeños de manera imperceptible, pero ya estamos en un punto donde se está haciendo un daño real”, subrayó.
Según este general, que coordinó operaciones en Afganistán y Pakistán durante las presidencias de George W. Bush y Barack Obama, y luego se convirtió en embajador de Estados Unidos en la OTAN, hubo un episodio que dejó claro las intenciones de Trump.
Se refirió al paseo que dio el mandatario a una iglesia cercana a la Casa Blanca el pasado 1 de junio, junto al secretario de Defensa, Mark Esper, y el titular del Estado Mayor Conjunto, Mark A. Milley. Con est paseo, Trump trató de mostrar el apoyo de las Fuerzas Armadas a sus tácticas represivas.
“Justo cuando ese equipo caminó por Lafayette Park con el presidente, tras la remoción a la fuerza de una manifestación pacífica, cruzaron esa línea”, afirmó Lute. De hecho, tanto Esper como Milley recibieron un aluvión de críticas luego del paseo.
Ante la controversia, Esper, un exoficial del Ejército y veterano de la guerra del Golfo Pérsico, declaró a NBC News que “no sabía adónde iba”, lo que no se limita a la iglesia, sino al hecho de no entender que estaba respaldando simbólicamente el uso de las fuerzas militares —la Guardia Nacional y tropas todavía inactivas— para reprimir a manifestantes pacíficos.
Represión y rechazo
A los oficiales les preocupa que continúen las protestas y disturbios que comenzaron tras el asesinato de George Floyd, y más les preocupa el papel represivo que pueden tomar las Fuerzas Armadas.
Estos temores se incrementaron luego de que durante las más recientes manifestaciones en Washington, los uniformados que enfrentaban a la multitud pacífica ya no eran agentes de la policía o del Servicio Secreto, sino soldados de la Guardia Nacional en traje militar camuflado.
“Justo ahora, lo que menos necesita el país —y, francamente, las Fuerzas Armadas— es la presencia de soldados estadounidenses lidiando con ciudadanos estadounidenses y ejecutando la voluntad del Presidente”, condenó John R. Allen, un general de cuatro estrellas retirado de la Marina, en un artículo publicado por la revista Foreign Policy.
“Esto puede arruinar la alta estima que los estadounidenses tienen por sus militares, y mucho más”, alertó Allen.