Hace pocos días circuló la noticia del presunto descubrimiento de la vacuna contra el COVID-19. El hallazgo lo hizo un científico multimillonario de origen alemán Winfried Stocker, quien informó que desde que surgió el nuevo coronavirus se dedicó a trabajar en conseguir una cura efectiva contra la pandemia y al parecer lo consiguió.
Cuando la pandemia comenzó a afectar al planeta, Stocker decidió no esperar por la aparición de una vacuna clínicamente probada y autorizada contra el COVID-19, y se dispuso a crear su propia fórmula, siendo él mismo el paciente para probar la efectividad del medicamento.
Stocker, quien es fundador de una empresa especializada en la producción de sistemas y equipos de pruebas de laboratorio, sostiene que creó una vacuna, la probó en su cuerpo y asegura que es exitosa.
Ante esta noticia, ha surgido la idea que la pandemia del COVID-19 se creó para provocar una paralización mundial de la economía y afectar directamente al mercado petrolero, teniendo en cuenta que muchos de los países productores de crudos son considerados «enemigos» de Estados Unidos.
En ese mismo orden está el ataque directo a China por parte del Gobierno de Donald Trump, quien ha intentado calificar la pandemia como «el virus chino», tratando de culpabilizar al gigante asiático de una pandemia que hoy tiene como epicentro del brote, con altísimos niveles de contagio, a EE. UU.
No es casualidad que los precios del crudo hayan caído a sus más bajos niveles en la historia, incluso con marcadores negativos, algo sin precedentes. Entonces, la duda colectiva surge sobre la labor de las gigantes farmacéuticas, que tras seis meses del primer contagio detectado oficialmente en Wuhan, China -aunque algunas investigaciones que el virus apareció primero en 2019 en EE. UU. y Europa- no hayan podido conseguir la vacuna que corte de raíz con el SARS-CoV-2.
Mientras los más grandes laboratorios aseguran estar trabajando en la vacuna y algunos prometen tenerla lista para finales de año, el alemán Stocker, profesor emérito de la Universidad de Lübeck, Alemania, y de la Facultad de Medicina de la Universidad de Wuhan, China, sí lo logró.
Vacunación contra el COVID-19 debe hacerse ya
Stocker informó sobre los avances de su investigación y explicó que se creó un “departamento de investigación y desarrollo extremadamente poderoso” en el laboratorio Euroimmun, que se ocupa, entre otras cosas, del diagnóstico de enfermedades infecciosas.
“Nuestros científicos fueron de los primeros en crear reactivos para la detección de una serie de enfermedades infecciosas emergentes, a menudo en colaboración con especialistas de las principales instituciones de investigación de infecciones”, señaló Stocker, agregando que Euroimmun fue “la primera compañía fuera de China en obtener la aprobación de pruebas ELISA y PCR en tiempo real para el diagnóstico del COVID-19”.
El científico reveló que, basándose en su amplia experiencia en el desarrollo de reactivos para el diagnóstico de nuevas enfermedades virales, Euroimmun ha creado y producido “una construcción de antígeno con la que los anticuerpos contra el SARS-CoV-2 pueden detectarse de manera confiable”.
“Se basa en la subunidad S1 de la proteína espiga, con la cual el virus se une a los receptores en las células objetivo”, detalló Stocker, quien aseguró que, desde ya, se debe programar una vacunación global.
“La fuerza con la que el coronavirus nos afecta requiere un enfoque poco convencional. En mi opinión, un programa de vacunación eficaz debe iniciarse lo antes posible”, destacó el multimillonario.
Inmunidad total
Para ahorrar tiempo, el empresario no solicitó la aprobación oficial e hizo un antígeno recombinante basado en el de Euroimmun y se lo inyectó varias veces con la ayuda de un asistente.
“¡Ahora soy inmune!”, recalcó Stocker, quien dijo que los procedimientos de vacunación que ejecutó resultaron efectivos.
“Como se esperaba, se han desarrollado anticuerpos específicos que fueron capaces de neutralizar el coronavirus en el cultivo celular del virus. ¡Ahora soy inmune contra el SARS-CoV-2!”, aseguró Stocker.
De acuerdo con el propio científico, toleró bien las vacunas, se sintió bien en todo momento y se mantuvo en buen estado de salud.
“Los anticuerpos contra la nucleocápside del virus examinados en paralelo no se formaron, por lo que los anticuerpos anti-S1 probados serológicamente no pueden originarse en una infección de coronavirus que pasó desapercibida durante el período de prueba”, agregó el empresario alemán.
¿Por qué esperar hasta dos años por la vacuna?
El proceso regular para aprobar una vacuna, según los científicos, debe seguir varios pasos: primer debe probarse en animales, y luego, en varias etapas, en humanos.
Posteriormente, en el caso de países europeos como Alemania, se inicia el procedimiento para obtener el permiso del organismo regulador, la Agencia Europea de Medicamentos. Todo esto puede tomar de uno a dos años.
En ese sentido, Stocker propone que tres cuartas partes de la población de Alemania e incluso de Estados Unidos, podrían vacunarse con S1 del SARS-CoV-2 dentro de los próximos seis meses. Hasta entonces, se podrían mantener estrictas medidas de cuarentena, pero luego se levantarían, sugirió el experto.
Anticipando las objeciones de los escépticos, Stocker propone probar la vacuna primero en un pequeño número de voluntarios, y luego en representantes del grupo de riesgo, como por ejemplo el personal médico. «No habrá nuevos casos entre los vacunados con S1 ni efectos secundarios peligrosos», aseguró.
Pero como es de esperarse, la comunicad científica no está convencida. Expertos destacan que hasta ahora, no hay datos suficientes, no solo para permitir el uso masivo de la vacuna, sino incluso para estudios clínicos, reseña el diario alemán Saechsische.
También surge la teoría que a los laboratorios no les interesa sacar la vacuna tan pronto porque no lograrían generar las ganancias deseadas una vez coloquen el medicamento en el mercado.
Pero, la enfermedad ya afecta a 4 millones 775 mil personas, al 18 de mayo de 2020, con 317.515 muertes, y según la Organización Mundial de la Salud no se ha llegado al peor momento de la pandemia.
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