En el centro de Caracas, la capital de Venezuela, hay un lúgubre y excéntrico lugar que demanda la mirada de propios y extraños, al recrear una imagen que parece salida de una película de terror y que tiene como protagonistas a muñecas. El sitio puede pasar desapercibido para quienes andan al ritmo vertiginoso que impone la ciudad y que no tienen tiempo para alzar la mirada.
Sin embargo, aquellos que deciden tomarse un respiro y observar los detalles que visten el concreto de la urbe, se detienen con asombro e intriga cuando ven un balcón repleto de cabezas de muñecas que parecieran seguir los pasos de todo lo que pasa a su alrededor y que cuando llueve, sueltan lágrimas negras formadas por el hollín contaminante de los carros.
El balcón está en la parte más alta de una casa de tres pisos, entre dos grandes edificios dentro la parroquia Santa Rosalía de Caracas. Quienes conocen el lugar suelen dar como referencia la llamada esquina El Muerto, aunque su ubicación real está al medio de la avenida Este 12, entre Fuerzas Armadas y Sur 5.
Para develar la trama entorno a la misteriosa casa, RT se trasladó hasta el lugar para hablar con sus dueños y conocer el significado de este irreverente espacio. Una vez en el sitio, popularmente conocido como «la casa de las muñecas», nadie respondió al llamado del timbre.
En la parte baja de la vivienda hay un local comercial que vende diversidad de productos. Al preguntar si ellos podían ayudar a conocer la historia de la casa, un señor de lentes de carácter fuerte respondió y dijo, sin dar razones, que ya no estaban dando entrevistas, que no permitían la entrada de extraños y que si querían investigar lo hicieran con base en testimonios que habían brindado previamente.
¿Por qué tanto misterio?
El señor que en algún momento decidió no dar más entrevistas sobre «la casa de las muñecas» es el artista plástico Etanís González, dueño de la vivienda y el local comercial, un hombre que ha dedicado gran parte de su vida a la realización de obras de arte que están aglomeradas en su hogar.
Una de las piezas más notables que ha realizado este venezolano es precisamente «el balcón de las muñecas», una obra conocida entre los caraqueños como «la casa de las mil cabezas».
Uno de los hijos de este creador venezolano es Jonathan González, quien ofreció hace años una entrevista donde explica que detrás del misterioso balcón no hay nada tenebroso ni terrorífico, sino una obra conceptual que forma parte de una casa convertida en museo.
Jonathan, quien también es artista plástico y docente, comenta que la obra —creada hace más de 15 años— fue inspirada a raíz de la amistad que la familia González inició con el señor Jesús Poleo, un conductor caraqueño que tiene un camión adornado de muñecas.
«La pieza de las muñecas tomó 3 años», dice y explica que la obra se fue creando con «mucha paciencia», colocando «una a una» las llamativas cabezas que ahora cuelgan frente a la casa.
El museo de arte reciclado
Más allá del llamativo y «terrorífico» balcón que resulta para algunos transeúntes, está el museo de arte creado por la familia González y en el que hay variedad de obras inspiradas en distintas corrientes artísticas.
«Hay críticas a favor y en contra, sobre todo de la gente que no sabe que lo que realmente hicimos fue una instalación de arte en el balcón«, comenta Jonathan sobre la obra que inició su papá, un admirador del artista venezolano Armando Reverón.
Jonathan explica que la mayoría de las obras que realizan están hechas con materiales reciclados. «Nos basamos en la basura, en darle importancia al reciclaje, lo que para algunos es basura para otros puede servir como material de apoyo o para realizar una obra, por eso la mayoría de las obras de la casa están hechas con cosas de desecho y basura».
La idea de convertir la casa en museo, añade, comenzó con su abuelo, un artesano que también trabajó como chef en el embajada de Israel en Caracas. «Fue mi abuelo que inició todo, el realizaba arte y nos inspiró, ahora que todos nos dedicamos a esto, hemos decidido convertir la casa en un museo arte».
Reacciones a las muñecas
Los habitantes y transeúntes de la parroquia Santa Rosalía, una popular zona residencial y comercial del centro de Caracas, destacan que «la casa de las muñecas» se ha convertido en un punto de referencia que atrae a curiosos y fotógrafos. También comentan que en un momento fue motivo de conflicto, cuando algunos residentes intentaron recoger firmas para obligar a la familia González a retirar la obra.
Eliander Giménez, un habitante de la zona, señala que cuando vio por primera vez el balcón se quedó impactado. «Pensé que eran unos bebés que estaban montados en el balcón, me asusté, sentí temor por ellos, hasta que me di cuenta que eran muñecas. Para ese momento, apenas estaban llenando el balcón y me pareció bastante excéntrico».
La señora Carolina Martínez, que todos los días pasa frente a la vivienda para ir a trabajar, comenta que aunque la obra parece aterradora e incluso algunas personas la califican de «satánica» o de estar relacionada con la brujería, es una representación fidedigna del daño que hace la contaminación y se ha convertido en parte de la identidad caraqueña.
«Me encanta, aunque es un poco aterradora, me parece que nos muestra como nos contamina la ciudad. Las muñecas están llenas del hollín de los carros, de la suciedad de la ciudad y cuando llueve sueltan lágrimas negras, como si sintieran dolor de tanta contaminación», comenta Martínez.
Los vecinos de la zona comentan que desde que inició la pandemia del covid-19, la familia González ha decidido mantener cerrado el acceso a su casa-museo, y de la misma manera se han limitado a dar entrevistas.
«Es muy arriesgado para ellos,que con la pandemia estén dejando entrar a cualquier extraño. Me imagino que por eso decidieron no dar más entrevistas. También hay medios que no cuentan la verdad y solo dicen que aterrorizan a las personas», comenta la señora Nelly Acosta.
Ella agrega que las versiones de terror son difundidas especialmente por «vecinos molestos«. «Pareciera que no tienen nada que hacer y andan diciendo que ellos tienen un centro de magia negra, de esas cosas raras. La familia González es una familia común y corriente, son bohemios, muy buenas personas».
En la comunidad también hay un mito sobre el balcón, añade Nelly. «La gente también inventa cuentos de terror y dicen que la casa es habitada por un anciano deforme, gordo y jorobado, que sale a la medianoche a robar las muñecas de las niñas mientras ellas duermen». El misterio, de momento, solo está en las cabezas de los peatones.
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