Desde el 3 de abril, la ciudad china de Wuhan, donde se registró el primer caso del coronavirus SARS-CoV-2, no detectaba nuevos contagios. Eso llevó a que el 8 de abril las autoridades sanitarias comenzaran a reducir las restricciones e iniciaran la fase de reapertura de las escuelas, el reinicio del transporte público y la vuelta al funcionamiento de las empresas.
Sin embargo, desde el pasado fin de semana, el sistema de salud local detectó seis nuevos casos, lo que ha valido para que en la capital de la provincia de Huabei cunda el pánico ante la posibilidad de una nueva ola de transmisión del coronavirus en el gigante asiático.
El primer caso reportado en Wuhan en más de un mes corresponde a un hombre de 89 años, que contagió a su esposa, y pudo haber infectado a otras cinco personas que habitan en el mismo complejo residencial.
El resto de los casos habían sido clasificados anteriormente como asintomáticos, lo que quiere decir que habían dado positivo pero no manifestaban señales clínicas como tos o fiebre.
Esas personas pueden trasmitir el virus aunque no esté enfermas, pero China no cuenta los casos asintomáticos en su registro oficial de infecciones confirmadas hasta que no manifiestan síntomas, reseñó BBC Mundo.
De hecho, actualmente cientos de casos asintomáticos están siendo monitorizados por las autoridades de salud en Wuhan para identificar si sufren COVID-19.
11 millones de pruebas en Wuhan
Para evitar que se vuelva a propagar el coronavirus entre la población, el Gobierno chino ordenó hacer pruebas de despistaje a los más 11 millones de habitantes que tiene Wuhan.
Las autoridades solicitaron a todos los distritos de la ciudad que presenten un plan que establezca cómo se preparan para realizar las pruebas a todos los habitantes de su zona de competencia en los próximos 10 días.
Se tendrán que priorizar los test a los grupos vulnerables y a las zonas residenciales, según expresa el comunicado enviado por el departamento antivírico de Wuhan reseñado por El Confidencial.
A pesar de que la ciudad ha vuelto con cautela a la vida normal tras el levantamiento de restricciones impuestas en abril, este ambicioso plan para evaluar a los millones de ciudadanos en cuestión de días muestra el visible miedo a un posible resurgimiento del virus.
Las dificultades tecnológicas que supone esta tarea son enormes. En dos meses, Estados Unidos ha aplicado poco más de nueve millones de test, Rusia no llega a los seis millones, Alemania roza los tres, mientras que España se sitúa en 1,6 millones.
Sin embargo, Wuhan pretende sobrepasar estas cifras en solo 10 días. Para ello utilizarán todos los tipos de pruebas disponibles, los laboratorios funcionarán a un ritmo nada habitual, rastrearán el virus a través de sus aplicaciones móviles y controlarán los síntomas en remoto. El objetivo es evitar a toda costa retroceder en el tiempo y repetir un escenario al que nadie quiere volver.
Peng Zhiyong, director de la unidad de cuidados intensivos del Hospital Zhongnan de la Universidad de Wuhan, se mostró optimista y explicó que los equipos ya han aplicado test a entre tres y cinco millones de residentes, por lo que Wuhan debería poder «evaluar los seis a ocho millones restantes en 10 días”, refirió La Razón.
Cuarentena en Shulan
A pesar de que el pico de la epidemia en China quedó atrás y las autoridades han logrado mantener los nuevos casos diagnosticados por debajo de los dos dígitos, y relajar las restricciones impuestas a la población, el registro de contagios al noroeste el país ha hecho aumentar las precauciones y restricciones en la ciudad de Shulan, ubicada en la provincia de Jilin.
En esta región fronteriza con Rusia y Corea del Norte, se han reportado al menos 30 nuevos casos en la última semana, informó la Comisión Nacional de Sanidad.
“Esto ha puesto en alerta a las autoridades por la posibilidad de una segunda oleada de casos en el país”, indicó la agencia Reuters.
Ante ello, Shulan fue elevada a nivel de alto riesgo y es la única ciudad de China con esa clasificación
El Gobierno declaró ley marcial, aplicó una cuarentena y ordenó el cierre temporal de todos los establecimientos públicos, según informó el diario Global Times.
A todos los residentes se les ordenó que se queden en casa y sólo un miembro de cada hogar puede salir cada día a comprar productos esenciales.
Además, el transporte público fue suspendido y no se les permite a los taxis salir de la ciudad.
Sin embargo, en el resto del territorio la situación no es igual. Según la Comisión Nacional de Sanidad, el número total de decesos por COVID-19 se mantiene en 4.633, entre los 82.926 infectados diagnosticados oficialmente desde el inicio de la pandemia, y de los cuales 78.189 superaron con éxito la enfermedad y fueron dados de alta.
Peligro de rebrotes en el mundo
Varios rebrotes de coronavirus han aparecido en el mundo, mientras cada nación intenta compaginar la reapertura de sus economías con la lucha por impedir una segunda ola de contagios.
En Líbano, las autoridades restablecieron una cuarentena nacional de cuatro días a partir del miércoles en la noche debido a un súbito incremento en los contagios registrados y las quejas de funcionarios de que la gente no estaba acatando las normas de distanciamiento social.
En tanto, Italia levantó parcialmente las restricciones la semana pasada y registró un gran aumento en los casos confirmados de coronavirus en su región más afectada. Allí, el Gobierno central tuvo que ceder ante las regiones y aceptar que reanuden ciertas actividades que pensaba reactivar en junio.
Pakistán reportó 2.000 nuevas infecciones en un solo día, después de que el Gobierno flexibilizara la cuarentena y la gente desbordara mercados y otros sitios públicos.
En América Latina, Chile decretó una cuarentena total en la región de Gran Santiago a partir del próximo viernes, luego de registrar un récord diario de 2.660 nuevos contagios.
En Estados Unidos, que con casi 1,4 millones de casos y más de 83.000 muertes es el país más golpeado por la pandemia, la máxima autoridad en enfermedades infecciosas advirtió que muchos estados y ciudades podrían experimentar más muertes por COVID-19 y mayores perjuicios económicos si alivian restricciones de manera muy apresurada.
“Existe un riesgo real de que se dispare un brote que quizás no se pueda controlar“, advirtió el doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, al testificar ayer ante una Comisión del Senado.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que el nuevo coronavirus puede convertirse en un virus endémico y, por tanto, «no irse nunca», al tiempo que reveló que la esperanza de vida podría retroceder por la pandemia.
“Este virus podría no irse nunca”, afirmó en conferencia de prensa el doctor, Michael Ryan, alto funcionario de la OMS.
“ Sin una vacuna, a la población mundial podría llevarñe años acumular suficientes niveles de inmunidad, me parece importante plantearlo (…) Este virus podría convertirse en otro virus endémico en nuestras comunidades”, señaló Ryan, tras recordar que otras enfermedades como el VIH no han desaparecido aunque se han desarrollado tratamientos efectivos.
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