Personas con discapacidad en Puebla piden respeto, paciencia en inclusión

“Crean en nosotros, porque todos somos iguales, ya sea por un defecto u otro, pero todos somos iguales, somos capaces de hacer las cosas”, es el recordatorio que hizo a la ciudadanía Noé García Reyes, presidente de la Unión de Ciegos y Débiles Visuales de Puebla AC.

Él pertenece a las 300 mil 150 personas en el estado de Puebla con alguna deficiencia física, mental, intelectual o sensorial a largo plazo, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Dicho registro también detalla que, de este total, 141 mil 184 son hombres y 158 mil 966 son mujeres; además, señala que otros 686 mil 290 habitantes en la entidad tienen dificultad para realizar tareas cotidianas como ver, oír, caminar, bañarse, vestirse o comer.

Entrevistado por el Ciudadano México, en el marco del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, Noé García dijo que la sociedad sigue estigmatizando a quienes son diferentes, principalmente por desconocimiento, pero también reconoció el esfuerzo de aquellos que buscan la inclusión.

A sus 58 años de edad, aseguró que “ya se ha acostumbrado a todo”, a pesar de que no ha visto más que variaciones de sombras y destellos de luz desde que nació.

Su hogar no dista mucho de la realidad de cualquier familia poblana y cada cosa se encuentra en un lugar específico, pues su memoria y tacto son lo que lo ayudan a identificar todo, en especial sus medicamentos, ya que al padecer diabetes debe saber de qué caja o frasco tiene que elegir sus pastillas.

Entre sus pertenencias más preciadas se encuentra un reproductor de música que maneja sin mayor complicación, aparato con el que suele practicar para seguir ejerciendo su oficio: cantar en las calles del Centro Histórico.

Relató que lleva 40 años dedicándose a esto y aunque vive en el sur de la ciudad, vecinos o personas con las que se cruza, le ayudan a tomar el transporte público para llegar a su lugar de destino y culminar jornadas de más de 12 horas a cambio de algunas monedas. Lo mismo cuando debe volver a su hogar.

“Tengo 40 años en la calle, toda mi vida me la he pasado trabajando. Soy cantante. (…) Yo creo que cualquier persona ha sufrido discriminación, vea o no vea, y creo que pasa por ignorancia, la gente no conoce en realidad lo que es la discapacidad. (…) Para mí la discapacidad no es real, todos somos iguales”, comentó Noé.  

Noé García también recordó a doña Emilia, su madre, quien lo ayudó a aprender muchas de las cosas con las que ahora se vale por sí mismo, y cuyo retrato cuelga en una de las paredes. Aunque no puede verla y no tiene una imagen de ella, más allá de la que dibujó con sus manos, aquella foto le da tranquilidad al tener que vivir solo.

Explicó que desde la Unión de Ciegos y Débiles Visuales de Puebla AC, en la que actualmente hay 25 personas inscritas, se capacita a los solicitantes en el uso del bastón blanco, para que puedan valerse por sí mismos y desplazarse libremente; así como lecciones de lectura y escritura en el sistema braille.

En ese sentido, llamó a las autoridades municipales y estatales a redoblar esfuerzos y destinar mayores recursos para apoyar a las personas con discapacidad, para que tengan las herramientas necesarias y sean incluidos en la sociedad.

“Crean en nosotros, porque todos somos iguales, ya sea por un defecto u otro, todos somos iguales. En este mundo nadie es perfecto (…) Si la gente nos reconoce, que nos ayude, que no nos tomen a loquitos, porque mucha gente así lo hace (…) Pero de entre mil personas que no nos ayudan siempre ha de haber una que nos tiende la mano”

Noé García Reyes
Presidente de la Unión de Ciegos y Débiles Visuales de Puebla AC.

La paciencia y el respeto, armas clave para la inclusión

Sobre el tema, la licenciada en Educación Especial en el Área Intelectual, Arely Ponce Valerio, recordó que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), una discapacidad es cualquier limitante de la capacidad de realizar una actividad en la forma, o dentro del margen que se considera normal para el ser humano.

En entrevista, explicó que como profesora de educación especial e inclusiva, ellos se rigen por el concepto de Barreras para el Aprendizaje y la Participación (BAP`S), para enfocar su trabajo en los estudiantes más vulnerables, y dotarlos de herramientas para que concreten un proceso de integración.

“Por ejemplo, una persona ciega tiene como limitante el no poder ver, pero la pregunta es ¿Qué harán las demás personas para que pueda funcionar con normalidad en la sociedad? En la escuela no le puedes pedir leer una oración, pero si puedes facilitar su aprendizaje con material en sistema braille”

Arely Ponce Valerio
Licenciada en Educación Especial en el Área Intelectual

Reconoció que lo más complicado de su trabajo ha sido reaprender a tratar con las personas con discapacidad, pues en ocasiones, la sociedad hace que sean vistas como seres indefensos y este desconocimiento deriva en ofensas, como el pensar que son inútiles.

Asimismo, dijo que otro factor clave es el ocupar los términos correctos para las personas que tienen una discapacidad, identificando el tipo del que se trata, para encontrar soluciones a sus problemáticas.

“A diario escuchas a las personas hablando de forma incorrecta o dirigiéndose a ellos de forma despectiva, aunque entiendes que muchas veces no es su culpa; es con cosas sencillas como los que dicen ‘el lenguaje de señas’, cuando el término correcto es ‘lengua de señas’ (…) hasta documentos académicos que tienen ese tipo de errores”

Arely Ponce Valerio

La profesora confió en que en un futuro próximo, las personas “tengan los mismos accesos que los demás en cualquier lugar, que exista infraestructura para su movilidad, que todos los letreros tengan braille, que siempre haya un intérprete de lengua de señas en los museos, conferencias o conciertos”, para alcanzar una inclusión real.

Cabe destacar que según datos del Inegi, durante el ciclo escolar 2021-2022 fueron atendidos 13 mil 924 alumnos en educación especial en el estado de Puebla.

Le pido a Dios más años de vida para no faltarle

No todos los casos son fáciles de sobrellevar, pues para María Sánchez, de 53 años, el cuidar de Gabriela, quien está próxima a cumplir los 30, ha sido complicado, en especial por la falta de empatía de las demás personas.

Comentó que ella notó que su hija era diferente cuando tenía tres años de edad, pero no fue diagnosticada con discapacidad mental hasta después de cumplir cinco, cuando los médicos confirmaron que tenía complicaciones para hablar y caminar.

Relató que Gabriela acudió a una escuela especial y a una institución privada para aprender, pero al ver que su estado de ánimo decaía o se alteraba al estar lejos de casa, decidió sacarla para que estuviera mejor, aunque eso implicó que solo terminara educación primaria.

“Me he enfrentado a muchas complicaciones porque a veces se pone difícil, porque es muy nerviosa y se altera cuando hay mucha gente. (…) Casi no sale, porque no se sabe fijar al pasar las calles, siempre tiene que estar alguien con ella, cuidarla” María.

María

Con desilusión, María Sánchez lamentó el actuar de las personas que tratan con su hija, ya que “al ver a Gaby ‘normal’ esperan que actúe así, pero al tratarle, ven que tiene algo y le dicen de cosas o se molestan con ella”.

Sin embargo, afirmó que el amor que le tiene ella y toda su familia es suficiente para mantenerla a salvo, en un espacio de aceptación y comprensión; aunque llamó a la población a ser más paciente, tolerante y empática con las personas con discapacidad.

“La gente debe aprender a aceptar a las personas tal y como son, quererlas, respetarlas. Dios así no las mandó y como padres no las podemos hacer menos. Lo que le pido es que me dé más años de vida para verla; estar bien para cuidarla” 

María

Fotos: Agencia Enfoque

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