Perú: ¿Aún le queda margen de maniobra a Pedro Castillo?

El presidente de Perú constantemente es acusado de populismo por dirigentes y medios, pero hasta ahora no ha apelado al pueblo en su defensa.

Perú: ¿Aún le queda margen de maniobra a Pedro Castillo?

Autor: Ronald Ángel

En Perú no cesan los ataques contra el presidente Pedro Castillo. Una y otra vez tratan de derrocarle. Los grupos de poder peruanos, la mediática y los partidos de derecha no parece que vayan a descansar hasta verlo fuera de la política.


Después de nombrar su cuarto premier en siete meses y asistir a la renuncia de decenas de ministros –removidos del cargo en la medida en que son ferozmente atacados–, todos nos preguntamos sobre las posibilidades reales de estabilizar un Gobierno que no ha tenido luna de miel y que ha sido objeto de una presión inédita, a pesar del poco tiempo que lleva ejerciendo su mandato. 

Cada nueva andanada en su contra tiene un nuevo grado de complejidad. Esta semana, la subcomisión de acusaciones constitucionales del Congreso aprobó investigar a Castillo por el presunto delito de «traición a la patria», explica Ociel Alí López en un artículo publicado por RT

Más allá de las acusaciones de corrupción o terrorismo, que aún deben ser investigadas por la Justicia, lo que está claro es que para los diputados de la derecha y los medios, constituyen en sí mismas una justificación definitiva para la remoción presidencial.

Sin embargo, esta vez los ataques no solo van dirigidos a funcionarios nombrados por Castillo, sino también contra diputados del partido de Acción Popular que no están afiliados al movimiento del presidente. Estos legisladores, con sus curules, impiden el avance de un ‘impeachment’, así que cinco de ellos han sido incluidos, en el último escándalo, en la lista de los funcionarios que se encuentran «en la mira» por presuntos hechos de corrupción. 

Con ello, la oposición reconoce que sus ataques a Castillo no han servido de nada y comienza a atentar contra su soporte político, que no es otro que el de partidos socialdemócratas y moderados que no desean la vuelta del fujimorismo o la derecha radical que promueve el derrocamiento presidencial.

Desde antes de la toma de posesión, en julio de 2021, las denuncias no han parado y han desestabilizado cualquier intento de Castillo por emprender su propia agenda de Gobierno. 

Se espera que el nuevo hito se produzca en torno al 8 de marzo, cuando el nuevo premier, Aníbal Torres, debe pedir el voto de confianza para su Gabinete en el Congreso. Este primer ministro, que asumió el cargo hace pocas semanas, ha sido más activo en la defensa al presidente y ha denunciado como «golpe de Estado» los intentos de la derecha para derrocarlo. 

Por ello, la presión sobre los diputados de Acción Popular busca debilitar a otros sectores distintos al gobierno para que, producto del chantaje de ser acusados mediáticamente por corrupción, nieguen el voto de confianza al nuevo primer ministro y se desemboque una crisis mayor en la que no habría un Gobierno como tal conformado.

Perú: entre los quiebres políticos y la convulsión social

En Perú, en los últimos tiempos parece que la cuerda siempre se puede romper, en el sentido de que ha resultado muy fácil deponer a presidentes en el Congreso. Pero también surge la sombra de Chile y Colombia, países vecinos cuyas calles se han llenado de protestas, algo que no ha pasado en Perú, donde la situación no se ha desbordado. 

Con cinco presidentes en pocos años, cuatro premiers en seis meses y decenas de renuncias de ministros, la constante sustitución de rostros en la esfera política parece que es el mejor antídoto para que la violencia política no llegue a las calles. 

Pero el advenimiento de Castillo suponía el ingreso en la política de sectores históricamente excluidos, lo que genera dudas sobre si un derrocamiento del actual presidente de alguna forma haga olvidar los cauces político-institucionales y exista una deriva violenta en las calles.

Por suerte para los peruanos, hasta ahora no ha sucedido esto, pero tampoco ha pasado que pueda implementarse una agenda social como la que demandan los sectores populares, especialmente rurales, que lograron vencer con un candidato poco conocido como era entonces Pedro Castillo. 

Es decir, con el hipotético derrocamiento del Gobierno es muy probable que se concrete el desconocimiento definitivo de la institucionalidad política por parte de los sectores mayoritarios, donde abunda el descontento social y la apatía política.

¿Castillo populista?

Castillo constantemente es acusado de populismo por dirigentes y medios, pero hasta ahora no ha apelado al pueblo en su defensa.

Tomando en cuenta su experiencia en movilizaciones sociales, sindicales y huelgas políticas, es factible pensar que Castillo puede convocar a sus sectores cercanos como ronderos, sindicatos y magisterios a defender en las calles su Gobierno y prepararse para escenarios de mayor confrontación. 

Sin embargo, esto tampoco ha ocurrido. Castillo hasta ahora ha preferido moderar su actuación y desligarse de algunos sectores radicales con los que ganó las elecciones, como la alta dirigencia de su partido Perú Libre, encabezada por Vladimir Cerrón, quien constantemente interpela al presidente para que salga de la zona de moderación y radicalice su discurso.

El tiempo se agota para Castillo, y Perú necesita alguna certeza sobre hacia dónde va su Gobierno: si en algún momento dejarán gobernar a Castillo o si su defenestración es solo cuestión de tiempo. 

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