La paz de Colombia siempre ha sido un asunto de primer orden para Venezuela. Así lo ha reiterado el presidente venezolano, Nicolás Maduro, al señalar el compromiso de su país como garante del proceso de paz que se reanuda entre el Gobierno colombiano y la guerrilla Ejército de Liberación Nacional (ELN).
«La paz de Colombia es la paz de Venezuela y de todo el continente«, dijo Maduro en respuesta a la solicitud de su par colombiano, Gustavo Petro, de servir como garante en los diálogos con el ELN para intentar poner fin a un capítulo del conflicto armado que vive el país desde hace décadas.
Miguel Ángel Pérez Pirela, doctor en Filosofía Política, dijo a RT que para dilucidar sobre la importancia que reviste Venezuela en el proceso de paz colombiano, lo primordial es señalar que Caracas —históricamente— ha sido crucial en la política nacional e internacional de Bogotá, con mayor fuerza desde que Hugo Chávez llegó a la presidencia y se involucró en la pacificación.
El experto considera que «Venezuela se ha ganado su papel» como garante del proceso de paz, a raíz que Hugo Chávez se involucró en las liberaciones de retenidos por la guerrilla de las FARC-EP en 2008, acciones que con el tiempo sumaron a los diálogos con el gobierno de Juan Manuel Santos y que culminaron con la firma del Acuerdo de Paz de 2016.
Además, sostiene, Venezuela cuenta con la confianza de «un importante sector de la sociedad colombiana», que siente recelo de su Ejecutivo tras los gobiernos de Álvaro Uribe e Iván Duque, que radicalizaron la violencia armada, quitaron la presencia militar en la frontera, apostaron al continuo roce diplomático con Caracas y «a la creación de un Estado paramilitar de asesinos seriales, que matan a dirigentes, militantes de Derechos Humanos y guerrilleros».
¿Es posible la paz de Colombia sin Venezuela?
Para Pérez Pirela, estos diálogos están «estrictamente relacionados con la participación que ha tenido Caracas durante los gobiernos bolivarianos, un proceso que empezó Chávez y que ha continuado Maduro».
«No se trata de procesos diferentes«, apunta Pirela, quien recalca que además, en buena medida, el conflicto colombiano incide en la gobernabilidad de Venezuela. Para ilustrar esa situación, el filósofo rememora los polémicos roces que han erosionado las relaciones bilaterales en los últimos años, especialmente durante las administraciones de Iván Duque y Álvaro Uribe.
A pesar de las fricciones pasadas entre gobiernos, Caracas siempre ha tendido puentes para encaminar los altercados hacia la resolución pacífica y ha insistido en la diplomacia como asunto transversal para la paz, incluso regional, describe Pérez Pirela.
A pesar de las fricciones pasadas entre gobiernos, Caracas siempre ha tendido puentes para encaminar los altercados hacia la resolución pacífica y ha insistido en la diplomacia como asunto transversal para la paz.
«Por eso, la importancia de Venezuela dentro de estos diálogos es histórica y una necesidad«, agrega el analista. En su criterio, la paz de Colombia puede ganar mucho con el respaldo de Venezuela como vecino, y garante de posibles acuerdos que se puedan alcanzar.
Un actor táctico
Pérez Pirela resalta que en los últimos 15 años, «Venezuela ha sido una especie de buen samaritano» para la paz colombiana, porque ha mantenido a raya los intentos del uribismo de escalar el conflicto interno a una guerra frontal de impacto regional.
«Diplomáticamente hay que reconocer la audacia e inteligencia de Nicolás Maduro. No es cualquier Presidente, estamos hablando del canciller más longevo que tuvo Hugo Chávez, el líder que trastocó, moldeó y modificó las estructuras geopolíticas», sostiene el analista.
Visto de esa manera, explica, Maduro es «un actor táctico» del proceso de paz, porque «ha hilado muy fino y nunca se ha separado del bien del pueblo colombiano, al contrario de los intereses uribistas».
«Petro ha devuelto la importancia que tiene Venezuela como actor fundamental del devenir sociopolítico de Colombia, porque la confianza viene de varios sectores y el presidente colombiano, de forma sabia, coherente y moral, lo reconoce, alejándose de lo que hizo Duque».
Además, Pérez Pirela señala que desde que Petro asumió el Gobierno, la reconstrucción de las relaciones con Caracas ha sido una prioridad, debido a que la pacificación implica mantener en buen término el intercambio social, económico, cultural y comercial con Venezuela.
«Todo ha venido tomando su cauce natural y así lo demuestra la realidad con hechos contundentes», dice Pérez Pirela, quien agrega que la nueva realidad muestra lo errado del «bloqueo antinatura» que auspiciaron tanto el uribismo como Duque, «para restarle a Venezuela la importancia que merece».
La paz se garantiza con Venezuela
Para el experto, la inclusión de Venezuela como garante deja claro que ahora hay altos niveles de confianza entre ambos países, algo que se observa en la reciente visita que hizo a Miraflores el canciller colombiano, Álvaro Leyva, y en la designación de embajadores de alto rango, como el excanciller venezolano Félix Plasencia en Bogotá; y el diplomático Armando Benedetti, hombre de confianza de Petro en Caracas.
En el proceso, añade, también es vital el factor económico que suma al bienestar social y a disminuir la desigualdad, una cuestión que con la reapertura de la frontera, los países aspiran a lograr la dinámica comercial que mantuvieron en 2008, que superó los 8.000 millones de dólares y que ahora, tras los años de ruptura, es menor a 500 millones.
Otra prioridad, según Pirela, es la operatividad militar conjunta en la frontera, que del lado colombiano fue abandonada «sistemáticamente» durante Gobiernos anteriores en Colombia, provocando que grupos paramilitares y guerrilleros combatieran por esos territorios. Esas dinámicas, a su juicio, alentaron el recrudecimiento del conflicto y la violencia, que ha impactado también al lado venezolano.
«Es una frontera extensa y porosa que requiere presencia militar seria», recalca al respecto.
Los enemigos de la paz
El experto advierte que aunque ambos países desean que se logre «la paz total» en Colombia —como la llama Petro—, ese proceso aún debe sortear los intereses de quienes no quieren que se alcance.
«La paz en Colombia tiene muchos enemigos, comenzando por EE.UU., porque la guerra es un negocio redondo, muy lucrativo, que impacta en todo el mercado de la droga. Además, tiene muchos defensores, que van desde EE.UU. hasta fantoches como Iván Duque, Juan Guaidó, el uribismo y quiénes realmente controlan el narcotráfico desde el Norte global».
Esos «enemigos de la paz», indica el experto, son los que Petro ha identificado como los verdaderos «dueños del narcotráfico», y que en su opinión incentivan el conflicto armado y la violencia.
«Petro ha diferenciado con valentía y dignidad, en las Naciones Unidas, a la cocaína de la hoja milenaria de la coca, y le dice al mundo que los capos como Pablo Escobar y Chapo Guzmán son unos niños de pecho frente a los que realmente controlan el negocio, que están en el Norte global y son enemigos de la paz«.
«Un Gobierno creíble y popular»
Pérez Pirela considera que las conversaciones entre el Gobierno de Petro y el ELN se darán bajo un clima auspicioso.
«Hay algo en estas negociaciones que no tenían las otras, ni siquiera las que adelantó Santos y es que hay un Gobierno creíble y popular, el primer Gobierno de izquierda que ha tenido Colombia y a un Presidente serio».
En paralelo, dice, está «una guerrilla que se sienta con un Gobierno en el que confían un poco más, porque es más autónomo en relación con los intereses de EE.UU., que abre una esperanza y marca una hoja de ruta hacia la merecida paz que anhela Colombia».
Más allá del optimismo y el clima favorable para las negociaciones, Pérez Pirela cree que no hay que dar paso a la ingenuidad, porque «el futuro de estas negociaciones está por verse».
Te puede interesar…