Las últimas encuestas de cara a los comicios del 27 de octubre revelan que el candidato del Frente Amplio, Daniel Martínez, «se despega» y llega al 40,2 %, mientras el nacionalista Luis Lacalle Pou se mantiene en 22 % y el colorado Ernesto Talvi cae al 17 %. En cuarto lugar, aparece el candidato de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, con 10,3 %
Argentina, Bolivia y Uruguay celebrarán elecciones presidenciales en octubre próximo, eventos que serán determinantes para marcar el pulso político de la región latinoamericana, en donde se enfrentan una vez más las fuerzas progresistas ante las conservadoras.
En el caso de Uruguay, el pequeño país de tres millones de habitantes elegirá el 27 de octubre si mantiene en la presidencia al progresista Frente Amplio (que gobierna desde 2004) o se inclina por el conservador Partido Nacional.
De este modo, los uruguayos irán a votar el mismo día que los argentinos, y una semana después que los bolivianos.
Según los sondeos, parece que el Frente Amplio lidera las intenciones de voto, aunque en esta oportunidad los líderes de izquierda José ‘Pepe’ Mujica y Tabaré Vázquez’ no participarán en los comicios, algo que puede abrir una oportunidad para la derecha.
En julio pasado tuvieron lugar las elecciones internas de los partidos políticos y los uruguayos escogieron a sus candidatos a las elecciones presidenciales de octubre, con una participación que alcanzó el 40 % y superó a las internas de 2014.
La competencia electoral estará centrada en cuatro candidatos: Luis Lacalle Pou, por el Partido Nacional; Ernesto Talvi, por el Partido Colorado; Guido Manini, por Cabildo Abierto; y Daniel Martínez, por el Frente Amplio.
El candidato que resulte vencedor deberá generar políticas para reducir la pobreza, exclusión, inseguridad y atender las áreas de salud, educación e infraestructura.
En el campo productivo,Uruguay enfrenta un gran desafío del estancamiento económico, ya que su crecimiento en 2019 será del 1 %, debido a la baja en los precios de las materias primas y un escenario convulsionado por las medidas neoliberales del presidente brasileño Jair Bolsonaro y la situación de Argentina, que vive una profunda crisis cambiaria y financiera, ocasionada por la gestión de Mauricio Macri.
Luis Lacalle Pou viene por la revancha
Luis Lacalle Pou es el candidato del opositor y derechista Partido Nacional (PN) y ahora irá a por su revancha en los comicios de octubre, luego de su fracaso en las elecciones de 2014, cuando fue derrotado por Tabaré Vázquez.
El senador y también abogado de 45 años está vinculado a la política desde el 2000, cuando ingresó al Parlamento como diputado. Sin embargo, es conocido por ser hijo del ex presidente Luis Lacalle Herrera (1990-1995), quien se ha caracterizado por ser un férreo opositor al socialismo.
Pese a esto, el derechista optó como estrategia para estas elecciones abandonar su apellido y que su eslogan de campaña fuera únicamente «Luis».
Aunque desde un principio se sabía que el senador iba a ser el candidato de su partido, debió enfrentarse al magnate Juan Sartori, quien casi le quita el liderazgo del Partido Nacional.
Durante esta contienda fue acusado de irresponsable y drogadicto, una etiqueta que arrastra desde 2014, cuando en un debate llegó a confesar que consumió marihuana y cocaína en su juventud, en el período en que su padre fue presidente Uruguay.
Su oferta para los comicios de 2019 se basa en la “necesidad de cambio” y de la “renovación de los partidos”, así como en un discurso dirigido a los jóvenes y a las “oportunidades” que su administración les ofrecería.
Lacalle propone una reorganización del Estado “para poner en marcha otro estilo de gestión».
En el campo económico, su oferta se basa en una agenda económica centrada en la competitividad, típica de las agendas neoliberales.
«Lo que el país está necesitando es un “shock de competitividad”, dijo al presentar su programa de gobierno, explicando que se debían concretar “en un plazo razonablemente breve un conjunto de cambios”, entre los que figura el aliento a la inversión privada.
Para el candidato del Partido Liberal, “el shock de competitividad también incluye a las relaciones internacionales”, por lo que es partidario de impulsar tratados de libre comercio y el acercamiento a potencias en busca de inversión.
Pese a que su receta se asemeja a la que ofreció Mauricio Macri en Argentina, Lacalle decidió distanciarse del empresario, debido a su rotundo fracaso en la Presidencia, y tender un puente con Alberto Fernández.
“Gane quien gane en la Argentina, va a ser mi socio en el Mercosur, mi socio en la región”, afirmó, al tiempo que reconoció que la crisis cambiaria de la nación vecina “nos preocupa y nos castiga”.
Uno de los mayores desafíos para Lacalle será lograr la unidad en su partido -que estuvo en duda en la campaña interna- y llevar al PN al poder, ya que la última vez que gobernaron Uruguay fue precisamente con su padre.
Ernesto Talvi, el neoliberal que reniega de serlo
Ernesto Talvi fue el precandidato más votado dentro del Partido Colorado (PC) en las internas, derrotando a Julio María Sanguinetti, quien gobernó Uruguay en dos periodos (1985-1990 y 1995-2000), y quien era considerado favorito.
Hijo de un inmigrante macedonio y una inmigrante cubana, Talvi nació en Montevideo hace 62 años, donde se graduó como economista en la Universidad de la República, antes de partir a Estados Unidos donde se doctoró en Economía en la Universidad de Chicago, por lo que sus políticas se basan en el neoliberalismo, aunque según él “neoliberal es un término que se usa para descalificar y que no me describe”.
Entre 1990 y 1995, el candidato del PC trabajó en el Banco Central del Uruguay (BCU) asesorando al equipo económico en sus relaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI); y desde 1997 hasta 2018 se desempeñó como director académico del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres).
Entre sus propuestas, el economista plantea convertir a Uruguay en un “pequeño país modelo”.
Para esto, propone “dar un golpe de timón histórico en la educación”, creando 136 liceos públicos modelo en los barrios vulnerables del país.
En materia de seguridad, plantea la prevención primaria, intervenciones y programas enfocados en factores de riesgo que afectan a la población en general, así como una presencia policial y patrullaje permanente y una represión inteligente.
En el área económica Talvi promete abrirle mercados a las empresas uruguayas, y trabajar por un cambio en la naturaleza del Mercosur, para que sea una plataforma moderna, ágil y flexible que genere oportunidades, tal y como proponen los actuales presidentes de Argentina y Brasil, Macri y Bolsonaro, respectivamente.
Malvi afirmó que en caso de llegar a ser presidente pondrá fin al “gasto público irresponsable”, por lo que se propone reformar (¿privatizar?) las empresas públicas. Según el candidato de Partido Colorado, se registran 1.200 millones de dólares por sobrecostos en las empresas estatales .
También propone defender el derecho de los trabajadores, pero a la vez “terminar con la prepotencia sindical”.
Anunció que aprovechará la ley de negociación colectiva para facilitar la recuperación salarial, y que derogará el decreto que interpreta la ocupación como una extensión del derecho de huelga”, porque “viola el derecho de propiedad, la libertad de trabajo y los convenios suscritos por el país”.
Otra de sus propuestas es bajar las tarifas de los servicios públicos “para ponerlas a tono con las de los países con los que competimos en los mercados internacionales” y crear una Ley de Responsabilidad Fiscal que le permita ahorrar al Ejecutivo.
Sin embargo, este ahorro incluye la “readecuación de la plantilla de funcionarios públicos”, con la inminente reducción de 50.000 empleos del Estado, lo que ha motivado el rechazo y manifestaciones por parte de la sociedad uruguaya.
Según Talvi, “comparado con países similares, en Uruguay hay cerca de 100.000 funcionarios públicos más de los que debería”, por lo que planteó “reducir esa cifra de excedentes a la mitad”.
Al igual que Lacalle, Malvi ha tratado por todos los medios de no ser comparado con Macri. Incluso llegó a decir que su programa “tiene poco y nada que ver” con lo que planteó el mandatario al inicio de su Gobierno.
“Vamos por una transformación educativa que el presidente Macri no planteó, por una transformación productiva que ponga al campo como motor, y sobre todo, vamos a poner orden en las finanzas del Estado, algo que el presidente Macri no hizo y ahora está pagando las consecuencias”, declaró a los medios.
Para el economista, Macri “cometió un error muy serio” porque “no pudo” resolver “el desequilibrio en las finanzas públicas” ya que “tuvieron que endeudarse a un ritmo absolutamente inconveniente y en junio del año pasado se les terminó el crédito”.
Según el colorado, cuando a un país se le termina el crédito la consecuencia es “devaluación, inflación, pérdida de poder adquisitivo del salario, desempleo, aumento de la pobreza y castigo en las urnas”.
Guido Manini, el Bolsonaro de Uruguay
El ex comandante en jefe del Ejército nacional, Guido Manini, fue noticia cuando en marzo pasado fue cesado en sus funciones por el presidente Tabaré Vázquez a principios de 2019 por cuestionar la actuación judicial y el pase al Tribunal de Honor de militares acusados por violación de derechos humanos en la pasada dictadura.
Posteriormente, en abril fue proclamado como candidato a la Presidencia por el partido ultraderechista Cabildo Abierto.
Guido Manini Ríos, de 60 años, es licenciado en Historia y se graduó como alférez en el ejército en 1978. Su familia siempre estuvo vinculada a las clases dominantes del sector más derechista del Partido Colorado.
El historiador y politólogo Gerardo Caetano afirma que Manini Ríos es un cisne negro en esta campaña electoral.
En una entrevista con Página/12, el profesor de la Universidad de la República recordó que Cabildo Abierto “emergió a la derecha de los partidos Blanco y Colorado: es una formación de ultraderecha con visiones bolsonaristas, liderada por un militar con apellido histórico. El abuelo de Guido, Pedro Manini Ríos, rompió con José Batlle y Ordóñez en 1913 bajo el dicho ´somos colorados, no socialistas’”.
El hermano de Guido, Hugo Manini Ríos, fue, en los años sesenta, fundador de Juventud Uruguaya de Pie, un partido de ultraderecha vinculado a los paramilitares”
El abanderado de Cabildo Abierto ingresó a la carrera militar durante la dictadura (1973-1985), en particular entró al Liceo Militar en febrero de 1973 en la primera etapa del Golpe de Estado de Juan María Bordaberry. Según documentos del Poder Legislativo fue ascendido en tres oportunidades durante la dictadura. Al grado de Alférez el 21 de diciembre de 1978, al grado de Teniente 2do el 1° de febrero de 1981 y al grado de Teniente 1ro el 1° de febrero de 1984.
Durante su carrera militar realizó “viajes de instrucción” a Estados Unidos.
Du carrera continuó en ascenso al ser designado director de sanidad militar de 2012 a 2015, antes de ser ascendido a comandante en jefe del Ejército.
Manini es uno de los líderes de la logia militar ultraconservadora conocida como “Tenientes de Artigas”.
Esta agrupación nació en 1964 y sus integrantes se definen como defensores del “artiguismo” de José Gervasio Artigas y de las ideas de los dictadores españoles Francisco Franco y Primo de Rivera, así como de las líneas más conservadoras de la Iglesia Católica.
Su pasado militar y sus ideas ultraconservadoras le han ganado el apodo del “Bolsonaro de Uruguay”. Incluso, se ha reunido con el Mandatario brasileño y recientemente viajó hasta Brasilia para reunirse con el vicepresidente Hamilton Mourao, para plantearle la posibilidad de “buscar oportunidades de trabajo para los uruguayos”.
La propuesta de Manini es crear un gobierno integrado por civiles y militares retirados, que trabajen en dos objetivos claros: seguridad y reducción de gastos en el Estado.
Una de sus ideas es disminuir el número de legisladores, de 99 diputados a 67, y de 30 senadores a 20. Además, se pasará a trabajar todos los días hábiles del mes.
También propone eliminar los gastos originados por la partida de prensa y telefonía y establecer en 12 salarios mínimos el tope salarial correspondiente al Presidente de la República.
Para “revertir” los problemas de seguridad en “pocos meses” pretende reorganizar el Ministerio del Interior, crear una cárcel de máxima seguridad, un “cuerpo de serenazgo” con personal policial y militar retirado y derogar la ley de Armas para “modificar la prohibición de poseer armas a cualquier ciudadano sin antecedentes”.
Otro punto controversial es su propuesta de derogar la ley que habilitó la producción y comercialización de marihuana recreativa.
En el campo económico, el ultraderechista propone impulsar la inversión y la propiedad privada y crear condiciones para la generación de empleo mediante la reducción de costos de producción y flexibilización laboral y derogar el decreto que regula las ocupaciones de lugares de trabajo.
Daniel Martínez, el defensor del progresismo
El Frente Amplio eligió al ingeniero y exintendente de Montevideo, Daniel Martínez, un político campechano como candidato a la Presidencia del país.
El candidato de 62 años tiene el desafío de reemplazar a las figuras históricas del FA, como el actual presidente, Tabaré Vázquez, el ministro de Economía, Danilo Astori, y el ex presidente José Mujica (2010-2015) y llevar a su partido a un cuarto periodo de gobierno consecutivo.
El político se presenta ante la población con un discurso coloquial cargado de frases típicas uruguayas, como el «vamo’ arriba».
Comenzó su carrera política siendo muy joven durante sus años de estudiante de ingeniería cuando ingresó al sindicato de la universidad. Luego, se consolidó en el ámbito gremial y fue uno de los fundadores del sindicato de la empresa estatal de combustible Ancap.
Su relación con el FA surge desde el Partido Socialista, al que se afilió en 1973, por años mantuvo una estrecha relación con el presidente Vázquez, quien durante su primer periodo de gobierno (2005-2010) lo designó presidente de Ancap (2005-2008), donde obtuvo excelentes resultados, y luego ministro de Industria, Energía y Minería hasta 2010.
En 2015, Martínez logró derrotar en las elecciones de la Intendencia de Montevideo a Lucía Topolansky, actual vicepresidenta de Uruguay, ex guerrillera tupamara y esposa del líder progresista Pepe Mujica.
Durante su gestión en la Intendencia, Martínez consiguió llegar a tres años consecutivos con saldo financiero positivo, y desarrollar una serie de obras públicas y sociales que han incrementado su popularidad.
Si bien el FA tiene un plan de gobierno ya establecido, Martínez ya ha dicho que apuntará al desarrollo de un Estado austero. Uno de sus objetivos es reducir el déficit de las cuentas públicas que alcanza el 4,9 % del PIB, luego de 16 años de crecimiento.
Para subsanar el problema, Martínez prometió «corregir la trayectoria del gasto público» cambiando «la lógica incremental» del presupuesto.
«El gasto público tiene que ser menor que la economía», sostuvo, al tiempo que indicó que trabajar por trabajar en la transformación de las empresas estatales para que sean más eficientes.
Para Martínez, está en crisis no el modelo del Frente Amplio”, sino el modelo que abrazó y sigue abrazando la oposición, que llevó a la pobreza, a la desigualdad y al descalabro económico que vivió nuestro país en 2002”.
En su propuesta de gobierno planteó que en marzo de 2020, cuando ocupe la presidencia, impulsará en paralelo 7 iniciativas.
La primera de ellas es el Sistema Nacional de Formación y Capacitación para la Transición Justa, que sin destinar nuevos recursos presupuestales, prevé realizar entre 2020 y 2024 al menos 400.000 capacitaciones focalizadas en las nuevas modalidades de trabajo y demandas laborales.
En segundo lugar propone el desarrollo de las pequeñas y medianas industrias (Pymes) para que puedan mejorar su productividad con la adopción de tecnología y asesoramiento.
En tercer lugar figura la incorporación de un nuevo Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, al servicio de un “nuevo modelo de desarrollo productivo y humano”.
En cuarto lugar figura la propuesta de de impulsar en ocho puntos del país las denominadas estaciones del futuro, espacios de trabajo que incorporan tecnología y conocimiento mediante las llamadas start ups. «Como Israel, Japón o Irlanda, exportaremos conocimiento», dijo.
Otro de los puntos, se basa en el objetivo de colocar a Uruguay en el mapa mundial como líder en sustentabilidad ambiental. Por lo que será necesario promover la economía circular y el reciclaje.
“Tenemos dos iniciativas claras: una red global de monitoreo de los cursos de agua y una lucha contra los plásticos de un solo uso”, explicó el candidato del FA.
En sexto lugar, Martínez prevé aplicar un Sistema Integrado para la Negociación Internacional para potenciar la generación de acuerdos internacionales de diversos tipos, para garantizar que los productos de exportación uruguayos accedan a la mayor cantidad de mercados y con los menores aranceles.
El último punto está orientado a reducir el desempleo y brindar incentivos para generar fuentes de trabajos” en áreas geográficas de baja empleabilidad, o para ciertos colectivos específicos, como jóvenes y mujeres de determinados contextos”.
“En el marco de este nuevo modelo de desarrollo, el empleo es una de nuestras principales preocupaciones y que vamos a hacer lo necesario para generar más y mejores puestos de trabajo y para capacitar a nuestra gente”, apuntó.
¿A quién favorecen las encuestas?
El candidato presidencial del Frente Amplio, Daniel Martínez, se despega del resto de sus oponentes, y pasó del 37 % al 40 % en las preferencias electorales.
Los resultados de la más recientes encuestas de la consultora Grupo Radar, ubican en segundo lugar con un estancado 22 % a Luis Lacalle Pou, y en tercer lugar con 17 %, con caída de 3 puntos, al representante del Partido Colorado, Ernesto Talvi.
Más atrás aparece, el líder de Cabildo Abierto, Guido Manini Rios, quien subió de 9 % a 10 %, mientras que otros partidos pequeños sumados totalizan un 5 % y quienes votarán en blanco o no revelan su opción son cerca del 5 %.
La ley electoral uruguaya establece que en una primera vuelta para proclamarse vencedor un candidato debe obtener más del 50 % de los votos, por lo que aún nada está escrito, ya que de ir a balotaje el juego se haría más cerrado entre la izquierda y la derecha.