El pasado 29 de agosto, un grupo de líderes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP) anunciaron el retorno a la selva para luchar por un nuevo país desde la clandestinidad y con armas. Entre ellos figura el combatiente Jesús Santrich, quien fue víctima de persecución judicial y principal ejemplo de cómo el Gobierno de Iván Duque dio al traste con el acuerdo de paz firmado en 2016 por su antecesor Juan Manuel Santos.
La noticia del retorno a la guerra por parte de este sector de las FARC-EP alertó a toda la comunidad colombiana, de nuevo el país retornaba al punto cero, la paz claudica por culpa de un Gobierno intransigente que vulneró todo lo establecido en La Habana, Cuba.
En un video difundido ese mismo día aparecía un grupo importante de líderes combatientes de las FARC-EP. El regreso a la insurgencia y a la lucha contra la oligarquía enquistada en el Poder Político colombiano es lo que más motiva a esta renovado movimiento político y rebelde que se ha propuesto lograr un cambio radical que permita transición hacia un nuevo gobierno y la construcción de “un nuevo orden social justo”.
Este lunes, se publicó un artículo escrito desde la clandestinidad por el que hasta hace poco fue senador en el Congreso Jesús Santrich, para denunciar quiénes son los culpables de que se traicionara la paz de todos los colombianos, y los señala como artífices de un plan que busca mantener el país en guerra, envuelto en la miseria y la pobreza, y sobre todo empañado por el mezquino derramamiento de sangre.
El articulo de Santrich, publicado este 9 de septiembre por el portal Rebelión y titulado «No nos quedamos esperando a que nos sigan asesinando», expone los motivos de su retorno a la lucha armada, su compromiso con la paz y cómo el Gobierno de Estados Unidos, a través de su embajada en Bogotá, tiene gran responsabilidad en el conflicto colombiano y su actual realidad política y social, marcada por el asesinato masivo de líderes sociales, campesinos, indígenas a través del sicariato y falsos positivos perpetrados por el Estado.
«No hay quien con sentido de sensatez pueda ocultar o negar que personalmente puse todo el empeño posible en la construcción e impulso a la implementación de los Acuerdos de La Habana –exceptuando ese extraño arreglo sobre entrega de armas que, ciertamente, jamás compartí ni comparto; pero que ese tratado de paz fue evidentemente traicionado, con incumplimientos teñidos de sangre inocente de gente que creyó en la reconciliación, tanto de excombatientes como dirigentes y personas del común, que hoy yacen bajo tierra», dice parte del texto.
«Y muchos otros compatriotas que siguen creyendo y luchando por un país digno sin más guerra, sufren la persecución judicial, los entrampamientos y las inconsecuencias de la intransigencia de una casta de gobernantes y poderosos avaros, rencorosos y vengativos que jamás estuvieron dispuestos a la concordia».
Santrich abre su mensaje con un agradecimiento «a quienes creyeron y siguen creyendo en mi inocencia, sobre todo a aquellas personas que me brindaron su confianza, respaldo y desprendida solidaridad, va mi saludo de eterna gratitud».
En ese sentido, reitera su compromiso de «seguir luchando por la paz con justicia social hasta el último aliento de mi vida, con el juramento de no inclinar la cabeza frente a las mentiras, los engaños, la perfidia y el guerrerismo de una clase dominante que sigue sometiendo al pueblo llano a la miseria, la desigualdad y la exclusión política que derivan de su espíritu mezquino y de su arrodillamiento a los intereses de la embajada gringa como a los de las transnacionales».
Al respecto, argumenta el líder de las FARC-EP, que hasta la fecha y, lamentablemente, hay «muchos otros compatriotas que siguen creyendo y luchando por un país digno sin más guerra, sufren la persecución judicial, los entrampamientos y las inconsecuencias de la intransigencia de una casta de gobernantes y poderosos avaros, rencorosos y vengativos que jamás estuvieron dispuestos a la concordia; que lo único que querían realmente era el desarme de la insurgencia, para proceder no solamente con el aniquilamiento político, moral y físico de su rebeldía, sino con la destrucción de todo aquel o aquella que consideren un peligro para sus privilegios».
Entre ese grupo de la élite y la oligarquía colombiana a la que Santrich hace referencia están los expresidentes Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe Vélez, así como también el actual jefe de Estado, Iván Duque.
«Nunca quisieron realmente la paz, ni el Nobel de la Paz Juan Manuel Santos, que ordenó fusilar a Alfonso Cano en total indefensión luego de ser capturado en combate. Ni mucho menos el paramilitar en cuerpo y alma, Álvaro Uribe Vélez, ese sí, mafioso del narcotráfico que ayudó a Pablo Escobar a exportar cocaína a EE. UU. al autorizarle el funcionamiento de pistas aéreas siendo Director de Aerocivil; ese sí, responsable de la Masacre del Aro entre otras atrocidades; ese sí, el arquitecto de la muerte “accidental” de su cuñado Pedro Juan Moreno. O su pupilo Iván Duque, pelele de bolsillo, que entre más inepto más peligroso por lo chapucero y manipulable«, explica.
Corrupción, abuso de poder, Odebrecht, narcotráfico y sicariato mediático
En su mensaje, Santrich también menciona los vínculos que guardan Santos, Uribe y Duque con el escándalo de corrupción de Odebrecht.
«A propósito, ¿qué compromisos hiciste con el Ñeñe Hernández y con Odebrecht, chanchito mandarín?. Bandidos todos, ellos y sus compinches, que arropados con un falso moralismo fraguaron la traición; bandidos todos, ellos y sus secuaces, que gritan “¡cojan al ladrón!” al tiempo que han estado ligados a las mafias de la corrupción de todo tipo en nuestro país».
«Y mientras con el abuso del poder con el que cuentan dentro de la venal institucionalidad que los protege, o del que los ha investido su amo imperial, van agraviando, calumniando y destruyendo a trocha y mocha a sus contradictores, cuando no es que los borran del mapa valiéndose de su peligroso sicariato mediático o de sus esbirros de gatillo ligero, que también los tienen por montones«, agrega.
Santrich agrega en el texto que es fácil para el Gobierno de Duque alegar que fueron los miembros de las FARC-EP los que incumplieron con el acuerdo, cuando lo cierto es que fue el Estado colombiano el que comenzó a perpetrar una masacre contra el liderazgo y los guerrilleros que se habían adecuado al pacto de paz. Desde entonces más de 600 han resultado asesinados.
«Fácil es seguramente para ellos acusarnos a nosotros de ser los que incumplimos el acuerdo y la palabra empeñada, porque no nos quedamos esperando a que nos sigan asesinando, a que nos sigan manoseando el decoro con sus limosnas, a que se sigan burlando de la buena fe con que dimos el paso a la legalidad, o a punta de mentiras nos encarcelen, nos extraditen, o nos mantengan a la defensiva, humillados y estigmatizados. No, ¡al carajo con su farsa! Pues para mi caso cierto es que volví al monte para no dejarme extraditar, tal como lo dice el tal “Juampa”.
«Supe que mi captura estaba dispuesta para la fecha de mi comparecencia ante la Corte Suprema, el 9 de julio; porque es que eso es parte de la traición toda que nos empuja al rearme luego de observar que también este personaje oscuro que nada de fondo y efectivo hizo para defender el Acuerdo de Paz, desconoce la presunción de inocencia, el debido proceso, el principio de legalidad o cualquier fundamento del derecho que tanto invocan, comenzando por que lo primero que pisotean con su sometimiento al Departamento de Justicia yanqui es el respeto a la soberanía», agrega el líder de las FARC-EP.
Para Santrich, no hay mayor culpable del narcotráfico que el propio Estado colombiano y sus Presidentes, quienes amparan y protegen toda la estructura de la droga para complacer a Estados Unidos.
«Ya lo he dicho y lo repito en versión ampliada: hay más posibilidad que haya pasado más cocaína por las narices del granuja exfiscal Martínez Neira y la del señor “Juampa” Santos que por mis manos. Y estos hipócritas lo saben perfectamente», subraya.
«Nada fácil es construir la reconciliación con sujetos de esta calaña»
El líder guerrillero también sostiene que la clase oligárquica que domina el poder en Colombia no permite la reonciliación de todos los sectores de la sociedad y mucho menos poner fin al conflicto armado que ya lleva más de 70 años.
«No es nada fácil construir la reconciliación basada en la justicia social, con sujetos de esta calaña a los que nada se les da escamotear los compromisos de Estado, porque este es para ellos un aparato que precisamente han moldeado como instrumento de guerra para afianzar sus prerrogativas de clase y las de sus amos. No obstante, hay que seguir luchando sin más ingenuidades, por una paz cierta, total y con garantías que impidan que se salgan con la suya estos señores que nos imponen la confrontación porque no son sus hijos los que mueren en ella».
Por tal razón, alega Santrich, que la disposición de las FARC-EP es siempre lograr el entendimiento y buscar una solución en paz, que debe construirse fundamentalmente por las comunidades.
«Libres de cualquier tipo de intransigencia, nuestra disposición al entendimiento es absoluta, y por ello agradecemos a quienes, como el senador Gustavo Petro, Ayda Abella, Iván Cepeda y muchos otros, se han manifestado llamándonos a persistir en el diálogo y en la búsqueda de una solución incruenta a los retos de la perfidia institucional. Y lo hacemos, partiendo como lo han dicho incluso algunos de nuestros contradictores, de la idea de que la paz se construye fundamentalmente por las comunidades«, subraya.
«Nosotros no somos los dueños de ese propósito mayor, ni pretendemos serlo; pero sí somos parte del conjunto social y tenemos también el deber de ayudar a alcanzarlo. En consecuencia, sin ánimo de creer tener la verdad y la razón, la invitación es a que reposadamente se analicen nuestros recientes manifiestos y planteamientos, sin trivializar ni demonizar, sin ridiculizar ni descalificar como lo hacen algunos lambones pagos y oficiosos del establecimiento, muchos de los cuales posan de “independientes” y “demócratas” cuando lo que son es simples mercenarios del micrófono, o de la pluma y el tintero; pues si en realidad se está por encontrar salidas juiciosas a los problemas políticos, económicos y sociales que indudablemente se están agravando en el país, debemos comenzar por generalizar los debates respetuosos, con argumentos, aunque revistan contradicción y choque de ideas. ¡La lucha sigue! ¡Juramos vencer y venceremos!».
Al finalizar su mensaje, el exsenador agregó el siguiente mensaje: «Sobre la curul en el Congreso, señoras y señores del régimen, ‘pues ahí les dejo su casa pintada’; y sobre los salarios de la Cámara de Representantes que la prensa dice que tengo en ventanilla, estaría muy complacido si esos recursos se destinaran a las víctimas del terrorismo de Estado. Compatriota Jesús Santrich. Como diría el general Hermógenes Masa: “Y aún con vida”.
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