Se pierde investigación por dudosa muerte de ex pareja del subdirector de Gendarmería

La ex gendarme Sandra Blanco Olivares murió de un disparo al tórax en marzo de 1995, luego de ser encontrada herida en su domicilio en Talca. La autopsia caratuló el caso como un suicidio, sin embargo, de acuerdo a la indagación judicial, no hubo claridad sobre lo ocurrido. En primera instancia, la institución negó la existencia de la funcionaria y, después de admitirla, informó que los documentos del hecho se habían quemado en un incendio.

Se pierde investigación por dudosa muerte de ex pareja del subdirector de Gendarmería

Autor: Matías Rojas

El director nacional de Gendarmería, Jaime Rojas Flores, abrió un sumario para indagar la desaparición de documentos internos relacionados con el fallecimiento de la ex gendarme Sandra Blanco Olivares (22 años), quien fuera pareja del actual subdirector operativo de la institución, coronel Maurice Grimalt Catalán.

Blanco murió de un balazo al tórax en marzo de 1995, luego de ser encontrada herida en su domicilio en Talca. Una autopsia que lleva el nombre del perito legista Tarcisio Guerrero López caratuló el hecho como un «suicidio». No obstante, según el expediente judicial, no hubo claridad sobre lo ocurrido.

En los archivos del Cuarto Juzgado del Crimen de Talca es posible extraer la declaración del testigo Pedro Espinoza Vallejos, quien se constituyó ante el juez como representante de la familia. «Blanco debía viajar a Linares para reincorporarse a sus labores después de gozar de permiso administrativo. Ella era funcionaria de Gendarmería y trabajaba en el Centro de Orientación Femenina de Linares», reveló.

«Su madre, Carmen Olivares Plaza, también funcionaria de Gendarmería acá en Talca, me contó que ese día, cerca de las 11:00 horas, recibió un llamado de Blanco solicitándole que fuera a la casa para que la llevara a un Centro Asistencial. En ese momento no dio mayores explicaciones, por lo que Carmen salió inmediatamente en dirección a su domicilio», agregó.

Una vez en el lugar, Olivares «encontró la puerta de la casa abierta (tanto la reja como la mampara principal) y a ella (Sandra) sentada en la alfombra», con maquillaje y bolsos hechos. «Al interrogarla por lo que sucedía, contestaba que nada, pero al levantarla para sentarla en un sillón, se dio cuenta que el polerón tenía una quemadura en el pecho, y al revisar debajo de él, vio el forado producido por una bala», precisó el declarante.

Según el relato, cuando en el centro asistencial estuvo consciente por breves minutos a eso de las 18:00 horas, la gendarme explicó a su madre que el incidente se había producido cuando limpiaba su arma Taurus, modelo 51, de 6,35 milímetros.

Sin embargo, el tribunal no pudo tomar declaración a la víctima, «debido a que la paciente se encontraba bajo los efectos de depresores del sistema nervioso, con el objeto de adaptarla al respirador artificial», indica una constancia del 22 de marzo. Tres días después, la condición médica de la gendarme se complicó, llevándola a fallecer de «sepsis».

LAS DUDAS

El 6 de abril de 1995, el entonces cabo primero de Carabineros, Erwin Ortega del Río, compareció ante el juzgado, comentando que «los familiares no dieron mayores explicaciones del problema, pero mi impresión es que se trataría de un suicidio o intento de suicidio, ya que es muy difícil que una persona que sabe de armas la haya manipulado en mala forma para que el impacto haya dado en el tórax».

26 días más tarde, la madre de Sandra, Carmen Olivares, entregó su versión. «Yo no podía decir cuál fue el problema de mi hija, porque en la casa no tenía problemas para nada, somos una familia muy unida. Ella pololeaba con Maurice Grimalt y cuando estaba hospitalizada pedía verlo, pero él llegó al rato después con el hermano (un oficial de la PDI que trabajaba en Talca)», aseguró.

«No sé exactamente la causa de su muerte, si se le disparó o no, pero el caso es que ella tenía una herida en la boca del estómago», manifestó la mujer, relativizando la versión que Sandra Blanco le había proporcionado, según ella, en el hospital, y que aseguraba que el disparo había sido accidental, no intencional o por acción de terceros.

Otra declaración, tomada el 5 de mayo al oficial de la Tenencia de Carabineros «Gonzalo Labra Gómez», volvió las cosas aun más confusas. Eduardo Barrios Reyes, con grado teniente, se extrañó cuando el tribunal le exhibió especies que habían sido levantadas en el sitio del suceso, distintas a aquellas remitidas por su institución.

Barrios detalló que los funcionarios de la policía uniformada «retiraron el arma, el cargador con cinco balas, el plomo percutado y la vainilla, pero no recuerdo haber visto las dos balas que el tribunal me exhibe en este acto, que no corresponden al arma remitida por mi Unidad».

El juzgado también creyó necesario interrogar a Maurice Grimalt, quien recientemente había sido trasladado a la Penitenciaría de Santiago. Ante ello debió insistir con un exhorto al 14º Juzgado del Crimen de esa ciudad, instando al teniente a prestar colaboración.

Finalmente, Grimalt declaró el 24 de julio, admitiendo haber sido la última persona que habló con Blanco antes del disparo. Fue, además, el único testigo en todo el expediente que dibujó a la víctima como una persona que se encontraba «deprimida».

«Yo alcancé a pololear con ella (Sandra) alrededor de un año y medio y pensábamos casarnos, ya que manteníamos una buena relación de pololos, nos veíamos todos los días… estaba con feriado legal… me llamó por teléfono a mi casa para despedirse, porque le correspondía trabajar, por el término de sus vacaciones», manifestó.

El joven oficial indicó que ella «no quería irse», porque «no le gustaba su trabajo y se iba deprimida, ya que vivía en Linares, en la Unidad donde trabajaba. Yo no noté nada extraño en ella, nos despedimos y como 40 minutos después llamó la mamá de Sandra, para decirme que Sandra se había disparado».

Grimalt aseguró así que la madre de su pareja había dado por cierta la versión del disparo auto inferido mucho antes de las 18:00 horas, contradiciendo al testigo que ubicó el primer contacto entre ambas, referentes a las causas del impacto, en la tarde de ese día.

INCENDIO

La causa del Cuarto Juzgado del Crimen de Talca fue cerrada temporalmente por la jueza Juana Venegas Ilabaca «hasta que aparezcan nuevos o mejores datos de investigar», según versa la resolución del 10 de octubre de 1995. En paralelo, Gendarmería desarrolló su propio sumario para indagar las circunstancias del deceso de Blanco.

Justamente con la intención de recabar más antecedentes, El Ciudadano pidió vía Ley de Transparencia una copia del expediente administrativo. El 23 de junio de 2017, Gendarmería solicitó subsanar el requerimiento, informando que «no existen registros de la Sra. Sandra Janet Blanco Olivares en el Sistema Electrónico de Información de Personal de la Institución».

El autor de este reportaje, en respuesta enviada al abogado de la Dirección Nacional José Leyton, sugirió acotar la búsqueda a archivos almacenados en la Región del Maule y consultar detalles al subdirector operativo Maurice Grimalt, ex pareja de Blanco, entendiendo que él podía confirmar la condición funcionaria de ésta.

Fue solo el 27 de julio que Gendarmería entregó una respuesta. Sin embargo, indicó que el sumario no podía ser entregado, ya que en febrero de 1999 las bodegas de la Dirección Regional del Maule habían sido consumidas por un «incendio», perdiéndose «todo lo que se encontraba en ese lugar».

El Ciudadano insistió con otra solicitud de Transparencia, formulada un día después. Allí, este diario electrónico solicitó acceder a la Resolución Exenta Nº 460 del 27 de septiembre de 1995, que declaró la muerte de Blanco como «accidente no ocurrido en actos de servicio», y copia de eventuales registros de consultas efectuadas al coronel Grimalt sobre el caso en cuestión.

Dentro del plazo establecido, el servicio indicó nuevamente que la resolución no obraba en poder de la Dirección Regional del Maule, ya que «producto del terremoto que el 27 de febrero de 2010 afectó a nuestro país, las bodegas de archivos donde se encontraban dichos documentos (Centro de Cumplimiento Penitenciario de San Javier) quedaron destruidas».

Respecto al otro punto, aseveró «que el Inspector Operativo (coronel Patricio Torres) comunicó en forma verbal al Subdirector Operativo (coronel Grimalt) sobre la materia, por ello no existe registro alguno en que conste dicha notificación».

«Ante la imposibilidad de encontrar la información solicitada, el Sr. Director Nacional instruirá sumario administrativo, en virtud del numerando 2.3 de la Instrucción General Nº 10…. del Consejo para la Transparencia, sobre el procedimiento de acceso a la información», recalcó la institución.

Matías Rojas – [email protected]


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