En unas ajustadas elecciones generales que se celebraron el pasado domingo en Perú, el candidato Pedro Castillo se posicionó inesperadamente como el aspirante más votado entre 18 postulantes. El protagonista del calificado ‘batacazo’ electoral es un docente y gremialista de izquierda que ni por asomo parecía con posibilidades de colarse entre los favoritos, tanto que algunas televisoras ni siquiera tenían su foto a mano al momento de dar los primeros escrutinios.
Si bien no se conocen todavía los datos definitivos, este sindicalista, de 51 años, no habría conseguido traspasar la mitad más uno de los puntos necesarios para ganar en primera vuelta, pero se aseguraría un lugar en un probable balotaje. El rival estaría por definirse entre el economista Hernando de Soto (Avanza País) y la empresaria Keiko Fujimori (Fuerza Popular), de acuerdo con el conteo oficial de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), describe un reportaje de RT.
«Hoy al pueblo peruano se le acaba de quitar la venda de los ojos. Nos han dicho que politólogos, constitucionalistas y eruditos pueden conducir un país; han tenido el tiempo suficiente, tremendo espacio, décadas, lustros, y miren cómo dejan al país», dijo el virtual vencedor de la primera vuelta, en un breve discurso desde Cajamarca.
El liderazgo de Castillo sorprende a un país en el que la indecisión y la falta de confianza en los dirigentes políticos, muchos de los cuales enfrentan acusaciones por corrupción, reflejaba un escenario reñido e impredecible. En las encuestas previas, Castillo figuraba último entre siete candidatos que llegaban con chances de ingresar a una segunda vuelta. Los mismo sondeos reflejaban que cerca del 40 % de la ciudadanía no tenía definida su elección o pensaba emitir un voto nulo.
El candidato que se imponga reemplazará a mitad de año al hombre que encabeza el autodenominado «Gobierno de transición y emergencia», el excongresista del Partido Morado (centroderecha) Francisco Sagasti, cuarto jefe de Estado en los últimos 5 años.
Un maestro de escuela
Nadie lo vio llegar. La frase se repite este lunes en la prensa peruana y en los análisis de la izquierda política aglutinada alrededor de Verónika Mendoza, de Juntos por Perú. «Impresionante el voto de Castillo en las regiones andinas. Hay una irrupción del mundo popular más postergado», escribió el excongresista Sergio Tejada sobre las lecciones de la votación.
A diferencia del voto de Lima, que favoreció especialmente a los sectores más conservadores de la política, el sufragio que acompañó a Castillo provino de la provincia. El resultado no es fortuito, ya que el candidato decidió concentrar sus esfuerzos de campaña en sentido inverso: del campo a la ciudad.
De hecho, Castillo obtuvo mayor porcentaje de votación con respecto al resto de los candidatos en Cajamarca, Apurímac, Ayacucho, Huancavelica, y otras 13 regiones, donde hay altos niveles de pobreza y necesidades históricamente postergadas por los Gobiernos.
De origen humilde, Castillo suele llevar un sombrero blanco cubriendo su cabeza y el domingo pasó un mal momento, cuando la yegua en la que cabalgó hasta su lugar de votación se alteró ante el tumulto de simpatizantes que se acercó para saludarlo.
Nació en 1969, en el poblado de Puña en el departamento de Cajamarca, al noroeste de Perú, provincia de Chota. Durante su juventud, integró las rondas campesinas, organizaciones comunales que tienen como objetivo proteger los derechos, el desarrollo y la seguridad de las poblaciones rurales.
Maestro de primaria en su poblado de Puña desde 1995, este dirigente gremial y político se recibió de bachiller en educación por la Universidad César Vallejo, donde también obtuvo un magíster en Psicología Educativa.
Como trabajador docente, ha liderado las huelgas de educadores que se extendieron de junio a septiembre de 2017, en reclamo de mejoras salariales, incrementos en el presupuesto del sector, entre otras demandas. En 2002 inició su carrera política cuando compitió por un lugar en el Congreso por el partido Perú Posible, espacio que llevó a la Presidencia al economista Alejandro Toledo (2002-2006), y que desapareció tras una serie de acusaciones de corrupción.
Castillo es también uno de los ocho candidatos presidenciales que no enfrenta procesos penales en su contra. Esa facultad le permitió encabezar la postulación de su partido para sustituir al aspirante natural de ese espacio político, Vladimir Cerrón, quien finalmente no pudo presentarse porque sobre él pesa una pena de 4 años de cárcel por corrupción.
Las propuestas de Pedro Castillo
En su plan de Gobierno, el dirigente gremial Pedro Castillo propone modificar la Constitución Política del país mediante una Asamblea Popular y eliminar el Tribunal Constitucional –la máxima instancia de interpretación de la Carta Magna–, ya que, a criterio del candidato, este órgano «solo sirve para defender la macro y la gran corrupción».
Además, pretende fortalecer las rondas campesinas otorgándoles mayor presupuesto.
De ideología socialista, el representante de Perú Libre plantea la necesidad de llevar a cabo una reforma económica con mayor intervención del Estado. Tiene como objetivo nacionalizar empresas de sectores claves para la soberanía económica del país, como el minero, petrolero, hidroenergético, gasífero y de comunicaciones.
«Las riquezas de nuestro Perú se quedarán en Perú para beneficio de nuestro Pueblo», suele repetir.
«Actualmente vivimos en un sistema capitalista aparentemente renovado, en un neoliberalismo económico, llamado Economía social de mercado, impuesto desde el año 1993 y desde entonces ha ido en contra de los intereses de las grandes mayorías del país. Para cambiar esta triste realidad, es necesario plantear ajustes en el campo económico, la mayoría de manera drástica», señala la plataforma electoral del partido, que apunta a establecer una «economía popular con mercados».
Según aclara el plan de gobierno de Perú Libre, una eventual gestión de Castillo no estaría en contra de la actividad privada «siempre que se traduzca en beneficio de la mayoría de los peruanos».
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