La conspiración contra Venezuela se viene intensificando en los últimos meses, sobre todo, por que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aspira ganar votos para su reelección utilizando el tema anti-Venezuela a su favor, algo que hasta el momento no le ha dado frutos, pues sigue por debajo en las encuestas detrás de su rival Joe Biden, con una diferencia de entre 10 y 15 puntos porcentuales.
Este fin de semana se evidenció que la postura contra Venezuela ya comienza a radicalizarse en Centroamérica, luego de la visita del secretario de Estado, Mike Pompeo, a República Dominicana. Además, el asesor de Seguridad Nacional de Trump, Robert O’Brien, quien suplantó a John Bolton, confirmó una nueva estrategia de guerra contra el país suramericano en un documento oficial.
Así, Estados Unidos decidió profundizar las acciones injerencistas, tomando como ‘argumento’ la supuesta amenaza que representa el Gobierno de Nicolás Maduro contra la región. Contrariamente, es Venezuela la víctima -desde hace años- de un férreo bloqueo total impuesto por Washington, la Unión Europea y algunos gobiernos serviles a las doctrinas de la Casa Blanca. Su objetivo es asfixiar a la población e impedirle el acceso a medicinas, alimentos, combustibles, bienes y servicios de primera necesidad, para así colapsar el país e inducir el derrocamiento del Gobierno.
Una prueba de ello se concretó este domingo 16 de agosto, cuando Pompeo visitó la isla caribeña de República Dominicana. Su propósito no fue sino que certificar personalmente que el nuevo Gobierno del derechista Luis Abinader se sume al grupo de países que sabotean constantemente a Venezuela, a través del bloqueo y acciones que afectan directamente la calidad de vida de millones de venezolanos.
En su visita, Pompeo y Abinader, según informó -en un comunicado- la embajada estadounidense en Santo Domingo, hablaron de «oportunidades para fortalecer los vínculos y la colaboración entre EE. UU. y Dominicana en las áreas de seguridad regional y crecimiento económico».
«También conversaron sobre los esfuerzos hacia el objetivo compartido de una transición pacífica hacia la democracia en Venezuela«, según informaciones proporcionadas por el portavoz adjunto del Departamento de Estado, Cale Brown, señala la nota.
Además, Pompeo le indicó a Abidaner que EE. UU. continuará con «la amistad y alianza» que une a ambos países en su visión común de una región del Caribe «más segura, próspera y democrática». Se trata de la misma postura mediática establecida con Colombia y el régimen uribista de Iván Duque, desde donde atacan a Venezuela por supuestamente promocionar el terrorismo y el narcotráfico, una situación que en términos reales ocurre es en territorio colombiano.
La visita de Pompeo significó la reunión de más alto nivel ejecutada por un funcionario norteamericano en una toma de posesión en Dominicana, desde la época de la doctrina Monroe en 1978. También llama la atención que la agenda de Abinader tiene programada pronto una reunión con la canciller de España, Arancha González Laya.
«Campaña de máxima presión»
La postura radicalizada por Estados Unidos contra Venezuela fue confirmada, además, por el asesor de Seguridad Nacional, Robert O’Brien, Oficialmente, reveló que en «el marco estratégico» de una «nueva política estadounidense hacia Latinoamérica» prevalece una “campaña de máxima presión” contra Venezuela.
Las declaraciones de O’Brien, uno de los asesores más cercanos a Trump, emitidas el domingo desde West Palm Beach, al norte de Miami, con miembros de la comunidad colombiana y venezolana, durante un acto para presentar -como parte de la campaña de Trump en Florida- el “Marco Estratégico del Hemisferio Occidental”; mismo que fue llevado a Panamá y Colombia por el asesor a Panamá y Colombia.
El documento alega la supuesta «lucha contra el narcotráfico», argumento utilizado por Estados Unidos para mantener su presencia militar en la región, coordinar acciones de guerra contra Gobiernos no alineados a sus doctrinas y proteger las redes del narcotráfico internacional.
La visita de O’Brien a Panamá y Colombia buscaba también «garantizar la inmigración legal a Estados Unidos». Se trata de “la primera estrategia integral dirigida por la Casa Blanca” para Latinoamérica en más de 15 años, desde la administración de George W. Bush (2001-2009).
En ese sentido, O’Brien confirmó que gran parte de esa política para Latinoamérica es seguir manteniendo la “máxima presión” sobre Maduro, que según ellos ha «destruido el país y su economía y empobrecido a los venezolanos».
Las declaraciones del asesor confirman algo que había anticipado Mauricio Claver-Carone, el principal asesor para las Américas de Trump: la prioridad del viaje a Panamá y Colombia fue atacar a Venezuela, un tema que, dijo, «preocupa a Washington».
Cuba y Nicaragua en la lista de Trump
En la mencionada «nueva estrategia» para Latinoamérica y la «campaña de presión» contra Venezuela, de la cual no ofrece muchos detalles el documento, la administración Trump también incluye a Cuba y Nicaragua como los otros países que serán atacados.
Con respecto a Cuba, proponen la “reversión de la desastrosa política» hacia la isla que ejecutó Barack Obama (2009-2017), contrarrestando “la agresión económica y la influencia política externa”, algo en lo que se ha enfocado Trump desde el inicio de su mandato en 2017.
El marco del plan estratégico hacia Latinoamérica se basa en cinco ejes: «asegurar la patria, fomentar el crecimiento económico, promover la democracia y el Estado de derecho, contrarrestar la influencia extranjera y fortalecer las alianzas con socios de ideas afines», reseña la agencia EFE.
De igual forma, otra preocupación estadounidense son las crecientes intenciones de Latinoamérica de “hacer tratos con China en sus propios términos o expandir y fortalecer el compromiso de socios de ideas afines”.
En la agenda de visitas de O’Brien junto a Claver-Carone, que incluye en su primera etapa a Colombia y Panamá; está comprometer aún más a estos países a través de alianzas con fines militares, económicos y de inteligencia asociada al saboteo de los Gobiernos que no están alineados a sus intereses.
O’Brien, quien en julio pasado dio positivo por COVID-19, también viaja acompañado por el jefe del Comando Sur, el almirante Craig Faller, entre otros funcionarios del Gobierno, para radicalizar estas acciones injerencistas.
El asesor dijo que Colombia es uno de los “mejores socios” de Washington en «temas de seguridad y en la lucha contra el narcotráfico», a pesar de ser el mayor productor y exportador de cocaína del mundo y Estados Unidos el principal consumidor.
El documento destaca que las supuestas «operaciones antinarcóticos conjuntas» han interrumpido o incautado en los últimos cuatro meses más de 163 toneladas métricas de cocaína y marihuana en la región, valoradas en casi 4.000 millones de dólares, y todas ellas procedentes -en su gran mayoría- de territorio colombiano.
Entrevistado por La Voz de América, O’Brien explicó que su intención es seguir impulsando «el cambio en Venezuela». «El presidente Trump entiende que Estados Unidos debe involucrarse en nuestro vecindario y está muy preocupado por la gente de Venezuela”, dijo.
«Tienen enormes recursos y una de las mayores reservas de petróleo«
El asesor de Trump no disimuló en ningún momento por qué tanto interés en «ayudar» a los venezolanos, a quienes calificó de ser «un pueblo innovador, que trabaja duro y que tiene un gran país» y que además «tienen enormes recursos naturales en Venezuela, y una de las mayores reservas de petróleo del mundo que rivaliza con Arabia Saudí y otros países de Oriente Medio».
Por estas obvias razones, O’Brien explicó que su agenda en Panamá y Colombia incluyó abordar «la situación» en Venezuela y continuar trabajando «con aliados» para hacer derrocar al gobierno de Maduro, electo en 2018 tras ganar los comicios presidenciales con más de 60 % de los votos.
“No tenemos un aliado más grande que Colombia en la región”, recalcó O’Brien, quien dijo que con Iván Duque sentó las bases de un nuevo programa de cooperación binacional llamado Colombia Growth, una especie de renovación del Plan Colombia que tanta miseria, torturas, asesinatos, masacres, desaparecidos y desplazamientos forzados sembró en ese país, al mismo tiempo que incrementó el narcotráfico y el paramilitarismo.
Según O’Brien el mencionado plan busca «fortalecer sectores estratégicos de la economía post COVID-19, así como contribuir a la lucha antidrogas que libran los dos países», una estrategia de varias décadas que ha convertido a Colombia en el primer exportador de cocaína, con un mercado prioritario en Estados Unidos.
Por su parte, Duque dijo que respalda el plan de Estados Unidos con respecto a Venezuela y su deseo del «fin de la era Maduro». También añadió que no reconocerá las elecciones parlamentarias del próximo 6 de diciembre, obligadas a realizarse por mandato constitucional.
“No reconoceremos ningún proceso electoral de cara a afectar la institución que legítimamente hemos reconocido como la Asamblea Nacional (…) Porque si no reconocemos la dictadura, mucho menos vamos a reconocer un proceso electoral organizado por la dictadura», dijo Duque, complaciendo la vocería estadounidense pero dejando en evidencia que desconoce lo establecido por la Constitución y los procesos electorales venezolanos.
La visita de O’Brien a Colombia estuvo precedida por una parada en Panamá, donde concretó con el Gobierno de Laurentino «Nito» Cortizo, una alianza para que el FBI entrene en el país centroamericano «agentes para combatir el lavado de dinero y la corrupción».
O’Brien también suscribió en Panamá la entrega de más de cuatro millones de dólares por concepto de «asistencia humanitaria y de salud», en apoyo a la respuesta de Panamá al COVID-19.
Mientras tanto en Bogotá, el asesor de Trump dijo que EE. UU. planea la entrega de 42 millones de dólares adicionales a los 30 ya desembolsados para «acciones de reconstrucción de la economía», no sin antes aclarar que este monto es adicional a los ya 30 millones entregados a la administración de Duque.
O’Brien también recordó que durante la presente emergencia sanitaria por el coronavirus, Estados Unidos ya entregó a Duque 10 millones para «pequeñas y medianas industrias» y dos millones más para «ayudas alimentarias».
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