Un año de Bolsonaro: violencia, corrupción y estancamiento

El Mandatario tiene una popularidad por debajo de la que tuvieron sus predecesores Fernando Henrique Cardoso, Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff para el mismo período

Un año de Bolsonaro: violencia, corrupción y estancamiento

Autor: Leonardo Buitrago

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, cumplió este miércoles su primer año de gobierno. En los últimos doce meses se propuso “liberar” al gigante suramericano de la izquierda y el “globalismo” para construir un país “respetuoso de la religión” y del derecho a portar armas.

“Todos debemos restablecer los estándares éticos y morales para reconstruir la nación”, “no podemos permitir ideologías que destruyen nuestros valores”, “la corrupción, privilegios y ventajas deben terminar”, fueron algunas de las frases que pronunció  Bolsonaro el 1 de enero de 2019, cuando asumió la presidencia.

Su discurso prometía la reconstrucción de Brasil, de un “pueblo (que) empezó a liberarse del socialismo, de la inversión de valores, del gigantismo estatal y de lo políticamente correcto”, y una nueva forma de gobernar

Sin embargo, la propuesta de un cambio radical del ultraderechista de 64 años –para sacar a Brasil rápidamente de sus problemas más graves- y las promesas de “mejorar la economía, aplicar la “mano dura” contra el crimen y lograr el fin de la corrupción se convirtieron en un búmeran.

Apenas 29 % de los brasileños considera que las políticas aplicadas por Bolsonaro en su primer año de gobierno son buenas. De acuerdo con una encuesta publicada por la consultora Ibope, el 20 de diciembre pasado. Mientras que el 38 % de los brasileños consideran pésima la gestión del Mandatario.

De este modo, el excapitán del Ejército carga sobre su espalda con un inusual desgaste político para un presidente en sus primeros meses de mandato.

Según los estudios, Bolsonaro llegó a su primer año con una popularidad por debajo de la que tuvieron sus predecesores Fernando Henrique Cardoso (41 %), Luiz Inácio Lula da Silva (42 %) y Dilma Rousseff (59 %) para el mismo período.

Un año de desgaste

«Fue un año de desgaste. Bolsonaro llegó con un discurso de romper con la política tradicional, pero vimos algo parecido a lo habitual», dijo Mauricio Santoro, politólogo y profesor de la Universidad del Estado de Río de Janeiro, citado por el diario La Nación.

Según Santoro, el primer año de gobierno del ultraderechista quedó marcado por gestos y políticas para complacer a la base electoral que le dio la victoria en 2018, resumida en tres grupos: el económico, una clase media y empresarial que clama por medidas de liberalización de la economía; el conservador y evangélico, que busca dominar la agenda de las costumbres; y un último grupo con foco en el combate contra la corrupción y la violencia.

«El presidente está satisfecho con mantener su base, sin preocuparse tanto por la posibilidad de ampliarse. Cree que teniendo ese porcentaje de apoyo, en caso de enfrentar nuevamente a la izquierda le será suficiente», agregó.

“A medida que el miedo antipetista se estabiliza, los partidarios de Bolsonaro comienzan a mirar al propio gobierno. En seguridad y economía, el Gobierno no ha cumplido con sus agendas: la crisis sigue afectando a las familias y la inseguridad pública sigue siendo alta. Agregue a eso los escándalos de corrupción que involucran al hijo mayor (Flávio) y la esposa del Presidente (Michele). Muchos de los que votaron y lo apoyaron para luchar contra el Partido de los Trabajadores (PT) ya no lo apoyan al ver estos problemas”, explicó al portal La Tercera la politóloga brasileña Camilla Gerardello.

Mientras que el analista de la Universidad Mackenzie de Sao Paulo, Rodrigo Augusto Prando, “la síntesis de este gobierno ha sido la lenta recuperación de la economía y un estilo político de confrontación. Bolsonaro se enfrenta a oponentes y aliados, internos y externos, reales e imaginarios. Su baja aprobación demuestra que busca tensar las relaciones con los actores políticos, las instituciones y la sociedad”.

De las 40 propuestas presentadas por Bolsonaro al Congreso en el primer semestre, solo seis fueron aprobadas. Imagen: VTV.

Bolsonaro no cumple

En un año de gobierno, el excapitán de Ejército no ha podido llevar a cabo la mayor parte de sus principales promesas políticas, que han sido frenadas en el Congreso, donde no tiene suficiente apoyo para garantizar el éxito de sus propuestas.

“El Presidente comenzó el gobierno hablando de una nueva política, en contra del presidencialismo de coalición, una de las características de todos los gobiernos brasileños de la nueva república, pero no tiene una base suficiente de apoyo del Congreso”, explicó  a La Tercera Soraia Marcelino, académica de la Universidad Federal Fluminense.

De las 40 propuestas presentadas por Bolsonaro al Congreso en el primer semestre, solo seis fueron aprobadas. De los 14 proyectos de ley enviados al Congreso, prácticamente en ninguno de ellos se han visto avances.

De las pocas propuestas que logró cristalizar, se encuentra la aprobación de la reforma de pensiones que permitirá implantar una edad mínima de jubilación y supondrá un ahorro a las arcas públicas de unos 800.000 millones de reales (197.000 millones de dólares) en 10 años, y que era una de las peticiones del sector financiero y empresarial para “impulsar el crecimiento económico”.

Sin embargo, el Presidente logró aprobar la reforma de pensiones a través de la iniciativa de la legislatura y la distribución de enmiendas parlamentarias.

“El documento final recibió una serie de enmiendas de la legislatura y no incorporó algunas medidas recomendadas por el ministro de Economía (Paulo Guedes), como el modelo de capitalización inspirado en el modelo chileno”, recordó Marcelino.

Según el Banco Central, la economía de Brasil crecerá solo 1,1 % en 2019. Imagen web.

Economía estancada

En materia económica, la gestión de Bolsonaro ha dejado tímidos resultados. Por ejemplo, el desempleo  se ubica en 11,6 %, a pesar de que en octubre se crearon 71.000 puestos de trabajo.

Aunque, según el  Mandatario, sectores como la industria o el comercio han avanzado, el Banco Central de Brasil calcula una previsión de crecimiento económico de apenas 1,1 % para el año 2019.

La aprobación de reformas económicas de corte neoliberal impulsadas por el Ministro de Economía, en especial la del sistema de pensiones, fueron el principal caballo de batalla del Gobierno en sus primeros meses, aunque en algunos casos han sido «descafeinadas» por el Congreso, con quien Bolsonaro no acaba de tener línea directa, dado que no cuenta con una base aliada estable, reseñó Sputnik.

En otros casos, como la reforma de la administración pública, el ultraderechista decidió posponerla y mantenerla al compás de espera, por miedo a que generen protestas como las que viven países de la región.

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Bolsonaro rompió con el Partido Social Liberal (PSL), con el que ganó las elecciones en 2018. Imagen: Web.

El Presidente de los conflictos

En su primer año de mandato, el presidente brasileño tuvo varios conflictos dentro de su gobierno, al punto de verse obligado a cambiar a cuatro de sus ministros.

«Si no hicimos más fue porque faltó, quizá, una mejor articulación nuestra con algún sector de la sociedad y por la inexperiencia de algunos ministros«, dijo el Mandatario para tratar de excusar las fallas de su administración.

Bolsonaro también rompió con el Partido Social Liberal (PSL), con el que ganó las elecciones en 2018, debido a peleas internas por fondos partidarios y creó una nueva formación, la Alianza por Brasil(APB), que pregona el “respeto a Dios y la religión”, la “defensa de la vida desde la concepción” y la legalización del porte de armas.

APB todavía no cumple los requisitos para ser registrada en la Justicia Electoral, pero Bolsonaro piensa que tendrá su bautizo político en las elecciones municipales de octubre de 2020.

Según la prensa brasileña, cada día crecen más los «rumores» sobre el recelo del Presidente, cuya popularidad se encuentra por el piso, ante la notoriedad mediática que está tomando la figura de su ministro de Justicia, Sergio Moro, sobretodo en los sectores más conservadores.

Bolsonaro buscó desacreditar a quienes difundían la grave situación en la Amazonía y culpó a varias ONG de provocar el fuego. Imagen: Nueva Tribuna.

Las polémicas de Bolsonaro

En su primer año como Presidente, Bolsonaro eligió las redes sociales como canal de comunicación con la población, y a través de sus mensajes quedó envuelto en varias polémicas.

Los ataques al periodismo, constantes coqueteos con la dictadura y ofensas contra los homosexuales, indígenas, la izquierda y otros mandatarios fueron la constante.

“El núcleo más cercano al Presidente, especialmente sus hijos, y él mismo, incitan a acalorados debates contra sus oponentes políticos, o contra cualquiera que hable críticamente sobre el gobierno. Estos discursos ya están causando descontento entre aquellos que apoyaron al Presidente en busca de cambios sustantivos”, explicó la  analista Soraia Marcelino.

Durante su primer año de gestión, Bolsonaro tampoco ha querido ocultar sus intereses y se ha mostrado abiertamente seguidor de las políticas aplicadas por Estados Unidos y países ideológicamente afines al imperialismo

El Mandatario criticó la victoria en las elecciones argentinas de Alberto Fernández y no acudió a su toma de posesión, aunque después lanzó algunos mensajes conciliadores.

También se posicionó desde el primer momento del lado de los golpistas y autoproclamados presidentes interinos, Juan Guaidó, en Venezuela, y Jeanine Áñez, en Bolivia.

Aunque en el caso de Venezuela, se alineó con Washington, descartó una intervención militar, en buena parte gracias a la presión del ala militar dentro del Gobierno.

Sin embargo, su voluntad de alineamiento con la administración de Donald Trump recibió en noviembre una bofetada, cuando el magnate estadounidense anunció aranceles para las importaciones de acero y aluminio de Brasil y Argentina.

El temor del sector agropecuario a perder mercados en Asia y Medio Oriente obligó a Bolsonaro a bajar el tono frente a China, principal rival económico de Estados Unidos  y a aplazar la mudanza a Jerusalén de la embajada brasileña en Israel.

Un evento importante que puso a Brasil ante los ojos del mundo fue la Amazonía y las alarmantes cifras de incendios, que generaron la preocupación de varios líderes mundiales por sus efectos en el cambio climático. Bolsonaro buscó desacreditar a quienes difundían la grave situación en la Amazonía, culpó a varias ONG de provocar el fuego y elevó el tono contra el presidente francés, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel.

Su posicionamiento hizo que Alemania y Noruega dejaran de invertir en el fondo de Amazonas.

Existen indicios de una supuesta «organización criminal» en el exgabinete de Flavio Bolsonaro, cuando era diputado estatal de Río, entre 2003 y 2018. Foto: HispanTV.

La sombra de la corrupción

Los analistas advierten que los niveles de popularidad y aprobación de Bolsonaro pueden caer aún más en 2020, ya que las denuncias por corrupción que salpican a su hijo Flavio pueden deteriorar su imagen y contradecir su discurso anticorrupción.

Según el Ministerio Público brasileño, existen indicios de una supuesta «organización criminal» en el exgabinete del hijo mayor del presidente, Flavio, cuando era diputado estatal de Río, entre 2003 y 2018. Él y sus asesores habrían cometido crímenes de lavado de dinero y asociación ilícita.

«Las revelaciones van a continuar acechando a Bolsonaro como un fantasma. Él dijo muchas veces que su familia es honesta. Todo su discurso de combate contra la corrupción y la honestidad está bajo sospecha», indicó  Melo Carlos Melo, profesor del Instituto de Enseñanza Superior en Negocios (Insper) en Sao Paulo.

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