En Venezuela la población afronta una nueva realidad económica, política y social, en medio de un ambiente de esperanza que no se percibía desde hace años y que coincide con la llegada de la Navidad, las elecciones regionales del 21 de noviembre y la flexibilización total de la cuarentena contra la pandemia del covid-19, mientras continúa la campaña de vacunación.
A pocos días de la temporada decembrina, las calles, hogares, comercios y espacios de recreación en Venezuela ya exhiben sus decoraciones alusivas, mientras las familias se preparan para las compras de la época: juguetes para los niños, ropa y calzados, preparación alimentos y bebidas tradicionales como las hallacas, el pan de jamón, el pernil, la ensalada de gallina, la torta negra y el ponche crema, entre otros.
Este ambiente festivo se plantea incluso a pesar de los efectos negativos generados por las sanciones impuestas por EE.UU., sus gobiernos aliados y la Unión Europea (UE), que han llevado a la población a enfrentar durante años serias dificultades como el deterioro de sus ingresos, de la calidad de vida, de los servicios públicos, el transporte y otras necesidades fundamentales como el esparcimiento.
Aunque estas dificultades persisten, al punto que se han acentuado las brechas de la desigualdad entre ricos y pobres -reconocida por el propio presidente Nicolás Maduro-, se muestra una dinámica económica distinta que parece haber dejado atrás lo peor de la ola hiperinflacionaria.
Este contexto coincide también con la entrada en vigencia de la nueva expresión monetaria, el Bolívar digital, que arrancó en octubre pasado, y que dispuso la eliminación de seis ceros a las cifras contables con el objetivo de agilizar y hacer más fáciles las transacciones bancarias y comerciales; y para preservar y reforzar la moneda local en medio de la dolarización de facto que experimenta el país.
Además, en lo político, la gran mayoría de las distintas facciones de la oposición han decidido resolver sus diferencias con el chavismo a través de las elecciones, una postura que ha permitido bajar las tensiones, renovar las instituciones y mejorar el clima social.
¿Cómo se percibe la nueva dinámica económica en Venezuela?
En una visita al mercado de La Hoyada, un multitudinario centro de comercio ubicado en Caracas y en el que confluyen diariamente centenares de personas, varios comerciantes y usuarios expresaron a RT sus distintas perspectivas sobre la nueva coyuntura que atraviesa el país.
Leonel Bravo, responsable de una tienda que vende camisetas, jeans, gorras, relojes y otros artículos, contó que en su caso las ventas actuales están «un poco bajas», pues considera que las personas no tienen dinero suficiente para comprar esos rubros y priorizan otras necesidades. «Nuestros precios oscilan entre 10 y 50 dólares, que son una referencia para darle al cliente una cifra estable y pueda venir luego a comprar».
Bravo cree que vende poco porque ofrece marcas originales, lo que hace que las prendas no sean tan económicas como las que pudieran tener otros locales del mismo mercado: «La gente que viene y compra de una vez es porque ya han venido antes y le gusta nuestra mercancía. Hay muchos que vienen para saber los precios pero no compran. Eso pasa porque buscan lo más accesible a su bolsillo», comenta.
Otra circunstancia que afecta las ventas en Venezuela, dice Bravo, es la falta de billetes de baja denominación en dólares y la inestabilidad de los precios en bolívares, que cambian a diario según la tasa del Banco Central de Venezuela (BCV). Además, alega que aún no hay suficiente efectivo en bolívares del nuevo cono monetario y que son pocas las personas hacen compras digitales con la moneda local.
Sin embargo, señala que en los casos de clientes que han pagado con bolívares, las transacciones electrónicas han sido «sencillas y rápidas». «También llegan personas preguntando si aceptamos pagos de otros países como Zelle, Paypal o criptomonedas, pero aquí no lo tenemos y en el mercado pocos manejan eso», reconoce.
Y agrega: «Ahorita tenemos el problema del vuelto en dólares por la escasez de billetes de 5 y de 10. Sin embargo, si el cliente nos pide bolívares y tenemos en el momento, se los damos en efectivo o por pago móvil. Todo depende y toca ayudarnos entre los vendedores del mercado para no perder los clientes por falta de vuelto».
«Las ventas han estado un poco mejores»
Kati Urbina, otra vendedora del mercado que se dedica a la venta de almuerzos, considera que las ventas han mejorado desde que el Gobierno flexibilizó las medidas sanitarias contra el coronavirus en Venezuela.
«Las ventas han estado un poco mejores, sobre todo los fines de semana que vienen más personas y después que flexibilizaron la cuarentena. Al principio de la pandemia fue fuerte, nadie salía, el mercado cerró por completo, no trabajamos por varios meses y eso nos pegó, hasta que empezamos abrir poco a poco con la medida del ‘7 más 7’, que era una semana abierta y otra cerrada».
La señora Kati vende platos que incluyen «sopa y seco». El más económico puede ser una sopa de pollo ó un minestrone con un bisteck de carne, arroz y tajadas, que cuesta 3 dólares; mientras un plato más costoso que integra cochino frito, chuleta o pescado vale 5 dólares.
«La diferencia del precio –detalla Kati– es la cantidad de comida que se sirve o el tipo de proteína, pero tratamos que las personas se vayan satisfechas y contentas, que el plato esté al alcance del bolsillo de los clientes. También hay personas que vienen todos los días y tratamos de variar el menú para consentirlos».
Para esta cocinera, la implementación del Bolívar digital en Venezuela ha sido positivo porque ha simplificado las operaciones: «Eliminar esa chorrera de ceros fue una bendición, porque era un fastidio contar tantos ceros para pasar el punto. Ahora es bastante fácil y rápido».
Kati insiste en que los comerciantes se preparan «con mucha fe» para la temporada decembrina y tienen la esperanza de «vender un poquito más, a pesar que aún está la pandemia y que hay gente sin trabajo o que no le alcanza la plata, como los pensionados, los educadores y los trabajadores públicos».
«Han bajado un poquito en comparación con el año pasado»
Para Adrián González, un dependiente que trabaja en un local de zapatos y ropa íntima, las ventas siguen bajas en comparación con 2020. «Aunque las ventas han venido aumentando, si las comparamos con noviembre y diciembre del año pasado, han bajado un poquito, porque a finales del año pasado se vendió mucho», dijo.
Adrián resalta que muchas personas le han dicho que comprarán después de las elecciones regionales porque les causa incertidumbre lo que pueda pasar. «Me dicen que vienen a averiguar precios y que después de las elecciones compran, porque ahorita están es con la comida porque no saben qué pasará después».
Sin embargo, el joven resalta que con la flexibilización de la cuarentena, «poco a poco» han mejorado las ventas. Y detalla:»Nosotros recibimos pagos en bolívares y divisas, pero el dólar es lo que más mueve la gente. Con el Bolívar digital es mucho más fácil hacer las transacciones y se evita el problema del vuelto en dólares, que es difícil dar porque no se consiguen los billetes de 5 y de 10, y la mayoría de la gente viene con billetes de 20 o de 100″.
«Antes, por ejemplo, uno cobraba en centenares de millones de bolívares y la persona se preocupaba de que no le fuéramos a poner un cero más y nosotros de un cero menos. Siempre era un estrés y con los nervios de punta. Ahora es mejor, uno pone el monto y es más fácil leerlo», comenta el vendedor, mientras asegura que la plataforma bancaria aún presenta fallas cuando «hay bajones de luz», que se convierten en ventas perdidas porque si el cliente no tiene dólares no puede pagar.
«También están los adultos mayores, a ellos les cuesta más manejar los dólares y lo digital, entonces vienen preguntando por precios en bolívares y nos toca explicarles cuánto es el costo del producto en dólares, que siempre va a ser el mismo, y luego en bolívares para ese momento, entonces se les hace difícil comprender», añade.
«En Venezuela las cosas se ven un poco más estables»
Para Yennifer Montilla, usuaria del mercado, la situación económica actual en Venezuela parece más estable que a la de 2016, año que señala como «el más fuerte» de la crisis económica. «Ahora las cosas se ven un poco más estables porque las personas han aprendido a resolver, se han movido, han buscado manejar dólares, se administran mejor que antes».
«Ya la gente no compra solo la comida, ahora también pueden comprar ropa, calzado, salir a pasear, a entretenerse, cosas que también son importantes, pero que antes no se podían. En 2016, el año más fuerte de la crisis, era imposible darse gustos«, explica Montilla, que resalta la implementación del Bolívar digital como una forma para facilitar los pagos.
«Lo más difícil ahora es conseguir que te den vuelto en dólares porque los vendedores te dicen que no tienen cambio o que pagues exacto. Yo entiendo que también guardan sus dólares porque les toca pagar a los proveedores en divisas, es un ciclo que nos afecta a todos», añade.
Henry Jaramillo, otro usuario del mercado, resume en una frase los malabares que había tenido que hacer para comprar un solo artículo y la mejora que ha representado la eliminación de los ceros con la nueva expresión monetaria: «Una vez compré dos pares de zapatos y fueron 40 dólares, pagué 30 con divisas y los otros 10 en bolívares. Ahora vine a comprar en bolívares y fue más fácil entender las cantidades que me cobraron, porque antes me sentía como estafado por esas cifras larguísimas que me ponían».
Te puede interesar…