El gobierno de Venezuela y la oposición radical lograron concretar los dos primeros acuerdos a través del diálogo que tiene al Reino de Noruega como medidador y a México como sede neutral de las conversaciones.
El sociólogo venezolano Ociel Alí López, explicó en un artículo para RT, que si bien el memorando de entendimiento firmado por el gobierno y la oposición en México a mediados de agosto podía verse como una especie de papel matriz con planteamientos generales sin puntos claramente definidos, el documento signado este lunes entre las partes, en la misma ciudad, ya comienza a delinear puntos de acuerdo concretos en cuestiones sensibles.
Esto es un signo importante que evidencia el avance hacia la normalización política en Venezuela y el cambio de actitud en las relaciones de ambos bandos.
La idea de un ‘acuerdo parcial‘, como ha sido llamado este documento firmado por las partes, da cuenta que aún no se vislumbra un pacto general, con lo cual las dos tendencias políticas asumen un proceso largo que ya no permite pensar en la defenestración del adversario, tal como sucedía con las políticas del interinato diseñadas desde la oposición, y que buscaban hacer ‘tabula rasa’ con el chavismo utilizando incluso medios militares extranjeros.
Los avances paulatinos son la nueva estrategia de la oposición. Por ello, el mantra del interinato, según el cual no podía darse un paso hasta tanto no saliera el presidente Nicolás Maduro del Gobierno, es ahora cuestión del pasado. La oposición se rige en la actualidad por una nueva estrategia de lucha prolongada y vuelta al camino político-electoral.
Estos acuerdos concretos evidencian que, a diferencia de ocasiones anteriores –como en los diálogos de República Dominicana y Barbados–, la oposición no desea, o no puede, patear la mesa.
El pueblo primero
Según reza el documento suscrito: «Convencidos en la necesidad de poner al pueblo venezolano en el centro de atención», se ha creado una «mesa nacional de atención social» para procurar atender sectores vulnerables del país. Esto es un reconocimiento, que además queda explícito en el papel, de las consecuencias del bloqueo y su afectación a la población civil.
Las partes también acordaron trabajar en cuanto a la salud, la alimentación y la vacunación, lo que implica tender puentes con los sectores populares venezolanos, que han venido quedando por fuera de la molienda política a pesar de ser los principales afectados por la diatriba.
Todas las corrientes presentes en México necesitan que los venezolanos, especialmente sus seguidores y quienes en el pasado lo han sido, comprendan que lo que está pasando no es la reconciliación entre dos elites que en nada modificarán sus penurias del día a día.
Por ello, la idea que ronda la cabeza de ambas delegaciones es la de conseguir ‘victorias tempranas’ para atender al pueblo, especialmente en lo relacionado a la compra de vacunas y material sanitario para la pandemia; algo que se ha hecho complicado debido al bloqueo financiero que impidió el pago por parte del gobierno al mecanismo de compra de vacunas de la ONU (Covax).
El conflicto político venezolano, arreciado a partir de la auto juramentación de Guaidó, a diferencia de otros en los que la población participa de manera efusiva, terminó lanzando a las mayorías hacia la incredulidad en la política. La abstención, por poner solo un ejemplo, llegó a números históricos impresionantes. En un país que se jactaba de la altísima participación, el pueblo se refugió en tratar de salvar su economía personal y hastiarse de la política.
Por ello, este acuerdo es fundamental. Haber comenzado por las cuestiones sociales, y no las políticas, es un reconocimiento de los políticos profesionales de que deben rescatar el diálogo con el pueblo venezolano y, para ello, la única manera es ponerlo como piedra fundamental del trabajo sobre la mesa de diálogo facilitada por Noruega.
Aunque lo acordado no solo se centra en lo social.
Un acuerdo sobre El Esequibo de Venezuela
Uno de los acuerdos firmados por las partes tiene que ver con consensuar la defensa del territorio Esequibo, que está en reclamación con la vecina Guyana, apadrinada por Reino Unido.
Durante la revuelta de Guaidó este punto fue importante, puesto que Guyana y sus aliados internacionales, entre los que se encuentra la petrolera Exxon Mobil, intentaron avanzar en una resolución del diferendo contraria a los intereses venezolanos. Ante esto, los políticos opositores hicieron silencio y la posición de la ‘embajadora’ del interinato en Londres fue bastante cercana a los intereses de Reino Unido en este particular.
Los actores internacionales aprovecharon la situación para intentar despojar a Venezuela de este territorio y desmembrarla por partes, empezando por El Esequibo.
Así que la aclaratoria de la oposición en cuanto a la protección de este territorio es un punto a favor de la defensa de los intereses venezolanos, lo que puede traerle consecuencias con el Gobierno británico, uno de los pocos que aún reconoce a Guaidó como presidente y quien tiene más de mil millones de dólares en oro de las reservas venezolanas retenidos en las bóvedas de su banco central.
¿Y los acuerdos políticos para Venezuela?
Puede parecer extraño que el acuerdo parcial de esta primera ronda no ahonde en condiciones electorales para las elecciones regionales del 21 de noviembre. Una primera lectura del documento suscrito podría conducirnos a pensar que ha sido un ‘round’ de significativas victorias para el gobierno y casi ninguna para la oposición.
No obstante, ya los mediadores y las partes han confirmado que pronto vendrá un ‘segundo round’, entre el 24 y 27 de septiembre, donde se privilegiará el tema del sistema de justicia y la reinstitucionalización del país, y en el que el gobierno seguramente tendrá que realizar importantes concesiones.
Si bien ha habido variaciones importantes del gobierno para la aproximación hacia las negociaciones –como permitir la vuelta de exiliados, permitir el uso de la tarjeta electoral de la MUD (Mesa de la Unidad Democrática) y anunciar la eliminación de los protectorados (especies de gobernaciones paralelas en los estados donde gana la oposición)–, queda pendiente permitir que líderes opositores, varios de ellos sentados en la mesa y que se encuentran inhabilitados, puedan participar como candidatos en las megaelecciones del 21 de noviembre.
Aunque también podría considerarse la posibilidad que varios de estos líderes sigan inhabilitados si la oposición no cumple parte de su acuerdo, que se circunscribe sobre todo a presionar a sus aliados de EE.UU y Europa para que de alguna manera flexibilicen las sanciones que, según acuerda el documento, han sido «sobrecumplidas».
La oposición publica documento sobre los acuerdos
El propio hecho que la oposición redacte y publique un documento sobre el proceso de negociación es un avance político incontestable.
Hasta ahora, la oposición ha hecho de todos los procesos de negociación una especie de tabú en el que siempre niega su participación y no quiere retratarse. Los sectores radicales han tenido mucho peso, especialmente en las redes sociales, y han tratado de acabar con la vida política de cualquiera que pida públicamente la necesidad de un acuerdo o diálogo o participe en él.
De hecho, y así será el miedo, los principales líderes de la oposición radical, Julio Borges, que fungía de ‘canciller’ del interinato, y Leopoldo López, líder máximo del partido Voluntad Popular, donde milita Juan Guaidó, no han declarado nada al respecto. Ambos han preferido ignorar el proceso de negociación en sus redes sociales y alocuciones públicas y han dejado a sus militantes de segunda línea tener que enfrentarse con el reconocimiento de la derrota de la vía insurreccional que ellos convocaron.
Por ello, el documento presentado por opositores presentes en México es un signo de seriedad con sus seguidores que hasta ahora no habían tenido. Por fin están responsabilizándose por el acuerdo, que en buena parte desnuda la narrativa opositora en tanto reconoce el bloqueo financiero impuesto y el daño que le hace a la población civil de Venezuela.
En dicho documento advierten que se trata de un proceso «largo y complejo», lo que es un cambio de narrativa ante sus seguidores, a los que le ofrecieron ‘salir’ de Maduro y tomar el poder en Venezuela de manera exprés hace más de dos años.
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