Juan Guaidó, el diputado venezolano que se auto proclamó “presidente interino” de la nación caribeña en enero de 2019, está atravesando sus días más oscuros, ya que de momento no figura dentro de los planes de Estados Unidos para gobernar Venezuela y, para colmo, está perdiendo el apoyo de los dirigentes de la oposición.
El pasado martes, Mike Pompeo, secretario de Estado estadounidense, reveló un plan para Venezuela, que propone la creación de un “gobierno de transición” mediante unas elecciones “libres”, condicionadas a que no podrían participar ni el presidente constitucional, Nicolás Maduro, ni Guaidó, esto a cambio del levantamiento de las sanciones de la administración Trump.
Esto supone una bofetada al autoproclamado por parte del mandatario norteamericano, Donald Trump, quien después más de un año, parece haberse cansado de ofrecerle su apoyo, debido al continuo fracaso de sus planes golpistas, conspiraciones, shows mediáticos y casos de corrupción.
La mayoría de los partidos y dirigentes de la oposición se oponen al bloqueo e injerencia de Washington, y están abiertos a dialogar con el Gobierno de Nicolás Maduro y estudiar la opción de participar en las elecciones legislativas previstas para este año.
Cada vez son menos los sectores que se declaran abiertamente golpistas y pro intervención. Incluso, el número de los que apoyan ciegamente a Guaidó y sus planes rupturistas se hace más pequeño.
“Hablar de transición y también de ruptura es una contradicción”, afirmó en una entrevista a La Vanguardia el diputado venezolano Stalin González, quien hasta hace poco era uno de los más cercanos a Guaidó.
González parece haber cambiado de rumbo político y ahora es partidario de una salida concertada con el Gobierno de Nicolás Maduro.
“Hablar de transición y también de ruptura es una contradicción (…) Yo no veo una salida a esta crisis mediante la ruptura (…) Nos guste o no nos guste, el chavismo es una fuerza política . Hay que buscar un espacio para hacer política”, indicó.
Aunque en la entrevista no se pronunció sobre el porqué rompió filas con Guaidó, sí fue claro en reconocer el fracaso de los planes golpistas, desestabilizadores y hasta terroristas aplicados por Guaidó.
“Intentamos quebrar el poder de Maduro pero Juan (Guaidó) no ha podido ejercer el poder interno; (…) perdimos la batalla”, dijo González a La Vanguardia en declaraciones ofrecidas antes de que Estados Unidos revelara su nuevo plan para Venezuela.
No obstante, sus afirmaciones se dieron luego de las que realizó el mayor general retirado Cliver Alcalá Cordones, quien aseguró la semana pasada que suscribió un contrato con Guaidó y asesores estadounidenses para la adquisición de un lote de armas, que fue decomisado en Colombia, con el que pretendía perpetrar un golpe de Estado contra Nicolás Maduro.
Ante este fracaso continuado, González se unió a otros dirigentes políticos de la derecha que se han hecho partidarios de un proceso de diálogo entre la oposición y el Gobierno para facilitar la celebración de las elecciones parlamentarias pautadas para 2020.
Coronavirus y diálogo
La pandemia del coronavirus COVID-19 ha contribuido a que se produzca un acercamiento entre buena parte de la oposición y el Gobierno venezolano.
El actual presidente de la Asamblea Nacional (AN), Luis Parra, le entregó a la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, una serie de propuestas que serán elevadas a Nicolás Maduro para que se incorporen al conjunto de acciones que se están desarrollando en el país caribeño para afrontar el brote.
“Sostuvimos una reunión, con el presidente de AN, Luis Parra, que surgió de una propuesta del Parlamento, en la reciente reunión del Consejo de Estado”, indicó Rodríguez.
Asimismo, varios políticos han manifestado su respaldo a la estrategia implementada por el presidente Maduro frente al coronavirus, que incluyen un decreto de emergencia nacional, una cuarentena en todo el territorio, la obligatoriedad de utilizar mascarillas y guantes y medidas de protección social para las familias y los trabajadores.
Este manejo acertivo ha permitido que en Venezuela se hayan registrado 167 casos de contagios y 7 muertos por el COVID-19, muy por debajo de otros países de la región, y que la oposición haya decidido priorizar el diálogo a la confrontación y los planes rupturistas.
El excandidato presidencial Henrique Capriles ha respaldado públicamente el plan antipandemia de Maduro y se muestra favorable a la celebración de las elecciones al Parlamento. Claudio Fermín, líder de un sector opositor, ha llamado a la unidad nacional entre los diferentes partidos para actuar ante la pandemia. Mientras que Henry Ramos Gallup , líder de Acción Democrática, defiende el llamado a “prepararse para las elecciones”.
A pesar de la crisis mundial provocada por la pandemia del coronavirus, que registra más de un millón y medio de casos y más de 87.000 muertos, el Gobierno de Estados Unidos no descansa en su objetivo de derrocar a Nicolás Maduro y tomar el control de Venezuela, uno de los países más ricos en petróleo y recursos naturales.
La arremetida de Trump
A pesar de que la nación norteamericana es el epicentro del COVID- 19 con más de 420.000 casos diagnosticados, Donald Trump sigue aumentando la presión contra el Gobierno venezolano.
El cerco a la nación caribeña consta de varios ejes. El primero es que Estados Unidos formuló una acusación criminal contra Nicolás Maduro, y otros altos funcionarios y exfuncionarios, por asumir presuntamente un papel de liderazgo en el tráfico de drogas ilegales.
Asimismo, Washington ofrece una recompensa de 15 millones de dólares a cambio de información sobre Maduro, y 10 millones por información que conduzca a la detención de los otros dirigentes.
El segundo es la presentación del “Marco para la transición” anunciado por el secretario de Estado, Mike Pompeo y el encargado de la operación Venezuela, Elliot Abrams, que contempla una transición con un Consejo de Estado sin Maduro y sin Juan Guaidó.
El tercero es el anuncio del envío de buques de la Armada hacia Venezuela, para supuestamente “reforzar sus operaciones antinarcóticos en el Caribe”.
Se trata de una de las mayores acciones militares de Washington en la región desde la invasión de Panamá en 1989, para derrocar al general Manuel Antonio Noriega y llevarlo a Estados Unidos para que enfrentara cargos por tráfico de drogas.
Según Trump, en la misión participan buques de guerra de la Armada, aeronaves de vigilancia y equipos de fuerzas especiales rara vez vistos anteriormente en la zona. Detalló que las operaciones militares ya han comenzado y que cuentan con el apoyo de otras 22 naciones, que aportarán efectivos castrenses e información de inteligencia, reseñó DW.
«Estamos desplegando destructores navales, barcos de combate, helicópteros, aviones de la fuerza aérea para labores de vigilancia y patrullas de la Guardia Costera, duplicando nuestras capacidades en la región», amenazó el inquilino de la Casa Blanca.
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