Venezuela comienza a experimentar una nueva realidad económica que apuesta a la recuperación, el crecimiento, la estabilidad del mercado financiero y con ello, una tímida reactivación de los congelados créditos bancarios.
Aunque la situación no es óptima y el país aún sufre las secuelas de la hiperinflación, la nueva dinámica también incluye importantes demandas de la población como mejoras salariales que les permitan tener un adecuado poder adquisitivo, reseña RT.
La dramática crisis económica que experimentó el país durante casi una década y que tuvo sus años más duros entre 2015 y 2018, tras la imposición de sanciones de EE.UU. y la Unión Europea, parece haber quedado atrás y con cierta timidez, algunos comercios han comenzado a ofrecer sus productos a crédito o con métodos de financiamiento a largo plazo.
Así, negocios de mobiliarios, electrodomésticos, ropa, calzado, turismo, entre otros, ofrecen opciones de compra que habían desaparecido del mercado y que son vistas como algo novedoso por el sector más joven de la población, mientras que para los adultos resulta un buen augurio que les recuerda mejores momentos de la economía.
La nueva realidad también se observa en las instituciones bancarias, públicas y privadas, que han comenzado a ajustar los límites de las tarjetas de crédito que quedaron congelados y casi pulverizados durante la hiperinflación, pues con lo que se podía comprar un boleto aéreo en 2013, para 2018 apenas alcanzaba para un café.
Ahora, dependiendo del usuario, los montos que llegaron al piso de 1 bolívar, han pasado a un máximo de 330 bolívares o 60 dólares, préstamo por el que se cobran intereses mensuales de 17 % a 60 %, según lo fije cada banco, más un cobro adicional de 3 % en casos de morosidad.
Pero el notable optimismo económico no toca a todo el país. Las desigualdades acentuadas por la etapa hiperinflacionaria aún impactan a gran cantidad de personas, a quienes se les dificulta multiplicar sus fuentes de ingresos o realizar emprendimientos, sobre todo los adultos mayores, como pensionados y jubilados, y trabajadores públicos que perciben remuneraciones a partir del salario mínimo mensual fijado en 130 bolívares, es decir, unos 23 dólares.
¿Hay acceso a créditos, quiénes lo reciben?
RT recorrió varias agencias de la banca pública y privada y constató que el acceso a los créditos para la adquisición de viviendas, vehículos, comercios u otro tipo de financiamiento para personas naturales o empresas, están negados de entrada.
El personal de atención al cliente de los distintos bancos indicó que ninguna solicitud de crédito es viable en este momento. Las respuestas recibidas fueron: «no hay créditos de ningún tipo«; «tenemos años sin dar tarjetas de créditos»; «por ahora no tenemos disponible ese servicio»; «ni siquiera hay créditos para los trabajadores del banco».
Sin embargo, los promotores comentaron que las personas interesadas en financiar algún emprendimiento pueden registrarse en el sitio web gubernamental Emprender Juntos, donde después de cumplir con varios requisitos como documentación, permisos, capacitación y tener un negocio activo, pueden optar a un financiamiento, siempre y cuando el proyecto resulte atractivo.
Además, fuentes del sector empresarial y de la banca consultadas por RT dieron otra versión y señalaron que sí se están dando créditos pero a clientes «de bajo riesgo», que pueden respaldar el pago con garantías en bienes valorados en divisas extranjeras.
¿Qué se ha hecho para reactivar el mercado crediticio en Venezuela?
El gobierno ha adelantado acciones para mejorar las condiciones crediticias en el país, como permitir que los créditos en bolívares puedan ser indexados al valor de una divisa extranjera. También aprobó la reducción del encaje bancario de 85 % a 73 %, que en teoría permite a la banca tener más recursos para dar créditos, impulsar el consumo en la población y aumentar el Producto Interno Bruto (PIB).
Charles Giuseppi, politólogo venezolano con maestría en Relaciones Económicas Internacionales y profesor universitario, dijo a RT que la reaparición de la banca como actor fundamental del sistema crediticio se ha dado con mayor presencia, a partir de la decisión del gobierno de permitir que los bancos participen activamente «en el tema cambiario», pues con ello «se ha logrado oxigenar mucho la economía».
«El uso del dólar en las transacciones dejó de ser un hecho punible, escondido, y se hizo público. Entonces, muchos de los dólares que vienen, por ejemplo, de la remesa y que entraban a Venezuela de forma irregular, ahora entran legalmente. Todo ese dinero permitió una oxigenación que exige la existencia de un sistema financiero mínimo», dijo.
En ese contexto, explica, la banca se ha ido «reacomodando para cumplir su función de prestatario, sea mediante tarjetas o financiamientos asignados a los cuentahabientes. Así empieza a volver a ser el actor fundamental para recuperar la capacidad de adquirir bienes e inmuebles a través de créditos».
Sin embargo, el experto resalta que la progresiva normalización de los créditos en Venezuela a futuro responderá a la capacidad que tengan los bancos de aumentar su plataforma de ahorristas, lo que a su vez depende de que se den «mejoras considerables en las condiciones económicas generales del país».
Otra medida importante implementada por el gobierno, son las oportunidades de ahorro que han surgido al autorizar el intercambio personal y jurídico de bolívares por dólares o euros, y viceversa, a través de las plataformas digitales de la banca, una opción que todavía no puede ser aprovechada por toda la población, pues aún hay una gran cantidad de personas que viven del día y no tienen recursos para ahorrar.
«Si bien hay algunos sectores que han tenido repuntes financieros favorables y el país salió del estado más agudo y asfixiante de la crisis económica, aún el país está en medio de una recuperación económica relativa, porque no se ha logrado avanzar en la solución de la mayor parte de los problemas sociales», comenta Giuseppi.
¿Por qué se paralizaron los créditos en Venezuela?
Aunque la banca está obligada por ley a otorgar créditos, durante la hiperinflación el porcentaje de financiamientos cayó al mínimo, sobre todo ante la imposibilidad de los usuarios de mantener ahorros en los bancos.
«El funcionamiento tradicional de la banca es que los cuentahabientes coloquen su dinero y utilicen el sistema bancario para hacer depósitos a plazo fijo, mover el dinero en cuentas corrientes y de ahorro, lo que les permite optar a créditos. Pero cuando cae la capacidad de compra, la moneda se devalúa y se pierde el ahorro, las instituciones financieras se quedan sin recursos para intervenir y los hace cerrar todo tipo de créditos», explica el experto.
Durante la época más dura de la crisis económica, los venezolanos sufrieron la devaluación acelerada del bolívar, que era la única moneda permitida en el país, y sus ingresos eran gastados de inmediato o cambiados a una divisa internacional, en un mercado irregular, para evitar que la hiperinflación lo pulverizara en horas.
«En esas condiciones era imposible el normal funcionamiento del sistema crediticio. Esto llevó a que los montos de las tarjetas de crédito alcanzaran apenas para tomarse un café. Entonces, dejó de tener sentido el crédito, porque nadie iba a poder pagar un financiamiento y la banca iba a perder», detalla el experto.
Además, señala Giuseppi, la situación se agravó con «la imposición arbitraria del bloqueo y las sanciones contra el país, la disminución de los precios internacionales del petróleo, la fuga de capitales y otras variables que se juntaron para que la economía sufriera una caída brutal». Con ello, recordó, «el PIB se redujo a un sexto y se generó una crisis económica mayúscula que pulverizó inmediatamente el valor del bolívar».
Ahora, después de que el gobierno ha implementado medidas para revaluar la moneda local y frenar su profunda depreciación, como pechar el uso de divisas extranjeras en transacciones nacionales, dar preferencia a las transacciones en bolívares y permitir el uso criptomonedas, la economía ha podido respirar y le ha permitido al Ejecutivo aliviar levemente algunas deudas sociales y contractuales.
Esta mejoría, señala Giuseppi, «avalada por buenas agencias internacionales de notación», que dicen que para en 2022 «Venezuela tendrá un crecimiento como pocos países en la región«, debería ser aprovechada por el Estado para mejorar los programas sociales y solucionar las urgencias económicas que tanto demanda la población.
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