El Kurdistán sirio — o Rojava, como se conoce la región en que viven más de 4 millones de residentes — descansa en el norte de Siria, junto a la frontera. En 2012 el Partido de la Unión Democrática (PYD), una formación afiliada a los militantes de izquierdas proscritos del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), declaró la autonomía de Rojava del estado de Siria. Desde entonces, las Unidades de Protección Popular (YPG), el brazo armado del PYD, están enfrentadas a Estado Islámico (EI) en una guerra sin cuartel. Mientras, paralelamente, el grupo ha introducido lo que ha convenido en llamar como un sistema de gobierno «democrático y autónomo» en las zonas que controla.
El pasado viernes 13, mientras París era golpeada por una serie de ataques terroristas coordinados sin precedentes, EI padecía serias derrotas en Siria e Irak. El YPG, combatiendo junto a las fuerzas peshmerga iraquíes, se hizo con el control de varias posiciones estratégicas de EI, y cortó las principales rutas de abastecimiento de la autoproclamada capital del grupo, la ciudad de Raqqa.
El verano pasado, Jacques (no es su nombre verdadero), un francés comunista de veintipocos años lo dejó todo para unirse a las YPG, participar en la revolución de Rojava y colaborar en la lucha contra EI. Esta semana Jacques — a quien sus compañeros de batalla han bautizado como Sirat — ha decidido conceder una entrevista exclusiva a VICE News desde el frente de batalla en Siria.
VICE News: ¿Por qué viniste al Kurdistán sirio?
Jacques: Sobretodo, para sumarme a la revolución. He sido militante marxista internacionalista y revolucionario desde mi adolescencia. Hubiese sido hipócrita contemplar lo que está sucediendo en el Kurdistán sirio desde la distancia. El YPG está estructurando su territorio según una ideología socialista y libertaria y está creando municipalidades en cada destino que libera.
También vine aquí para ayudar al pueblo kurdo. Han sido martirizados y perseguidos por toda clase de regímenes, han sido discriminados históricamente, pero su resistencia es colosal. Eludieron caer de nuevo en el Oscurantismo como la mayoría de pueblos reprimidos, y han sabido esperar el momento. Otro motivo es que su principal enemigo, Daesh [el acrónimo árabe para Estado Islámico], es la encarnación moderna del neo-fascismo. Así que mi decisión de sumarme a la lucha es también la decisión de un ferviente «antifa» [antifascista].
Una foto de Jacques tomada tras los ataques del 13N en París.
¿Cómo te pusiste en contacto con ellos?
A través del grupo de Facebook «Leones de Rojava». Les escribí un mensaje privado. Y entonces ellos organizaron mi desplazamiento. No se lo conté a nadie porque sabía que si lo hacía, me intentarían disuadir. Trabajé durante unos meses para pagarme el pasaje y para tener algo de dinero ahorrado en caso de que las cosas se complicaran. Cuando hube ahorrado lo suficiente volé rumbo a Sulaymaniyah, en el Kurdistán iraquí. Y, a partir de allí, ya se hicieron cargo de mí. Comoquiera que la frontera entre Siria e Irak está cerrada, tuve que disfrazarme de peshmerga para alcanzar el Kurdistán sirio.
¿Advertiste a tu familia de lo que ibas a hacer?
Sí y no. Pero no es su problema.
¿Puedes contar el entrenamiento que has recibido?
El entrenamiento dura dos semanas a partir de la llegada de los voluntarios, y es muy básico: cómo manipular un Kalashnikov, entrenamiento físico y algunas nociones básicas en estrategia militar. Después de rebasar las primeras pruebas, me sometieron a otros entrenamientos. En realidad, al principio no te someten a entrenamientos intensivos porque saben que muchos de los voluntarios extranjeros no serán capaces de adaptarse y que regresarán a casa al cabo de unas semanas.
¿Es muy duro vivir allí?
Las condiciones de vida son extremadamente complicadas. Y si le añades las confusiones culturales y la realidad de una guerra… Sin embargo, muchos de los que se quedan son gente de convicciones políticas muy fuertes, gente que cree en las ambiciones políticas del Kurdistán sirio.
‘He conocido a auténticos psicópatas sedientos de guerra que combaten por primera vez y que disparan a cualquier cosa, a todo lo que se mueve’.
¿Quiénes son los occidentales que se unen al YPG?
Los que ves en los medios de comunicación no nos representan. Son ex soldados que se han convertido en cruzados o en aventureros impenitentes. Les gusta posar con armas, pero lo cierto es que enseguida se esconden. He conocido a auténticos psicópatas sedientos de guerra que combaten por primera vez y que disparan a cualquier cosa, a todo lo que se mueve.
Sus ínfulas mediáticas, su deseo de llamar la atención, ensombrece el trabajo del resto de voluntarios que logran convertirse en guerrilleros: gente motivada políticamente, que han venido a sumarse a la revolución de Rojava antes que a luchar contra Estado Islámico.
¿Has conocido a otros franceses?
He conocido a cuatro franceses: dos antiguos legionarios que son lo peor, un joven que parecía ir a la deriva y a otro más tipo cruzado. No me interesa la gente así, la verdad. Y solo representan a una minoría de los voluntarios. En mi unidad hay cuatro alemanes, un italiano y un estadounidense. Y son auténticos camaradas. Dicho esto, sé que hay más, pero no les he conocido.
¿Te parece justo que se os describa como una Brigada Internacional? ¿Cómo las que lucharon durante la guerra civil española de 1936 a 1938
Por un lado, sí. Hay muchos batallones que reúnen a gente que es parte del movimiento comunista internacionalista, aunque no suceda en la misma escala. A decir verdad, los partidos políticos internacionalistas europeos no tienen ni el coraje ni la voluntad de actuar, por mucho que alardeen de ello. En Francia hacen mucho ruido pero no están haciendo absolutamente nada tangible por la causa kurda. Prefieren mirar hacia otro lado, quizá porque les asusta el compromiso. O lo mismo sea por hipocresía. Son revolucionarios de sillón. Si realmente quieren saber lo que es un levantamiento popular, deberían de venir aquí y verlo por sí mismos.
¿Qué clase de trato has recibido de las gentes de allí?
Nos han recibido de manera tan calurosa que resulta casi embarazoso. A la gente le cuesta creer que haya personas dispuestas a viajar miles de kilómetros para sumarse a su causa.
Una foto de «Jacques» junto a dos compañeros soldados.
El pasado 13 de octubre Amnistía Internacional publicó un informe en el que acusaba al YPG de crímenes de guerra, de haber provocado un desplazamiento masivo de civiles, de haber arrasado aldeas enteras… ¿Has presenciado los abusos de las YPG?
Absolutamente no. Eso es mentira. Ellos [Amnistía Internacional] visitaron el terreno durante dos semanas y luego se fueron. Sí. Se destruyeron aldeas, aunque, básicamente, por razones estratégicas. Las YPG entienden la guerra de una manera muy humanista. El objetivo no es otro que liberar a la gente de la tiranía infligida por Estado Islámico (EI).
Los kurdos tienen todas las razones imaginables para querer matar a todos y a cada uno de los yihadistas, pero no lo hacen. Cuando irrumpen en una aldea, siempre dejan una ruta de salida para el enemigo. De tal manera, ayudan a nuestros soldados [para evitar así un combate letal entre nuestros soldados y un enemigo acorralado]. Nuestras fuerzas no atacan a los civiles. El YPG es la única formación de Siria que esta enfrentándose a EI de manera efectiva. Son los únicos que proponen una alternativa política revolucionaria y humanista.
Descríbenos cómo es la vida en tu unidad
Mi unidad está formado íntegramente por comunistas — la mayoría son kurdos procedentes de Siria y de Turquía. Funcionamos de acuerdo con una jerarquía horizontal y no llevamos insignias. Cuando salimos a patrullar, el comandante dirige el trayecto. Es la posición más peligrosa porque si nos topamos con algún explosivo, él es el primero en ser alcanzado. Por la noche la unidad se reúne al completo para discutir sobre las cosas que no funcionan. Parece una tontería, pero cuando de pasas las 24 horas del día, 7 días a la semana en grupo, ayuda a descargar la tensión.
¿Cómo es la rutina en el frente?
La verdad es que cuando estás en el frente te pasas el 90 por ciento del tiempo sin nada que hacer. Lidiar con el aburrimiento puede resultar duro. Claro que puedes pasar en un segundo del aburrimiento más absoluto a una intervención militar extrema. Debido al gran número de fuerzas aliadas que hay en el terreno, un simple malentendido podría matarte. Una vez nos estábamos lavando en un río y otra brigada apareció al otro lado del río. Casi nos matamos antes de darnos cuenta de que se trataba de una de nuestras milicias que estaba defendiendo una aldea vecina.
Y luego están los artefactos explosivos, que están esparcidos por todas partes. Y los riesgos de padecer una emboscada. Estás siempre estresado por mucho que no haya mucho que hacer, más allá de beber té y fumar cigarrillos. No puedes permitirte pensar, porque entonces empiezas a darle vueltas a las cosas y te desconcentras…. Y eso, solamente, cuando no estás batallando…
Mira el documental de VICE News: Expulsando a Estado Islámico: la batalla por el Kurdistán sirio (Dispatch 1):
¿Qué quieres decir?
Hace dos meses más o menos — he perdido la noción del tiempo — estábamos en la primera línea de fuego. Nos estábamos repartiendo las posiciones, un momento intenso y ocupado. Nos estaban disparando con morteros y cohetes. Tuvimos que correr todo lo que pudimos para encontrar un refugio y luego tuvimos que regresar para construir las barricadas.
Pasamos la noche escondidos en un edificio que estaba siendo masacrado por las bombas… Y había un joven turco que no paraba de consultar silenciosamente su reloj cada dos minutos. Lo hizo durante dos horas sin parar. Creo que le mandaron a casa. No puedes desconcentrarte. A eso me refiero.
¿Participaste en la reciente ofensiva de los kurdos sirios e iraquíes contra Estado Islámico?
Sí. Fue agotador. Estuvimos combatiendo durante tres semanas. Durante el momento álgido de la batalla nos ordenaron que nos apostáramos en un cementerio. Tuvimos que cavar trincheras y levantar barricadas de piedra mientras el enemigo disparaba. Fue como tener que cavar nuestras propias tumbas.
Claro que los resultados nos acompañaron: fue una victoria absoluta. Reconquistamos la ciudad de al-Hawl y siete aldeas colindantes. Abrimos una nueva carretera hacia Raqqa. Los guerrilleros yihadistas — de los que siempre se dice que son inquebrantables y que defienden sus posiciones hasta morir — huyeron como ratas.
¿Cómo te enteraste de los atentados en París?
Estaba en el frente. Algunos camaradas lo escucharon en la radio. Una mascare… Pero no hay que preocuparse, a pesar de lo que la gente piensa, aquí les estamos obligando a recular.
¿Cómo reaccionó tu unidad ante las noticias?
Como te puedes imaginar, ya han visto cosas parecidas. Pero se mostraron muy afectivos. Son compañeros de armas y camaradas, al fin y al cabo.
¿Qué piensas de los atentados?
Como es normal, me afectaron, porque sucedieron en casa. Pero como ya he dicho antes, no actúo impulsado por ningún espíritu nacionalista: no he venido aquí para ondear la bandera de la «Civilización Occidental», sino para apoyar a la revolución en Rojava. Los atentados hacen que me reafirme en mis convicciones: estoy luchando por una buena causa.
La coalición occidental ha proclamado que intensificará su campaña militar en Siria e Irak. ¿Qué pueden hacer la OTAN y Rusia para ayudar
Nada. La interferencia occidental siempre ha sido un desastre. Nosotros somos 15.000 combatientes convencidos. Somos la formación mejor estructurada y con una organización más eficaz en la lucha contra Estado Islámico. Les conquistaremos.
‘Somos la formación mejor estructurada y con una organización más eficaz en la lucha contra Estado Islámico. Les conquistaremos‘.
¿Y qué hay de los bombardeos aéreos?
Es importante reconocer con los bombardeos aéreos son fundamentales en nuestras ofensivas. Limitan los movimientos de las tropas de EI y destruyen la artillería que remolcan todo el tiempo. A nivel psicológico, el impacto de los bombardeos es enorme. Cuando los aviones se aproximan al enemigo y le disparan con su artillería automática, se escucha un sonido… Es como si el mismo Demonio hubiese visitado la Tierra. Una vez vi morir a un yihadista bajo las ráfagas de un avión. Tenía un agujero allí donde tendría que haber tenido la cara. Todo que se veía era la barba que le silueteaba el cuello. Pero no soy idiota. Sé que cuando las fuerzas imperialistas comparecen, nunca lo hacen a cambio de nada. Las YPG tendrán que pagar para obtener su apoyo. Pero no le queda otra alternativa que hacerlo.
¿Crees que volverás a Francia algún día?
Si te tengo que decir la verdad, no estoy muy seguro de que vaya a sobrevivir. Echo de menos muchas cosas: salir de fiesta, beber, las chicas… Pero a día de hoy mis planes de futuro están en suspenso. Al final, te acostumbras a cualquier cosa — la guerra incluida. No te puedes permitir pensar, porque a la que empiezas a hacerlo, tu cabeza empieza a elucubrar. Y eso no es buen. Así que procuro no proyectarme [en el futuro].
¿Por qué has decidido hablar con los medios de comunicación?
Creo que es importante para recordar la auténtica naturaleza de esta guerra. Para relatar cómo luchan los kurdos sirios. Las YPG hna demostrado de sobras su valor en sus combates contra EI. Y lo han hecho, mientras llevan a cabo la revolución en su propio territorio. Están orquestando una reorganización completa de la sociedad — y están llevando la democracia a gente que nunca la ha conocido. Y, por otro lado, también me apetecía que la gente tuviera una visión distinta de lo que es un voluntario. La mayor parte del tiempo las convicciones políticas que te encuentras aquí son sinceras. No se trata de cruzados fanáticos.
¿Te arrepientes de algo?
No me arrepiento de nada. Estoy exactamente donde debería de estar. Si pudiera quedarme más tiempo, lo haría. Estoy luchando por la única causa que vale la pena hoy en día.
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