Café Cité: Brunch a toda hora para disfrutar del tradicional Barrio Yungay

Otro plus de Café Cité es que se encuentra ubicado al interior de la imponente “Casona Compañía”, un espacio de 600 m2 que fue restaurado manteniendo su fachada y ventanas originales, pero sumando una estructura más industrial en su interior. Acá podrás encontrar oficinas compartidas, salas para eventos y talleres de emprendedores que le dan vida a este patrimonio único del barrio Yungay.

Café Cité: Brunch a toda hora para disfrutar del tradicional Barrio Yungay

Autor: El Ciudadano

Una agradable mañana de mediados de marzo, mientras intentaba retomar el ritmo laboral post vacaciones, decidí a eso de las 9:00 de la mañana, encaminar mis pasos hacia el siempre atractivo barrio Yungay. Mi idea, buscar un lugar donde tomar un café y restaurar mi cuerpo con alguna pailita con huevos u otra opción llenadora, mientras recordaba una frase que muchas veces escuché de mi madre: “el desayuno es la comida más importante del día”.

Caminando por el sector donde aún vive el Presidente de la República, Gabriel Boric, específicamente en calle Compañía de Jesús # 2820, casi esquina Libertad, se encuentra el Café Cité, un lugar acogedor y cálido, inserto en una casona patrimonial del año 1912 y que hace algún tiempo fue consumida por un voraz incendio, pero que hoy se encuentra completamente restaurada en un espacio emergente, donde la diversidad cultural, la gastronomía y la creación convergen para dar vida a un lugar digno de reseñar. 

Debo reconocer que antes de ingresar, me quedé mirando el exterior de la imponente construcción de color blanco. Luego, en un abrir y cerrar de ojos, empujé la pesada puerta de fierro y sentí la mirada curiosa de quienes se encontraban en el lugar bebiendo una taza de café, degustando un trozo de torta o simplemente trabajando en sus notebooks.

Buenos días, me lanzó una señorita de pelo ondulado, lentes y un coqueto aro tipo argolla en la nariz. “Enseguida lo atiendo”, reforzó, mientras observaba el interior y decidía qué mesa utilizar para tomar desayuno. El lugar es sorprendente: techo muy alto, vigas de fierro, muros de adobe, ventanas altas con marcos de madera, cuadros, espejos, plantas, adornos varios, donde predominan las mesas metálicas, sí, metálicas y firmes.     

En breve se acercó la joven con la intención de saber qué pediría: “Buen día le dije, voy a escanear la carta, muchas gracias”. Comencé a mirar y las opciones eran tan variadas como apetitosas. Desayunos, como la clásica pailita con huevos, tostadas francesas u omellette, los brunch (que a diferencia de otros cafés están disponibles todo el día), café de especialidad, donde destaca el filtrado V60 – hand drip, de preparación manual, opciones especiales de tés, como el té verde y mandarina, el de hoja negra, o los novedosos daiquiris, cosmopolitan y mojito (sin alcohol), además de jugos naturales, pastelería, entre otras exquisiteces.

Ya con una decisión tomada, realicé un gesto a la muchacha y en segundos se apersonó a mi lado: “Me gustaría probar los Huevos Turcos y para beber este Coldbrew on the Rocks, por favor”. “De inmediato comando su pedido”, me dijo en tono muy respetuoso.  

El tiempo de espera fue de unos 15 minutos, tiempo suficiente para seguir observando el lugar, el movimiento del café, el tipo de público que a esa hora se hacía presente y la atención del servicio que, a decir verdad, te hacen sentir como en casa. Además de aprovechar de escuchar buena música a volumen moderado.    

Mi orden con los dos huevos pochados, salsa de tomate, pimentones y especias turcas, bolitas de queso crema al olivo, y hojitas verdes, acompañado de tostadas de pan de masa madre, fue lo que esperaba sin lugar a dudas. Un lindo emplatado en un sartén de hierro fundido que permitió mantener el calor de los huevos y resaltar los sabores asados del tomate y el morrón.

El bebestible, un café infusionado en frío y aromático servido con unos hielos y una rodaja de naranja resultó ser un descubrimiento agradable, ya que el contenido tenía la intensidad propia de un buen café, pero a una temperatura baja que aportó frescura, sin esconder la esencia de la bebida.   

Si bien no soy muy amigo de los dulces, me permití una licencia y acepté el consejo de Cristián, uno de los socios de Café Cité junto a su hermana Camila y pedí un trozo de una torta que lleva por nombre 5 sabores. Un bizcocho de chocolate, hojaldre, mermelada, manjar, merengue y bizcocho de vainilla en la base… “dime si con esta descripción no se te hizo agua la boca”.       

   El Café Cité del barrio Yungay, es un verdadero spot, un lugar donde felizmente uno puede pasar toda una mañana trabajando como si estuviese en su hogar. Un espacio bien aprovechado donde la calidez y tranquilidad se agradecen, con una propuesta bien definida y de calidad, donde la prioridad es el producto nacional de pequeños emprendedores y el gran protagonista es el café de especialidad con granos finamente seleccionados, aunque ojo, sin dejar de lado la gastronomía, que está a cargo del cocinero Cristián Vieira.    

Otro plus de Café Cité es que se encuentra ubicado al interior de la imponente “Casona Compañía”, un espacio de 600 m2 que fue restaurado manteniendo su fachada y ventanas originales, pero sumando una estructura más industrial en su interior. Acá podrás encontrar oficinas compartidas, salas para eventos y talleres de emprendedores que le dan vida a este patrimonio único del barrio Yungay. 

Mientras paso el pequeño tenedor por el plato con el afán de dejarlo tan limpio como si nunca lo hubiese utilizado, saboreo con ahínco el último bocado de dulce y me recrimino en silencio por la bomba de azúcar que acabo de consumir, pero que recomiendo para quienes tienen un paladar dulzón y que no conciben ir a una cafetería sin pedir un trozo de torta o pastel.

Me voy gratamente sorprendido de este café ubicado en la manzana más segura de Chile, de su atención personalizada y de su generosa, pero bien pensada, carta de alimentos. Agradecido además por el aporte que realizan al privilegiar a pequeños productores y emprendedores locales, rescatando además la memoria de este tradicional barrio.   

Evaluación: Muy bueno

Por Álvaro Bustos Barrera


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