Para Jiménez la prohibición de las drogas es una actitud grosera con lo que la naturaleza nos entrega, la mayor parte de los usuarios e sustancias prohibidas no tienen problemas con su consumo y los medios de comunicación han distorsionado el tema.
¿Su experiencia personal y terapéutica qué dice de los motivos por los cuales las personas usan drogas?
– El mayor consumo de drogas es por diversión, por la embriaguez o relación que cada droga produce y que favorece acercamiento social, bienestar o evita algún tipo de sufrimiento. Otros motivos son la búsqueda existencial, religiosa, el camino espiritual, todas las religiones giran en torno a una droga, o muchas de ellas; por ejemplo Jesús en la última cena con sus amigos tomó vino y lo presenta como su sangre de ahí se repite el rito en cada ¿Qué significa? Vino es la sangre como dice la Biblia, compromiso, pasión, vida no por el color sino por el espíritu, y como en muchas religiones en la nuestra las drogas embriagantes son los canales de comunicación con la divinidad.
– Sin embargo desde hace unas décadas por razones de política se empezó a vulgarizar el término droga y a aplicarse a las sustancias ilegales que son capaces de producir adicción. Esto lleva a que se crea que entonces los medicamentos y las drogas legales no son igualmente drogas, que no producen problemas. Es una especie de lavado de imagen, que tiene sentido pero desde el punto de vista de la relación que hay entre drogas y adicción es incorrecto, arbitrario y confuso. Aquí ya tenemos la primera afección en el discurso de la salud pública desde agentes no sanitarios o desde nomenclaturas ajenas a la tradición sanitaria.
Además que dejan fuera el alcohol y el tabaco.
– Sí. El alcohol y el tabaco son los que producen mayor cantidad de muertes por año en Chile, cerca de 15000 cada uno, y en el mundo, pero se habla de ellos en un doble estándar que induce a creer que no son drogas. Y como la palabra droga se ha cargado con significados negativos, el decir “alcohol y drogas” o “tabaco y drogas” manipula la comprensión simple llana y útil de la realidad. Las personas cuando consultan dicen no he consumido nunca drogas, casi con orgullo, y luego resulta que tienen tabaquismo y alcoholismo. O en los consultorios algunas personas que llevan más de 20 años tomando benzodiazepinas, tranquilizantes como diazepam, clonazepam, alprazolam, hablan con desprecio de los “drogadictos”, o antes era mas frecuente que hablaran de los “marihuaneros”, especialmente mujeres que buscan más las drogas tranquilizadoras: Justamente ellas que llevan 20 años sin pasar un día lucidas. Pero como se las prescribe el médico y está avalada por el Estado, no ven cuanto se parecen ellas o ellos a quines están descalificando. Claro puede que necesiten esas drogas y los otros adictos también. Cada vez veo con cierta curiosidad que situaciones como estas de los pacientes que usan por años remedios potencialmente adictivos prescritos por los médicos, se parecen a los adictos a heroína que están en programas de metadona en Europa, el estado mantiene a algunos adictos a las benzodiazepinas en nuestro país y los salva del tráfico y su criminalización, cada droga con su diferencia en lo que corresponde por su puesto, pero si no se les prescribe he visto a quienes ponen el hospital patas para arriba y pueden agredir físicamente a los médicos incluso.
¿Entonces cuál sería un primer orden del asunto para iniciar una comprensión más sensata del fenómeno?
– Es mejor decir simplemente drogas y no alcohol y drogas y ahí están todas, y luego hacer el diagnóstico de consumo normal, perjudicial o patológico. Entonces va a ser fácil tener claro que desde la medicina la legalidad de la droga no determina si produce o no adicción y si un consumidor es adicto o no basándose en si la droga que se consume es legal.
En su libro ‘Como consumir drogas sin ser adicto’ menciona que la mayor parte de las personas han consumido drogas sin desarrollar algún grado de dependencia. Pero esto se omite en las políticas públicas sobre drogas. ¿Cuáles son las consecuencias en la salud pública que trae ignorar la diferencia entre consumidores sin problemas y patológicos?
– La mayoría de las personas las consume y sólo algunas son capaces de producir adicción, y quienes las consumen generalmente no son adictos. Con esta visión obviamente sobre el 90% de la gente consume alguna droga como medicina, diversión, espiritualidad, religión o búsqueda existencial, como psiconautas (aventureros de la mente), pero un pequeño porcentaje, menor del 5 %, son adictos. Consumir drogas es lo normal; enfermarse por eso es lo anormal. No puede haber una sociedad sin drogas, las drogas y antes que ellas aparecieran la medicina tradicional, nos han permitido el desarrollo como especie, la salud y la expectativa de vida humana que hemos alcanzado.
– Sin estas distinciones no podemos comprender al ser humano y la importancia que tienen las drogas en su vida. Las políticas de salud pública asociadas a esa confusión nos llevan con la vista vendada a buscar la solución de uno de los problemas connaturales a lo que somos: el consumo perjudicial y las adicciones. Quizás esa sea una de las causas de que las políticas basadas en la represión y el prohibicionismo, como se les ha llamado, no consiguen sus propósitos.
¿Cómo ve la actual disposición de los funcionarios públicos de salud respecto a enfoques no represivos o de reducción del daño en el tema de drogas?
– En la clínica, cuando se trata a pacientes adictos a drogas legales como el alcohol, tabaco o medicamentos, siempre ha habido algo de reducción del daño, aunque encuentro mas completo decir Prevención de Riegos y Reducción de Daños. Sé que muchos funcionarios públicos de salud se alinean con las políticas dominantes sin que sientan que armonice con sus experiencias ni con sus propias historias de vida. Se ven atrapados en un doble estándar que en cada caso tiene su grado de disociación. Claro que ahora, con la revista Cáñamo, algunos libros publicados, declaraciones de la Fundación Paréntesis, el senador Avila y muchos otros, entra en la conversación nacional una página de la vida cotidiana, con la opinión que estuvo negada de tanta gente, que habla sobre consumo y enseña sobre drogas legales e ilegales culta y atractivamente, y si alguien no participa de ese marco más amplio de puntos de vista tampoco puede esperar que su opinión sea escuchada. Incluso, el propio Conace tiene contenidos nuevos que derivan de la estrategia de reducción del daño, aunque no lo reconocen abiertamente. El problema mayor es que Chile se haya jugado por una política dura, porque ahora le es más difícil reconocer cosas que en cierto modo dramatizó como inaceptables.
¿Es posible hacer prevención y educación de consumo de drogas más allá de la abstinencia?
– Creo que es posible. Hay varios aspectos interesantes que serían trascendentes en la formación de la gente y que les sería útil para relacionarse con las drogas, y prevenir el consumo patológico de aquellas potencialmente adictivas, y otros problemas del uso de drogas que no son adictivas, incluyendo a los productos naturales. Lo que se debería pretender es un conocimiento real de la tradición humana y animal en el uso de sustancias que producen beneficios y que por tanto se acompañan o tienen como consecuencia alguna emoción agradable, que es lo que la vida biológica identifica con lo bueno, y por lo tanto tiende a repetirla, para así conservar y mejorar el estado vivo.
– La prevención no se puede basar en la abstinencia del consumo y en el uso exclusivo de las drogas legales, por mucho que la mejor manera de evitar el consumo perjudicial o patológico sea la abstinencia. La comunidad no quiere ni puede tener un comportamiento de esa índole. Por lo tanto es más adecuado el consumo de cualquier drogas con el debido cuidado personalizado de sus riesgos, el consumo de drogas legales únicamente y la abstinencia del consumo de drogas, en ese orden de prioridad. Cada uno verá un principio preventivo de acuerdo a su conveniencia.
– Por otro lado, si el dialogo social sobre los temas importantes de la convivencia no es amplio y enriquecedor perdemos todos una oportunidad de desarrollo y de educación, de estilo de vida más ambicioso. Si la vida real enseña más que las aulas, por último si se enseña en las aulas es para la vida real, de manera que en muchos sentidos decir cualquier cosa por arrear a la gente con buena o mala intención no puede ser inocuo para la salud pública.
¿Qué nos podría decir sobre el desarrollo de adicciones?
– Somos seres preadictivos o proadictivos, pienso. Creo que por el modelo instintivo, que funcionamos por el principio del placer y esto lleva al hábito. Sea que nos demos cuenta o no lo principal de la vida no está entregado a la volunta personal, demos como ejemplo: comer, reproducirse, luchar, arrancar y quizás cuantos impulsos heredados mas que podríamos distinguir. Todas estas tendencias que se nos imponen si o sí desde lo biológico, la naturaleza, del cosmos mismo al fin y al cabo porque nuestra naturaleza en la Tierra es una manifestación del universo. Así nos mantenemos en la condición de ser vivo, fuera de ello o enfermamos o morimos. En el fondo estas tendencias o instintos que nos envuelven completamente nos relacionan con el mundo de acuerdo a lo que necesitamos, y el organismo, nosotros mismos por tanto lo reconocemos como sentimientos agradables, y eso es el principio del placer. Es obvio para cualquiera, en lo que le pasa a la gente en la vida real de todos lo días y por siempre: el placer de comer, de enamorarse, de dormir, de ir al baño, de suprimir el sufrimiento del frío, del hambre, de una enfermedad, del dolor. Entonces para la persona, o para el sujeto biológico, es inteligente repetir lo que siente que le hace bien, acostumbrarse a eso que ya demostró ser bueno para su vida, lo absurdo, trágico, y suicida sería alejarse de lo que ha sido “reconocido” por el organismo como beneficioso.
– Es por esto que el hábito es tan importante, pero hay una pana, casi una pana lógica y natural en este mecanismo del hábito y es la dependencia, de cualquier tipo, y cuando se trata de dependencias a sustancias se les llama adicción a drogas. ¿Acaso alguien podría negar que este hábito patológico está presente en los millonarios, y en todos aquellos que son presos de una pasión dominante de ganar o poseer dinero, o poder, o personas en las dependencias amorosas?
– Mientras mejor salud mental y estabilidad mental menos riesgo de consumo perjudicial o patológico. Por ello es que a mayor nivel socio económico o de oportunidades en el orden social, hay menor posibilidades de consumo perjudicial o patológico (los niveles socio económicos altos consumen probablemente en mayor cantidad pero mejores drogas y de un modo adecuado evitando las complicaciones) y, un orden social con oportunidades para la satisfacción de las necesidades de la existencia disminuye el riego de adquirir una adicción. Y en cuanto a la droga mientras mas dura o adictiva sea y mayor oferta mayor probabilidad de complicaciones en el consumo.
¿Cuáles son las drogas más adictivas usadas en Chile?
– La Pasta base y el tabaco, después vendrían el alcohol y las benzodiazepinas o los tranquilizantes.
¿Qué rol juegan los medios de comunicación?
– Es determinante su influencia. Juegan un papel aspectos como la inducción publicitaria y los perfiles de las drogas; por ejemplo el wisky es elegante, el ron es alegre y la pasta base es delictual, para dar un ejemplo simplificado, y los medios están todo el día perfeccionando esos modelos. Cuando se habla de las drogas como siempre se asocia con tráfico, truculencia, balaceras o detenciones. Pacientes adictos me han contado que esos programas donde muestra y hablan de las drogas como reality, les despiertan fuerte ansiedad de consumo y perjudica su tratamiento ¿Qué les parece? Creo que las autoridades ni los canales saben que hay muchos televidentes en esa lucha por el raiting que están siendo perjudicados en su consumo anormal de drogas, quizás las autoridades y los canales están buscando el efecto contrario, espero que tomen nota.
¿Ve alguna contradicción en estos regímenes de representación?
– En Chile hay una política de control de estupefacientes y psicotrópicos dura y somos productores de buenos vinos y piscos, y durante las décadas pasadas hemos fortalecido la exportación, llevando la droga que más morbilidad y mortalidad produce a otros pueblos del mundo y principalmente a los jóvenes; y todavía no ponemos en las botellas una advertencia algo así como: el alcohol puede provocar graves daños para la salud y eventualmente llevar a la muerte. Uno de nuestros ídolos futbolísticos fue figura para la venta de drogas en un spot de vino con el slogan “la calidad va por dentro”, y después usando la misma ascendencia sobre la población, especialmente sobre los jóvenes, fue figura de la campaña antidrogas del Conace, exactamente al otro lado. Esa son contradicciones que se tienen en la visión de las drogas y en la transparencia de las acciones
Además que los mismos medios nos invitan a la utopía de una sociedad libre de drogas.
– Sí, podría haber la posibilidad de una vida sin drogas en una sociedad perfecta, entonces la oferta de placer, satisfacción o bienestar que ellas ofrecen estaría cubierta auténticamente por otras posibilidades, pero en ese camino de perfección nos hubiéramos desecho de tanto lastre y sufrimiento que también sería innecesarias las religiones, las ideologías, quizás los ritos. Por eso que es utópico.
– La gente necesita desarrollo, pero no para que deje de consumir drogas. A una población se le debe proveer de las condiciones para su educación, esparcimiento, trabajo, pero no como parte de un programa para alejarlos de la drogas, si no como parte de las necesidades naturales de sus miembros. ¿Recién van a pensar en la canchita de baby cuando enfrentan el consumo patológico de drogas. Esa población no se beneficia del deporte por sí mismo?
¿Qué problema de salud pública ves tu en el hecho de que para las autoridades todo consumo de drogas sea visto como adicción, o su posibilidad, olvidando que la mayor parte de los usuarios de sustancias prohibidas no tienen gran problema con su consumo?
– Es un acto automutilativo en lo psicológico, corporal y social porque desconoce y ataca aspecto de lo humano al calificar de patológico o criminalizando una dimensión normal. Ese tipo de contenidos preventivos son vistos con suspicacia porque se parte con una afirmación que no coincide con lo que la mayoría observa por si mismo. Pueden ser creídos por quienes no tienen ningún conocimiento sobre drogas ni van a estar probablemente en mayor riesgo, pero van a provocar resistencia y rechazo en quienes tienen experiencia y sobre todo en los usuarios con consumo perjudicial y en adictos que saben sobre la droga de la que están enamorados, puede que no sepan sobre la adicción, pero sobre la droga saben más que el profesional a veces, o que los políticos que determinan las leyes que las rigen, y son esos consumidores con problemas quienes más que nadie deben ser los destinatarios de esas políticas. Creo que las afirmaciones preventivas que igualan el consumir drogas a ser adicto, son efectivas en una franja de la población, y seguramente a consecuencia de ello hay muchas personas con la que se cumple el objetivo de salud. Incluso el condicionamiento con contenidos antidrogas de los niños a temprana edad, ya que no es educación propiamente tal, tiene efecto preventivo por que hay quienes nunca se van a exponer a sus efectos positivos o negativos.
– Es perjudicial para el uso del presupuesto en salud, seguridad, justicia, para las atenciones en cada uno de estos ámbitos que son recargados con demandas producidas por los programas que no van a ninguna parte porque muchas son personas sanas. Es el caso de los peritajes a usuarios de drogas enviados por los juzgados por que los encontraron con drogas ilícitas y debía diagnosticarse si tenía o no un consumo anormal, la mayoría de ellos por marihuana y por tanto con bajo porcentaje de problemas en el consumo. Si las autoridades dicen que el consumo es igual que la adicción, o no hacen la diferencia a veces o muchas veces, es porque algunos puede que lo ignoren lo que es lamentable, si no vergonzoso, pero creo que lo hacen cuando están tratando de ejercer una forma de control social. Quieren sacar a la gente a pasear pero con el collar puesto.
¿Cómo evaluarías los resultados hasta ahora obtenidos por el enfoque centrado en lo represivo que ha dirigido las políticas de drogas en Chile?
– Como aceptable pero insatisfactorio. No es una política chilena, es un alineamiento mundial. En las estimaciones de las políticas de drogas no me acuerdo de algún trabajo o estudio que elogie los resultados, todas las variables que pretendían reducir están en permanente crecimiento u oscilación, me refiero como siempre a lo que pasa en general internacionalmente.
– Países como Holanda que tienen políticas diferentes les ha ido bien en varias cosas en los más de treinta años que la tienen, pero no es una política abierta de verdad tampoco, solo tiene el camino medio abierto a la cannabis y sus derivados.
– En el caso particular de Chile con el Conace a la cabeza, han crecido y se han desarrollado, tanto en inversión como en rehabilitación, en diversificación de programas para distintos grupos con problemas, lo que es un gran mérito y un enorme trabajo sostenido en el tiempo. En la atención de los afectados no hay tanta diferencia en la intervención. Pero en la comprensión de las dinámicas sociales que relacionan a las personas con las drogas, creo que no han evolucionado y son como un espejo en el que por más que el país se mire no logra reconocerse.
¿Qué elementos señalarías como capitales a la hora de plantear otra política de drogas en el país?
– La persona tiene derecho sobre su cuerpo y no se le puede entregar al estado supremacía sobre la vida privada. Por lo tanto no debe penalizarse el consumo de ninguna droga. La ley de drogas produce violencia social, un factor que de alguna manera enardece la salud mental poblacional. Por su puesto para equilibrar tiene que legislarse firmemente para enfrentar la molestia derivada de los malos consumidores; el derecho a consumir drogas no autoriza en nada a perturbar a terceros no interesados, ni atenuar delitos o eximir de sanciones generales que se le aplica a todos.
¿Y respecto a la información de los organismos públicos sobre drogas?
– Esta debe ser sin censura ni distorsiones ideológicas. Cuando se leen los informes del boletín de narcóticos, o del centro de monitoreo europeo para la droga y la drogadicción, o la oficina de las naciones unidas contra las drogas y la criminalidad, se observa que los organismo de alto nivel tienen una actitud abierta en comparación al oscurantismo y la censura en el medio nacional, estamos siendo en los hechos mas papistas que el papa. Lo último atenta evidentemente contra la madurez del país y por ende la acertividad con que puede enfrentar situaciones. Por otro lado me preocupa y siento pena en cierta medida cuando se pretenden implementar programas contra las drogas en niños, me parece en cierta medida un abuso que implanten un chip en la mente limpia y en crecimiento de quienes no están en condiciones de oponerse, provocando en ellos un adiestramiento social con contenidos que pertenecen a un sector de la sociedad y con un tema de adultos. Respetémoslos, no convirtamos a los niños comparsas de las controversias existenciales que les tocara enfrentar a su momento; cuidemos de ir corriendo a ver quien se gana las mentes infantiles a su favor frente a cada controversia existencial que enfrentamos.
¿Qué le parece la distinción entre drogas duras y blandas?
– Tiene que haber una distinción. No es de sentido común que la marihuana sea prohibida porque tiene poco riego social y sanitario. Holanda el único país en donde durante décadas han practicado el consumo de marihuana en su política de drogas, seriamente monitoreado lo avala, ¿que otro país puede tener un respaldo similar? Lo que no significa que se pueda traficar libremente. Porque los comerciantes que tienen la motivación de la ganancia son un peligro para la relación equilibrada de las personas con las drogas, y son un estímulo a la criminalización de las actividades, las dinámicas y los productos comprometidos, y de eso no se salva quines giran alrededor de la marihuana, porque es un principio que tiende a cumplirse en todos los casos.
– También sería interesante considerar el funcionamiento de laboratorios que analicen las muestras de las drogas ilegales como un servicio quien quiera saber que va a consumir cuando las compra. Esta sería una típica intervención de prevención del riesgo y reducción de daño. No necesariamente tienen que ser gastos del estado, pueden ser laboratorios particulares, o de ambos, y con un sistema de monitoreo centralizado de los resultados que mida y siga la calidad de las drogas que están ofreciéndose en el mercado de drogas ilícitas. Un usuario con el informe de lo que ha comprado podría abandonar a los traficantes que ofrecen drogas malas, lo que en los hechos traería un impacto económico y sanitario en el mercado negro de las drogas insospechado. Además sería una excelente guía para ir previniendo a la población de acuerdo a los cambios de calidad y a las mezclas que vayan surgiendo.
¿No sería mejor empezar por cambiar los conceptos y llamar a algunas sustancias enteógenos, por ejemplo, noción que conlleva otra dimensión mucho más rica?
– Sí, me gustaría que en un política más sofisticada, pudiera accederse a drogas como LSD, éxtasis, hongos mágicos, mezcalina y todo ese grupo de drogas enteógenas, que tienen poco efecto adictivo. Lo principal del término enteógeno es que llevan a experiencias de revelación del mundo (hacen visible o generan a Dios), lo que corresponde a los éxtasis religiosos de los místicos; experiencias de integración profunda con el mundo y de conciliación personal. No todos se interesan en ellas, pero hay una necesidad en el ser humano de la aventura de la mente y del espíritu de gran belleza y moralidad que no puede si no enriquecerlo, y el que se sienta llamado a ello, es un derecho muy delicado procurárselo; del mismo modo que debe haber acceso expedito a las drogas para investigaciones sobre la mente y el comportamiento.
– Estas mismas drogas podría usarse para el bien morir. La humanidad, todas las personas tienen la sombra de la muerte rondando, es una realidad, el temor a como le va a tocar morir a cada uno, con cuanto dolor, cuanto tiempo de agonía, en que condiciones. La vida podría ser inmensamente más tranquila y hermosa si no tuviera esa incertidumbre terrible al final. La mayoría desea ingenuamente tener una muerte rápida y sin sufrimiento, sin ser carga para nadie. Cuanto cambiaría nuestra alma, la salud mental de la gente, si fuera diferente, y puede ser ya ahora mismo diferente. De manera que el poder químico actual nos aportara drogas con las que nos despidiéramos sin dolor y con un sentimiento profundo de seguridad y amor lo que sería la justa dignidad para el que muere y de gran nobleza para los que se quedan ¿si repreguntas que haría con la persona a quién más quiero en el mundo en esa encrucijada de la muerte? Evitaría que caiga en el precipicio del dolor, la desintegración física, el terror y el sufrimiento extremo, no podemos impedir la muerte pero si enfrentarla juntos con el o ella para que se valla volando gloriosamente, es como acompañarla hasta la puerta, un abrazo y nos despedimos con agradecimiento; ¡eso es escala humana! Si fuéramos capaces de tomar decisiones como estas probablemente seríamos capaces de vivir también mucho mejor y las drogas serían menos recurridas como medios de bienestar y habrían menos adicciones. Y sabes que en alguna importante medida las drogas nos hacen ese impagable favor de alivianarnos el sufrimiento y dolor en la muerte ya desde hace mucho, y son las mismas que denigramos banal y estúpidamente, por ejemplo los derivados del opio como la morfina, de donde mismo se origina la heroína. Debemos una disculpa por esta actitud grosera con lo que la naturaleza nos entrega.
Mauricio Becerra R.
* Esta entrevista forma parte del reportaje sobre como consumir drogas sin ser adicto, publicado en la edición de diciembre de 2008 de El Ciudadano.