Naciones Unidas publicó el Informe Mundial de la Felicidad, estudio que mide los índices de dicha en la población de 155 países alrededor del mundo. Estos resultados se dan una vez al año. La noticia, para sorpresa de muchos, fue que Chile ocupa la posición 20º, la primera de Sudamérica, superando a naciones como Argentina, Brasil, Francia o España.
El informe, según La Tercera, y dentro de varios parámetros, considera el PIB per cápita, la expectativa de vida saludable, contar con soporte social (amigos y familiares), libertad para elegir en la vida, corrupción y generosidad. Sin embargo, la pregunta que se les hace a los encuestados es la siguiente: En general, ¿qué tan satisfecho está con su vida en estos días?
Ante este cuestionamiento –en la que responder 0 corresponde a extremadamente insatisfecho, y 10 a muy satisfecho– fue que Chile obtuvo un promedio de 6,652 puntos, y si bien la cifra alcanzó para ocupar el top 20, se obtuvo menos puntaje que el año pasado, en un ránking encabezado por Noruega, Dinamarca, Islandia y Suiza.
La razón por la que subió algunas posiciones fue que los demás países también disminuyeron su puntuación.
“En general en esta década hay una sensación de crispación política en casi todos los países; ausencia de propuestas que sean integradoras, inclusivas. Esta baja puede ser el surgimiento de situaciones que ya se empiezan a dar como instaladas, como los discursos de odio a nivel comunicacional”, dice Claudio Avendaño, profesor de sociología de la Universidad de Santiago y doctor en comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Entender las cifras
La aparición de este estudio origina cuestionamientos naturales. La Organización Mundial para la Salud (OMS) dio a conocer hace un mes otro informe que relataba una situación completamente diferente: estableció que en Chile 844.253 personas mayores de 15 años, cerca de un 5% de la población, padecía de depresión. Y no se quedaba ahí, pues según la misma entidad, alrededor de un millón de personas mayores de 15 añoso sufría de ansiedad.
Cabe preguntarse, entonces, si es que la felicidad es compatible con enfermedades como la depresión o síntomas ansiosos. Aunque es difícil indagar en lo anterior, Avendaño cree que existe una diferencia entre la percepción individual frente a la colectiva. «Son diferentes estudios y ofrecen visiones distintas. Pareciera ser que en términos más universales, lo que pensamos de nosotros mismos es bastante más positivo a la percepción que tenemos de la realidad», dice.
Un ejemplo gráfico sería la diferencia que existe ante la pregunta ¿cómo estás? (casi siempre la respuesta es: bien) y ¿cómo crees que está la sociedad? (usualmente hay más libertad para criticar en esta segunda).
Estos resultados en ningún caso dicen que Chile sea un país feliz. La razón para argumentar lo anterior, según el académico, es que la comparación se realiza con otros países –que cuentan con sus respectivas condiciones adversas– y no con un ideal de cómo deberían ser las cosas. «Las personas que contestan dan cuenta de una realidad bastante mejor con otros países y no con un ideal. Si nosotros dijéramos qué tan cerca estamos de ser un país de personas felices probablemente la diferencia sea mayor. Nuestro ideal está por sobre la realidad que estamos viviendo», agrega Avendaño.
Según Wenceslao Unanue, profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez, hay otro indicador que podría influir en la cifra. «Se plantea que en unas áreas de Chile, debido a los desastres naturales como los terremotos e incendios, por ejemplo, han hecho que el país se una más y eso aumenta la felicidad. El altruismo es clave en la felicidad», dijo en entrevista con La Tercera.
Por último, señaló que «la felicidad es mucho más que la pregunta que considera el reporte». Esto, debido a que «no se pregunta por estilo de vida, por vínculos, por autonomía, etcétera. Seguramente si incluyese estos factores, el resultado sería muy distinto», apuntó.