Como seres humanos tenemos intrínseca la necesidad de una búsqueda de lo Trascendente (Dios). Todos nosotros hemos participado más de una vez, o al menos una, de algún rito, ritual o celebración litúrgica o social que haya incluido al menos una planta (o fruto de ella), como vínculo sagrado con la naturaleza/creación y a su vez con lo divino; al menos todas las personas que nos consideramos cristianas y hemos participado de una eucaristía/santa cena/comunión conocemos este vínculo de lo trascendente con una planta sagrada: el fruto de la vid.
Desde la antigüedad existe un estrecho vínculo entre la Espiritualidad y sustancias psicoactivas, que se utilizaban con el fin de acceder a un estado de conciencia sensible a lo Trascendente.
Sacerdotes y religiosos/as de prácticamente todas las culturas y en todos los tiempos hemos utilizado sustancias naturales o sintéticas tanto para ejercicios espirituales como para rituales de sanación.
El Teólogo y Psicólogo Jesuita Martin Baró, en 1972 estando en El Salvador, reconoció que “es sabido que, entre las tribus precolombinas, era muy frecuente el consumo de drogas – eso sí, regulado por costumbres y tradiciones”. 2 y planteó que la sociedad es la que provoca un consumo abusivo y problemático de sustancias como el alcohol, sobre todo planteaba la irracionalidad y doble moral de los padres de familia que senalan y estigmatizan a sus hijos por el consumo de Cannabis, y al contrario les alientan a consumir una sustancia altamente peligrosa como el alcohol.
En muchos casos las sustancias acompañaron y acompañan rituales de iniciación. Por ejemplo: en el cristianismo católico, la primera comunión va acompañada del pan y el vino, esta última una sustancia psicoactiva, que simboliza la sangre de Cristo. Otras comunidades usan sustancias vegetales como la Cannabis, Ayahuasca, el Peyote, Hongos Psilocíbicos, etc. Estos ejemplos se repiten en casi todas las religiones. Existen testimonios en diversas fuentes literarias, tanto religiosas como medicinales.
Un detalle importante a tener en cuenta es, que previo rituales de iniciación, el o la candidato/a recibe una preparación en la que se aprende el respeto por la sustancia y su valor simbólico, los cuales deben ser del mayor interés para el neófito; no sólo por la significación peculiar, sino porque abre un campo extenso y bello de investigaciones: el que abraza el simbolismo de las plantas sagradas.
En todos los antiguos sistemas iniciáticos y religiosos, hubo y hay siempre una planta sagrada que tiene su simbolismo especial y es venerada por los devotos como Sagrado Emblema. En los misterios de Dionisos se empleaba la Hiedra; en los de Ceres, el Mirto; en los de Osiris, la Erica; en los de Adonis, la Lechuga, en los de Jesucristo la Vid.
En realidad, hasta el surgimiento de la medicina hipocrática (alopática / científica) puede decirse que los recursos curativos y de evolución espiritual se parecen bastante en diferentes épocas y lugares (dentro de lo disponible para cada área botánica), y que las verdaderas diferencias corresponden a los marcos mítico-rituales de cada grupo cultural.
Partiendo de este precepto reconocemos que las Plantas Sagradas (sustancias psicoactivas) y la Espiritualidad han estado ligadas desde el principio de la humanidad en el proceso evolutivo de la religiosidad, aceptamos la importancia teológica de las mismas y la necesidad de una teorización sobre la relación de estas y la vida espiritual actual. Además surge la necesidad de la reconceptualización de diversos términos obsoletos y excluyentes, para iniciar un largo y necesario camino hacia políticas públicas concretas que utilicen metodologías inclusivas como la reducción de daños y riesgos; exhortando a las autoridades desde la sociedad civil, para cambiar el enfoque hacia los usuarios de sustancias de un punto de vista penal, represivo y coercitivo a un enfoque preventivo y socio-sanitario respetando los derechos esenciales de la persona humana.
En el siglo XX se instauran políticas prohibicionistas hacia algunas Plantas Sagradas, debido a intereses de los poderes hegemónicos de la corporatocracia de la época. Estas medidas prohibicionistas fueron impulsadas por los EUA, que sigue invirtiendo millones de dólares en ellas, aunque ya haya quedado clarísima su ineficacia para combatir el narcotráfico y el abuso de algunas sustancias.
Como sabemos, el prohibicionismo tiene muchas consecuencias que ya conocemos, desde las miles de muertes causadas anualmente debido a la nefasta “guerra contra las drogas”, hasta el romper con la libertad y sabiduría de tradiciones milenarias y provocar como consecuencia dos tipos de consumo:
a) un consumo responsable, es decir, que el individuo es consciente de estar eligiendo consumir esa sustancia, que la respeta, sabe sobre sus efectos y consecuencias, pues se ha informado sobre su adecuado consumo y tiene un motivo claro para hacerlo.
b) un consumo problemático, inconsciente, en tanto que al ser una temática demonizada por el statu quo, se desinforma argumentando desde una doble moral. El abuso de sustancias en general suele estar asociado a una búsqueda para llenar un vacío interior, un vacío espiritual, por eso usan sustancias que les dan alguna especie de satisfacción interna, química. El problema se plantea cuando la persona que usa la sustancia no tienen la información adecuada y el uso de la sustancia se les vuelve en contra por no tener instrucción y suficientes datos veraces.
Dr. Sergio Sanchez, Rvdo. Martin Diaz, Rvda. Daniela Kreher, Dr. Milton Flores
Es precisamente el carácter sagrado atribuido a estas plantas lo que las convierte en objeto de reverencia y culto otorgándole a la vez un profundo significado cultural. Estas plantas sagradas no sólo enriquecen la solidaridad social sino que facilitan la comunicación ritual con los espíritus y divinidades. El uso ritual de estas plantas permite la integración del individuo con su familia, su comunidad, su cultura y su medio ambiente.
Estas plantas son consideradas plantas sagradas y es por esta razón que parece más apropiado adoptar esta definición, por encima de otros términos como plantas psicoactivas, psicotrópicas, psicodélicas o enteógenas, que se basan en categorías clasificatorias occidentales, para convertirlas en tóxicas, malditas, prohibidas y hasta en diabólicas. También es necesario revisar e incluso desechar la denominación de plantas alucinógenas, utilizada profesionalmente en medios de comunicación, por la connotación de estado patológico (enfermedad o locura) que conlleva esta palabra, y que al mismo tiempo, asocia peligrosamente estas plantas con la idea de drogas. Si bien hay múltiples elementos que diferencian claramente las plantas sagradas de las sustancias que generan drogodependencia, esto intencionalmente no ha sido suficientemente aclarado.
Distintas disciplinas como la antropología, la psicología, la medicina, la etnobotánica, la biología o la química vienen estudiando seria y sistemáticamente la importancia de estas plantas. En los años recientes además del interés científico, ha surgido una latente actitud de revalorización de la sabiduría ancestral de los pueblos originarios. De la misma manera, una búsqueda de un verdadero diálogo de saberes y formas que complementan estos conocimientos con los de las culturas dominantes.
A las formas de control actuales le interesan las sustancias que estimulen para rendir, o las que adormezcan cuando seamos conscientes de lo deprimente que es el sistema en sí. Por supuesto, las que muestren mundos mejores o favorezcan la introspección y espiritualidad son demonizadas y supuestamente combatidas, con altísimas inversiones, que sólo favorecen a las industrias bélicas y farmacéuticas.
Nuestro trabajo en El Salvador y nuestra visión del proceso a nivel continental
En medio de la inclemente violencia que se vive cada día mas a flor de piel en El Salvador, las juventudes se han unido para pedir una regulación de la Cannabis. La Iglesia Evangélica Protestante de El Salvador (IEPES) como precursores y voceros de este esfuerzo hacemos un llamado a la Paz y a la reflexión para iniciar una nueva etapa y dejar a un lado la nefasta, obsoleta e inhumana “guerra contra las drogas”
El Salvador es parte del triángulo norte de Centroamérica. País de tránsito por facilidades debido a TLC con USA. El país más pequeño del continente americano y el segundo más violento. En estos momentos El Salvador vive inmerso en una ola de oscuridad y violencia. Una vez más. El pan cotidiano está marcado por la falta de perspectivas, pobreza, asaltos, maltratos, asesinatos atroces, extorsiones, sangre de hermanos matando a sus propios hermanos por dinero, tecnología, drogas, información o por el simple hecho de así desearlo.
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En medio de tanta oscuridad algunas comunidades cristianas, artistas y grupos de la sociedad civil se esfuerzan por abonar a la superación de tanta violencia doméstica, social, estatal y de tanto atropello a los derechos humanos y las libertades individuales. Nuestra comunidad está convencida de que la Regulación le conviene a todas las partes de la sociedad, y ha evidenciado ser herramienta útil para el crecimiento espiritual, la reducción de la violencia y la delincuencia de manera sorprendente.
La IEPES, desde la Pastoral de Reducción de Daños y Riesgos, se hace voz y eco de muchas personas y grupos que tienen esperanzas de poder producir su propia medicina, de poder usar y plantar cannabis sin ser criminalizadxs; también de personas que tienen usos problemáticos y necesitan ayuda terapéutica eficaz y humana, basada evidencias y con un enfoque desde el amor y el respeto; así como también de grupos y personas que sin ser usuarios de la Cannabis apoyan la búsqueda de nuevas alternativas en pos de mayor bienestar general y el crecimiento integral de la sociedad misma.
En El Salvador muchos grupos y personas se están uniendo en un sólo clamor por la paz, expresándose a través de un vinculo común, su experiencia con lo sagrado a través de una Planta Sagrada; en este caso la Cannabis.
Como seguidoras y seguidores de Jesús de Nazareth, nos vemos comprometidos a amar a nuestro prójimo, y eso implica aceptar y respetar aunque el otro o la otra sea diferente a nuestros deseos; lo cual también implica sostener, orientar y acompañar a quien está pasando un momento difícil en su vida y proceso evolutivo.
Latinoamérica ha puesto la mayor cantidad de muertos en la guerra contra las drogas. Por eso también es Latinoamérica la que lidera la regulación, pues ya no puede quedar en manos de criminales la salud y los derechos de las personas que usan drogas.
En El Salvador la reforma de las políticas de drogas significa una semilla de esperanza, porque mediante la regulación habría una nueva oportunidad de desarrollar y aplicar estrategias integrales de reducción de la violencia, reducción de daños y riesgos, etc.
Necesitamos cambiar nuestra mirada sobre nosotrxs mismxs, sobre las relaciones con lxs demás y el vínculo con las demás formas de vida. Necesitamos animarnos a desaprender esas ideas violentas y obsoletas y reconocer que podemos aprender nuevas experiencias.
En resumen: las plantas y los hongos son fuente de alimento y fuente de conocimiento cuando las usamos conscientemente. Si nos falta la educación, el saber, la información acerca de ellas no podemos ser consumidores responsables.
Cada cultura, cada etnia o grupo social dentro de su proceso de evolución y desarrollo histórico, han identificado, seleccionado y usado históricamente diferentes plantas que producen un estado alterado de conciencia que abre puertas hacia el contacto con lo sagrado, provocando así una conexión con lo Trascendente y la expansión de la conciencia misma.
Les agradezco a todas y a todos que puedan seguir y ser observadores del proceso que comienza en El Salvador y que se une hoy a este esfuerzo trascendental por la búsqueda y construcción de la realidad que a nosotros nos ha mostrado el Maestro Jesús.