Según la Casen 2013, un 16,7% de los chilenos son de tercera edad y 17.200 viven en asilos o en establecimientos de larga estadía. La soledad, el aislamiento y las enfermedades son aspectos transversales en el último periodo de sus vidas, pero también existen lugares para cada sector socioeconómico.
Aquí la historia de dos ancianas con realidades, rutinas y miradas opuestas marcadas por sus nivel socioeconómico.
Elsa (79), despierta todos los días alrededor de las 7 de la mañana. Entre paredes desgastadas, camas y camillas, la habitación que comparte con 5 ancianos más, es un lugar oscuro y gobernado por el silencio. Elsa está sola. Nadie habla.
Al otro lado de Santiago, en el segundo piso del Hogar Italiano, Emma (92), se levanta a las 10 de la mañana, luego de tomar desayuno mirando desde su ventanal el gran y verde patio que tiene la institución.
Salud en soledad
La soledad y el aislamiento son problemas recurrentes dentro de este grupo etáreo, y pueden causar enfermedades sicológicas tales como depresión. Según la Organización Mundial de la Salud, el 17% de los chilenos sufre de depresión, mientras que un 22,5% de ancianos mayores de 75 años presenta deterioro cognitivo, aumentando la vulnerabilidad a problemas de ánimo, bipolaridad y/o problema sicológicos.
Para el Doctor Miguel Cornejo del Instituto Geriátrico Chileno “los adultos mayores que están en instituciones y no con sus familias, tienden a la depresión y aislamiento porque no se sienten importantes ni útiles. Lo fundamental para una buena vejez es tener vínculos emocionales fuertes y una familia presente.”
En la actualidad, Fundación Las Rosas cuenta con más de 2.300 adultos mayores en sus 37 hogares a nivel nacional. Además de cobrar un pequeño porcentaje de la pensión de cada uno, esta recibe constantes aportes de socios, del Ministerio de Salud y de colectas anuales. Elsa recibe una pensión de 121 mil pesos, de los cuales destina alrededor de 20 mil para ayudar a su hijo y 50 en medicamentos no disponibles en la institución.
Fue toda su vida profesora de castellano en Linares y hace tres años, luego de que falleciera su esposo, llegó a vivir a Independencia. Su hijo vende confites en las micros en Gran Avenida. Se ven dos veces por semana, debido la atención que necesita Elsa es imposible que vivan juntos.
Emma fue por 20 años asistente social en una reconocida empresa, a los 30 quedó viuda y a los 50 jubiló porque perdió un ojo en un accidente laboral. Actualmente recibe su pensión a través de la Caja de Empleados Particulares y la pensión de viudez Monte Pío. Además desde hace muchos años tiene su propio departamento que actualmente arrienda y la residencia la puede costear sólo con sus ingresos personales.
Las diferencias en el acceso a servicios y atenciones médicas, un lugar donde vivir o simplemente la posibilidad de interactuar o recibir estímulos de actividad, dependen de la posición social en la que se encuentre cada uno. Hoy un 13,8% de la tercera edad pertenece al primer quintil, mientras que un 23,1% forma parte del quinto quintil.
En el área de salud, el 81,8% de los adultos mayores se atiende en el sistema público de salud (FONASA), dejando en evidencia el bajo porcentaje de ancianos que no tiene la capacidad de pagar una mejor previsión. El debilitamiento del sistema público en comparación a la inyección de recursos que reciben instituciones privadas, da la posibilidad a una minoría de acceder a una vejez digna, mientras que, según la última encuesta de Calidad de Vida de los Ancianos, un 64% dice no tener ingresos suficientes para cubrir sus necesidades.
Luego de tomar un poco de sol en el patio, Elsa va al salón en el que está la televisión. Una antigua Phillips que sólo sintoniza los canales nacionales. Sin mucho volumen –para no molestar a los demás- Elsa se sienta en los sillones de cuero rojizo descascarados a esperar el almuerzo mientras ve el matinal. El aburrimiento se la va a llevar en cualquier momento, asegura.
El Doctor Miguel Cornejo afirma que “independiente de si el asilo tiene buenos recursos económicos y muchas actividades para los ancianos o si es más precario y no tienen atención personalizada, lo importante es mantener el contacto con la familia, ya que la soledad no está condicionada por los factores cuantitativos, sino de la vigencia del lazo afectivo familiar”
Todos los jueves, Claudio, el único hijo de Elsa, deja por un rato la venta de dulces para comprar una porción de torta de crema y arándano sin azúcar para su mamá.
-¡Son una mentira! Exclama la anciana entre risas.
Cristian Cepeda, sociólogo de la Universidad Academia Humanismo Cristiano, explica que «al ser seres sociales, las personas tenemos como una de nuestras principales necesidades, el de interactuar con un otro, tener un compañero, y más importante todavía, tener relación con un núcleo familiar propio».
y agrega que «al estar toda su vida en un ritmo de vida rápido y dinámico, llegando a la vejez, la inactividad mezclada con la soledad, los atrapa como en un nudo que casi siempre deriva en problemas como, entre otros, la depresión. Cuando los rasgos del mercado llegaron hasta la familia, la individualización del sujeto terminó por aislarnos entre nosotros mismos, siendo quizás los ancianos los más afectados».
Mirando a futuro
Según el Instituto Nacional de Estadística, para el 2050 la cantidad de adultos mayores llegará al 21,6% de la población, además pronostican que para el 2020 habrá casi la misma cantidad de niños y ancianos.
La urgencia de políticas públicas dirigidas a la tercera edad, se ha visto reflejada en movimientos ciudadanos masivos, como No + AFP, quienes plantean repensar el sistema de capitalización individual de pensiones.
El Estado, a través del Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA), el cual tiene distintos programas y beneficios sociales, como Turismo Social, Cuidados Domiciliarios y el Fondo de Subsidios para Establecimientos de Larga Estadía (ELEAM), no da soluciones para la cantidad de personas de tercera edad.
Hoy, hay 17.200 ancianos que viven en asilos o en establecimientos de larga estadía, mientras que un 6,9% de la tercera edad, aún vive de allegado.