Los compuestos organoclorados son contaminantes usados anteriormente como pesticidas o aislantes que aún hoy siguen presentes debido a que son muy persistentes. Tienen una toxicidad significativa en plantas, animales y seres humanos, por lo que suponen un peligro cuando se liberan en el medio ambiente ya que se quedan presenten en las cadenas alimenticias y en el suelo.
En España, el proyecto INMA (Infancia y Medio Ambiente) estudia los efectos que los diferentes contaminantes químicos presentes en el medio ambiente pueden tener en el desarrollo infantil. Aritz Aranbarri es el investigador de la Universidad del País Vasco a cargo del estudio que se centró en la incidencia de tres tipos de compuestos organoclorados sobre el desarrollo motor y neuronal de los fetos: el hexaclorobenceno –HCB-, el diclorodifenildicloroetileno –DDE– y los policlorobifenilos –PCBs-.
El investigador explica que las funciones en desarrollo -como el lenguaje, la motricidad o la atención- están influenciados por todo aquello que rodea al niño o a la niña durante su infancia, así como por la exposición que ha tenido a ciertos contaminantes durante la fase prenatal, es decir, duratnte el desarrollo del feto.
La base de esta investigación es un estudio epidemiológico para el que se han recogido multitud de datos médicos sobre un amplio grupo mujeres embarazadas a las que, además, se les ha hecho un seguimiento sobre sus hábitos de vida y de dieta, así como del desarrollo fetal, monitorizado durante todo el embarazo.
El estudio se ha realizado en el área de impacto del Hospital de Zumarraga, elegido por ser el más cercano a un famoso conjunto industrial. Los resultados obtenidos de las medidas de contaminación en sangre muestran que, aunque los niveles de los anteriormente mencionados compuestos organoclorados son muy bajos, existe una relación significativa entre la exposición prenatal a estos organoclorados y un menor desarrollo motor. Los resultados determinan que aquellos niños y niñas a los que se les ha detectado un desarrollo motor más bajo -aunque siempre dentro de la normalidad- se han asociado a niveles de compuestos organoclorados parentales más altos.
La diferencia encontrada en el desarrollo motor de unos niños y otros no es clínicamente relevante, pero sí estadísticamente significativa.
Por el contrario, en cuanto al desarrollo cognitivo, no se han encontrado efectos relacionados directamente con los niveles de contaminación en sangre, ya que el desarrollo de procesos como la memoria, la percepción o la solución de problemas está más influenciado por el entorno social y familiar.
El investigador concluye con que «los resultados son relevantes para la salud pública, pues considerando que los niveles hallados son bajos, estos compuestos muestran una neurotoxicidad suficiente para mostrar un efecto detectable a nivel poblacional«. Estas conclusiones apoyan la idea mundial de avanzar en la estrategia de conocer y reducir el riesgo asociado a la exposición de este tipo de sustancias que, además, ayudarán a generar hábitos y conductas de protección de la salud.