Investigadores de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), en colaboración con otras universidades, lograron establecer una relación entre los niveles de irisina (hormona producida por el cuerpo cuando se ejercita) y un posible tratamiento para la pérdida de memoria provocada por el Alzheimer.
Los resultados del estudio fueron publicados por la revista «Nature Medicine» y se traducen en hallazgos alentadores para el tratamiento de esta enfermedad que afecta a los seres humanos principalmente en la etapa de la vejez.
Según los investigadores, se descubrió que existen niveles bajos de irisina en el cerebro de los pacientes afectados por el Alhzeimer, según lo observado en los ratones que fueron utilizados como modelos en el estudio.
También se comprobó que la reposición de los niveles de irisina en el cerebro, incluso con ejercicios físicos, consigue revertir la pérdida de memoria de los ratones afectados por el Alzheimer, y que la irisina es lo que regula los efectos positivos de los ejercicios físicos en la memoria de los ratones.
En este sentido, Sérgio Ferreira, profesor de la UFRJ y uno de los autores del estudio, afirmó que «la gran contribución de la investigación fue probar que los niveles de esta hormona están de hecho disminuidos en los cerebros de los pacientes con Alzheimer».
Explicó que «en segundo lugar, fue intentar investigar si el reponer los niveles de esta hormona en el cerebro de los ratones sería bueno para la memoria. Observamos que si intentamos aumentar los niveles de irisina, se mejora la memoria».
Finalmente “se demostró que la irisina es justamente el intermediario entre el efecto benéfico del ejercicio y la mejora de la memoria», agregó Ferreira.
Otras funciones de la irisina en varios órganos del cuerpo ya eran conocidas, como la de regular el metabolismo del tejido adiposo y regular procesos que suceden en los huesos.
Para los investigadores de la UFRJ, Mychael Lourenco y Fernanda de Felice, los descubrimientos refuerzan la importancia de los ejercicios físicos en el combate a la enfermedad, y recordaron que el hecho de que el cuerpo produzca irisina disminuye las posibilidades de efectos olaterales, lo que da esperanza para nuevos tratamientos.
«Es diferente de una medicina desarrollada en un laboratorio, por ejemplo, porque se sabe menos sobre los efectos colaterales que puede causar. Lamentablemente no hay un tratamiento para el Alzheimer que funcione, entonces la búsqueda para ello es importante», dijo Lourenco.
El estudio se comenzó hace siete años, luego que un investigador de la Universidad de Harvard constató que la irisina mejoraba los síntomas de la diabetes tipo 2 en los ratones, por lo que se intentó descubrir si la hormona podría tener algún efecto protector sobre el cerebro.
El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa causada por la muerte progresiva de células del cerebro, que perjudica funciones como la memoria, la atención, la orientación y el lenguaje y, por el momento, no se conoce ninguna cura.
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