Investigaciones han sugerido que mantenerse activo en la mediana edad puede ser tan bueno como hacerlo en la juventud, cuando se trata de reducir el riesgo de muerte prematura y mantener la salud.
Al analizar los patrones de ejercicio de las personas a medida que envejecían, y sus registros de defunciones posteriores, los investigadores también advirtieron que no vale la pena descansar sobre los laureles, porque los beneficios se desvanecen una vez que el ejercicio disminuye.
«Si no estás activo y decides comenzar a los 40-50 años, todavía puedes disfrutar de muchos de los beneficios [del ejercicio]», dijo el Dr. Pedro Saint-Maurice, autor principal del estudio del Instituto Nacional del Cáncer en Estados Unidos.
El estudio, publicado en la revista Jama Network Open, se basó en datos de más de 300.000 estadounidenses de 50 a 71 años, que realizaron un cuestionario a mediados de los años noventa, cuando se les pidió que estimaran el nivel de su ejercicio (como pasatiempo), de moderado a vigoroso, en diferentes etapas de su vida. Luego, los investigadores tomaron los registros nacionales para rastrear quiénes habían muerto en los años siguientes hasta finales de 2011, y por qué causas.
Después de tomar en cuenta factores como la edad, el sexo, el hábito de fumar y la dieta, el equipo descubrió que aquellos que hacían ejercicio en la mediana edad tenían un menor riesgo de muerte -por cualquier causa- en los años posteriores, en comparación con aquellos que nunca habían realizado ningún ejercicio. Sin embargo, cuando el equipo observó 10 patrones diferentes en la forma en que las personas eran activas a lo largo de su vida, encontró una sorpresa.
Los hombres y las mujeres que gradualmente aumentaron su actividad a aproximadamente siete horas semanales a la edad de 40-61 años, redujeron su riesgo de muerte por cualquier causa en los años siguientes, en un 35% aproximadamente. El beneficio fue similar al observado para las personas que habían empezado y mantenido una actividad similar en la adolescencia o en sus 20, o las que se ejercitaban en la juventud y mediana edad, pero disminuyeron su actividad alrededor de los 30.
Se identificaron tendencias similares cuando el equipo observó la relación entre los patrones de ejercicio y dos causas particulares de muerte, enfermedad cardiovascular y cáncer, aunque los beneficios fueron mayores para el primero que para el segundo.
Sin embargo, el estudio descubrió que el efecto protector del ejercicio no duraba para siempre: las personas cuyos niveles de ejercicio de ocio disminuían en la mediana edad, no tenían ninguna diferencia en el riesgo de muerte prematura con aquellos que siempre habían sido sedentarios.
«Si has estado activo y disminuye lentamente tu participación en el ejercicio a medida que envejeces, pierdes muchos de los beneficios asociados con el ejercicio», dijo Saint-Maurice.
Si bien el equipo dijo que los niveles de actividad física registrados en el estudio eran solo estimaciones generales, los hallazgos mostraron que los patrones de ejercicio eran importantes.
El estudio tiene algunas limitaciones no mayores, como basarse en los recuerdos de cuán activos estuvieron los participantes en sus décadas pasadas, aunque el equipo verificó si las personas generalmente respondieron de manera similar al repetir el cuestionario después de seis meses. Además, la investigación solo analizó la mortalidad, no otros aspectos de la salud, como enfermedades y condiciones crónicas.
Sin embargo el mensaje es positivo. «Esto se suma al creciente cuerpo de evidencia sobre la importancia de la actividad física y el ejercicio en el transcurso de la vida, e indica que nunca es demasiado tarde para comenzar», dice Dylan Thompson, profesor de psicología humana en la Universidad de Bath en el Reino Unido (quien no fue parte del estudio).
El Dr. Charlie Foster, de la Universidad de Bristol, dijo que era importante centrarse no solo en la actividad física sino también en los ejercicios de fuerza, que «mejoran la salud y disminuyen el riesgo de enfermedades crónicas».
Fuente: The Guardian.