Los medicamentos son la tercera causa de muerte tras las enfermedades cardíacas o los infartos, y el cáncer. Peter Goztsche publicó en 2014 el libro “Medicamentos que matan y crimen organizado: cómo las grandes farmacéuticas han corrompido el sistema de salud”. Y un año después “Psicofármacos que matan y denegación organizada”. Su autor, que ha trabajado durante ocho años para el sector farmacéutico arremete contra la manera en que este se enriquece. Porque distorsionan las conclusiones de numerosas investigaciones en beneficio propio.
El profesor Goztsche, gran autoridad en el diseño de estudios científicos, aboga por un cambio en el uso uso de los medicamentos, ya que según explica, ansiolíticos, antidepresivos o antipsicóticos se recetan sin tener en cuenta sus efectos dañinos sobre el paciente.
Porque, si se dejan de lado las dos primeras causas, la tercera supone un atentado contra la vida. No es algo natural que pueda achacarse a problemas personales. De hecho, un estudio realizado por expertos del hospital Johns Hopkins, en Maryland, más de 250.000 personas mueren al año por errores médicos, la mayoría relacionados con el uso de medicamentos. Esto supera los fallecimientos por enfermedades respiratorias, accidentes, infartos y el Alzheimer.
Por otra parte, en el libro “Los inventores de enfermedades. Cómo nos convierten en pacientes” su autor Jörg Blech sostiene el argumento de Peter Goztsche sobre la corrupción de los laboratorios. Son estos la principal causa del problema. Porque son ellos quienes se encargan de sacar al mercado “nuevos medicamentos para tratar procesos normales de la vida como si fuesen enfermedades”. En su libro enumera varias de estas nuevas enfermedades que serán tratadas con pastillas cuando tal vez no fuese necesario. Por ejemplo, el conocido como Déficit de atención e hiperactividad infantil, que derivará en psicofármacos para menores de edad. Un psicofármaco actúa sobre el sistema nervioso central, e implica cambios temporales en la percepción, ánimo, estado de conciencia y comportamiento. Muchos están prohibidos por estar considerados como de elevado riesgo para la salud, por lo que usarlos como terapia en los pequeños podría traducirse en problemas de desarrollo, trastornos de la personalidad, etc.
Industria farmacéutica v/s salud pública
Joan-Ramón Laporte, jefe del servicio de farmacología del Hospital Vall d’Hebron, catedrático de farmacología en la UAB, subraya la importancia del control de los laboratorios y de las empresas farmacéuticas: “Los laboratorios no dan acceso público a los ensayos clínicos ni tampoco al sistema de salud. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios aprueba medicamentos sin ver los datos de cada uno de los pacientes que han participado en los ensayos”.
Hugo Muñoz Arévalo
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