No fue hace mucho tiempo cuando todavía se creía que los periodos regulares eran esenciales para la salud de las mujeres y su abstinencia y que la pérdida de sangre por otro orificio era un buen sustituto. En Aforismos, un texto griego clásico ligado a Hipócrates, se menciona que el sangrado nasal sería una buena opción si el periodo menstrual se suprimiera, e igualmente se considero vomitar sangre.
Estas creencias estuvieron vigentes en Europa occidental hasta mediados del siglo XIX, explica Helen King, profesora de estudios clásicos de The Open University en The Conversation de donde retomamos las 4 ideas más tontas sobre la menstruación:
1. La acumulación de sangre causa enfermedades: Como Hipócrates, muchos más pensaron que la sangre tenía que ser derramada para que no ocasionara alguna enfermedad. Obviamente, en la actualidad sabemos sobre la ovulación y el rol de las hormonas en el ciclo menstrual aunque esto se descubrió entre 1890 y 1920.
Antes de eso, el flujo menstrual no se entendía como el desprendimiento del revestimiento del útero. En lugar de eso, la gente pensaba que se acumulaba de alguna parte del cuerpo ya que las mujeres tenían la carne más suave y esponjosa comparada con la de los hombres. Su teoría era que de la pubertad a la menopausia, esa sangre tenía que salir cada mes para que las mujeres no cayeran enfermas.
2. La sangre forma a los bebés: El sangrado era una prueba de que las mujeres tenían la capacidad de concebir. Asimismo , se creía que la sangre formaba a un nuevo ser y que además lo nutría en el útero. Como escribió Galeno, el médico y fisiólogo griego, hace mucho tiempo: “La sangre es potencialmente carne y solo requiere el mínimo cambio para producirla”. Sino había sangre, no había posibilidad de tener un bebé.
Hoy sabemos que la placenta mantiene el suministro de sangre al neonato y que le proporciona nutrientes y oxígeno a través del cordón umbilical, pero de ninguna forma el bebé se forma del sangrado menstrual.
3. Perder mucha sangre es normal : ¿Cuánto flujo esperan perder las mujeres? En la actualidad, un periodo “normal” implica la pérdida de 80 mm o tres onzas. En el siglo V a.C., en los textos médicos hipocráticos como Enfermedades de la mujeres, se creía que se perdían aproximadamente 500 ml en el lapso de dos o tres días, lo que es demasiado.
Esta creencia pudo haber tenido su origen en lo que se consideró la máxima capacidad del útero. Cuando se lavó con leche o miel, se observó que esa era la cantidad de líquido que podía contener.
En el siglo XIX, una pérdida de medio litro de sangre de los oídos u otros órganos se interpretaba como una compensación ante la falta de menstruación.
4. Sangrar exageradamente era bueno: Los escritores médicos de la Grecia antigua también mencionaron el ideal de la mujer que sangraba como “una bestia sacrificada”. Para el lector de hoy, eso suena desagradablemente sangriento. Para una chica griega de aquellos tiempos, era algo digno de admirarse, ya que el sacrificio de los animales unía el mundo de los humanos al de los dioses.
Sin embargo, esperar una gran pérdida de flujo sigue siendo algo normal en tiempos modernos. Todavía en 1960, un estudio antropológico encontró que las mujeres de un pueblo de Gales esperaban tener una abundante menstruación argumentando que se sentían mucho mejor después de eso.
Las teorías médicas no siempre apoyan esta creencia. Muchos médicos en el siglo XVI insistían en que la sangre de la menstruación era igual a cualquier otra, aunque la idea de que esa sangre estaba “contaminada” de alguna manera pudo no haber sido creída por gente ordinaria.
Al igual que el revestimiento del útero, el nasal es una membrana mucosa y ambos responden a los estrógenos a través de la hinchazón y el sangrado. La endometriosis, una condición en la cual las células del revestimiento del útero migran a otras partes del cuerpo (generalmente la región pélvica), puede causar sangrado en respuesta a la estimulación hormonal y esto puede ocurrir en sitios inusuales, como el ombligo.
La explicación de los médicos del pasado fue que cualquier sangrado en las mujeres era menstrual, independientemente de la fuente del mismo. Tal vez sea así en el caso de la endometriosis pero no en el de la menstruación. Y ese proceso marcó desde el principio una dramática diferencia entre los sexos que después tomó un sin número de significados culturales que se extendieron a otro tipo de hemorragias.