En 2013 hubo casi 1.400 llamadas a centros de emergencia por envenenamiento con ecigs en Estados Unidos
Creado en China en 2004, el cigarrillo electrónico, también llamado ecig y hoy popularmente conocido por las nuevas generaciones a través de la práctica del “vapeo”, sigue dando razones para no consumirlos, más allá de ser—aparentemente–menos perjudiciales e inocuos que los cigarrillos convencionales.
Si bien la gama de marcas es amplia, diversificada y ajustada a los gustos más exigentes a lo largo y ancho del planeta, Juul Labs, Inc. una compañía estadounidense de cigarrillos electrónicos que surgió de Pax Labs en 2017, dejará de vender sus cigarros electrónicos con sabor a frutas y postres por la adicción que causa a los jóvenes.
La marca informó esta semana que retirará del mercado voluntariamente los sabores de mango, crema, fruta y pepino, debido a la adicción que produce a los jóvenes. A su vez, ha reconocido la “falta de confianza” de su público en la industria del vapeo.
La razón de esta franquicia que fabrica el cigarrillo electrónico Juul y empaqueta sales de nicotina del tabaco en hojas en cartuchos de un solo uso, es que está siendo demandada por adultos y menores de edad que afirman que se volvieron adictos a la nicotina a través de los productos de Juul.
En consecuencia, la administración del presidente Donald Trump ha propuesto prohibir casi todos los sabores de vapores.
Adicción saborizada Si bien el diseño generalmente imita un cigarrillo o una pipa, el aparato contiene un cartucho recambiable o recargable con sustancias que contienen propilenglicol, glicerina vegetal, nicotina en diferentes dosis (entre 0 mg y 54 mg/ml), sabores y aromas, diversos estudios muestran que la dosis de nicotina que “dicen tener” los cartuchos muchas veces no coincide con la que “realmente” tienen.
Los fabricantes aseguran que los ecigs son menos perjudiciales que los cigarrillos convencionales. Sin embargo, un reporte sobre ecigs publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que la evidencia disponible hasta la fecha muestra que el vapor que liberan los ecigs no es tan inocuo como se sugiere.
Tales afirmaciones pudieran tratarse de una guerra comercial, estrategia de mercadeo o un intento por mantener viva la industria del cigarrillo, pero los ecigs contienen nicotina, propilenglicol, formaldehido y otros químicos tóxicos y cancerígenos.
Es posible que las personas que utilizan solamente ecigs estén expuestas a menos sustancias tóxicas que cuando fumaban cigarrillos convencionales, pero es difícil evaluar qué absorbe cada fumador.
Una complicación importante de los ecigs es la posibilidad de que los menores de edad ingieran por error el contenido de los cartuchos. En 2013 en Estados Unidos hubo casi 1.400 llamadas a centros de emergencia por envenenamiento con ecigs. Hoy siguen comercializándose de manera exponencial por distintas vías.
De hecho, los fabricantes comercializan los ecigs como una alternativa para dejar de fumar. Hasta la fecha, no hay suficientes estudios que demuestren su efectividad y es frecuente observar que en lugar de dejar de fumar, los fumadores terminan fumando ambos perpetuando la adicción.
En pie de lucha
A pesar de toda la campaña y los señalamientos de lado y lado, es poco probable que el último paso de Juul satisfaga a sus detractores, ya que los sabores afectados representan menos del 10% de las ventas de la compañía y se seguirá comercializando los sabores de menta y mentol que reciben un 64% del total de sus ventas según la Campaña para Niños Libres de Tabaco.
“Debemos restablecer la categoría de vapor ganándonos la confianza de la sociedad y trabajando en cooperación con los reguladores, los responsables políticos y las partes interesadas”, ha dicho el nuevo director de la compañía, K.C. Crosthwaite, ante las continuas acusaciones.
El anuncio no significa necesariamente el fin permanente de los sabores de Juul, por lo que Crosthwaite ha dicho que la compañía se aplazaría a la decisión de la Administración de Alimentos y Medicamentos, que ha establecido una fecha límite para que los fabricantes presenten sus productos de vaporización para su revisión federal.