La gametogénesis in vitro (IVG, por sus siglas en inglés) es como se le conoce al procedimiento a través del cual se puede llevar una célula del cuerpo a un estado que sea reprogramable y posteriormente cambiar su función.
La técnica sería capaz de cambiar una célula de la piel de alguna extremidad del cuerpo y convertirla en un óvulo o en esperma, lo que podría aportar un cambio radical a la forma en la que se concibe la reproducción en seres humanos y cambiar el mundo tal y como lo conocemos.
En el futuro la IVG podría ser utilizada para la creación de un hijo con los genes de papá–papá o mamá–mamá, lo cual biológicamente es imposible hasta ahora, así como también para personas con problemas de fertilidad.
Aunque es imposible saber cuántas células conforman nuestro cuerpo, investigadores de Italia, Grecia y España plantearon un estimado: 37.2 billones, es decir, más de 30 billones de oportunidades para crear un óvulo o el esperma necesario para concebir. Sin embargo la posibilidad de hacerlo posible, aunque real, está muy lejos de ser probada.
El procedimiento también podría utilizarse para la creación de embriones que sirvan a investigaciones científicas, desentrañando los secretos de un sin número de enfermedades genéticas y de esta forma ayudar a las personas que padezcas de las mismas, cual si se tratara de una película de ficción.
Glenn Cohen, George Q. Daley y Eli Y. Adashi, tres especialistas en medicina y biotecnología, publicaron un conjunto de artículos sobre las tecnologías reproductivas disruptivas, señalando el fuerte dilema de considerar la IVG como la concepción de bebés con fines de experimentación, o que los padres empiecen a preocuparse por tener al hijo genéticamente perfecto.
Desde 2016 la posibilidad se encuentra más cerca, luego de que un grupo de investigadores japoneses lograron transformar células de la cola de una rata en células reproductivas.