Para poetas como Charles Baudelaire o filósofos como Émile Cioran, la vida humana en sus condiciones modernas tiene mucho de enfermedad, y el hombre es un ser deprimente y poco simpático. Sin embargo, el pesimismo inherente a la decadente visión de estos pensadores parece gozar del favor de algunos psicólogos como George Slavich, quienes han comenzado a tratar la depresión como una alergia física más que como una condición psicológica.
Los síntomas de la depresión (incapacidad para salir de la cama, para comer bien o ser productivo: una suma de “incapacidades”) se parecen a los síntomas de la familia proteínica de las citosinas, responsables de disparar los procesos inflamatorios en el cuerpo. Cuando estamos heridos o enfermos, la inflamación es parte del proceso inmunológico que nos devuelve la salud; pero para el doctor Slavich, es posible que el cuerpo humano responda al mundo moderno como si se tratara de una enfermedad.
A respecto de sus años de estudios sobre la depresión, Slavich afirma que “ya ni siquiera hablo de ella como una condición psiquiátrica. La vida moderna en sí misma parece ser un estado al cual nuestro cuerpo responde negativamente.”
El consumo de una dieta alta en azúcares y grasas agrava la inflamación al activar las citosinas almacenadas; según Slavich, el rechazo social y el aislamiento pueden promover inflamación también, un fenómeno ilustrado en los hikikomori japoneses: un vistazo al futuro de una humanidad conectada perpetuamente a Internet, sin necesidad de desarrollar relaciones presenciales o salir a la calle, pero cuyos cuerpos responden al mundo moderno con la enfermedad de la depresión.