Timothy Cash, científico de un centro de investigaciones español, responde en esta entrevista a RT a algunas de las preguntas más frecuentes sobre el secreto de la longevidad humana con ocasión de un reciente estudio realizado por el organismo.
¿Cuántos años puede vivir una persona? ¿Cuál es el secreto de la longevidad? ¿Qué implicaciones éticas puede tener la genética? A todas estas preguntas contesta Timothy Cash, científico del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas de Madrid, España, y miembro de un grupo de investigación dirigido por Manuel Serrano, que hace poco descubrió un nuevo «gen de la longevidad».
RT: La búsqueda de la ‘eterna juventud’ ha sido un tema recurrente durante siglos. Ahora, en la era de la ingeniería genética, ¿estamos cerca de poder prolongar la vida humana hasta cifras nunca antes vistas?
Timothy Cash: La verdad es que solo estamos empezando a entender la base genética de los humanos con los avances que nos ha permitido realizar el poder secuenciar el genoma entero, como hemos hecho en nuestras investigaciones. Pero creo que con más investigaciones de los genomas de personas centenarias vamos a poder, al menos, prolongar la esperanza de vida de la población.
RT: ¿Cuánto deben preocuparse los científicos por las implicaciones morales de los avances en genética?
T.C.: Solo tenemos que recordar que el objetivo de nuestras investigaciones consiste en mejorar la salud de la población y nada más. Tenemos que centrar nuestros esfuerzos en esto.
RT: ¿Cuál es el límite real de la longevidad del cuerpo humano bajo condiciones ideales?
T.C.: Aunque es imposible de saber, parece que el límite real de la longevidad de los humanos es 121 años, la máxima edad que una persona haya cumplido alguna vez.
RT: Pronósticos como el del académico ruso Valeri Chereshnev hablan de una esperanza de vida de 120 años para 2050 en los países desarrollados. ¿Es plausible este pronóstico?
T.C.: Es difícil predecir cuántos años vivirá la gente en el futuro. Aunque creo que es muy posible que dentro de 40 o 50 años la esperanza de vida supere los 100 años.
RT: ¿El descubrimiento de la mutación de la apolipoproteína B hecho por usted y su equipo puede considerarse como el punto de partida para descifrar el secreto de la longevidad?
T.C.: Lo que hemos descubierto es solo una asociación entre variantes en ApoB y la longevidad. Tenemos que hacer muchas más investigaciones para saber la importancia de estas variantes y los efectos biológicos que resultan de ellas (por ejemplo, cómo las variantes afectan a los niveles de colesterol malo).
RT: ¿Es posible pensar en que en un futuro próximo todos los recién nacidos puedan tener esta mutación que ayuda a combatir al ‘colesterol malo’?
T.C.: Ahora no sabemos si estas variantes afectan al colesterol malo y es algo que estamos investigando de momento. Aunque si fuera el caso, hoy sería imposible hacer mutaciones nuevas en humanos. La alternativa es desarrollar medicamentos que inhiban ApoB para combatir el colesterol malo.
RT: ¿Se convertirán estos avances en un negocio que beneficiará solo a las personas más pudientes o será algo asequible para ricos y pobres por igual?
T.C.: Mi esperanza es que vayan a usar estos avances para mejorar la salud y calidad de la vida de todo el mundo, no solo de los ricos, con independencia de cuánto dinero tenga la gente.
RT: ¿La renombrada longevidad de los japoneses o la de pueblos aislados como los del valle del río Hunza entre la India y Pakistán, ¿se debe a su dieta y condiciones ambientales, o está también ligada a mutaciones genéticas?
T.C.: No hay duda de que la dieta y las condiciones ambientales afectan a la longevidad y de que ello interactúa con el paisaje genético. En algunos casos, las condiciones ambientales pueden causar mutaciones (por ejemplo, el humo de cigarrillos en los pulmones). Sin embargo, la mayoría de los efectos de la dieta y otros factores ambientales afectan a la longevidad en paralelo con los genes a la hora de prolongar o reducir años de vida. Es decir, estos factores aumentan o disminuyen los efectos de los genes pero no los modifican directamente.
RT: El CNIO ha pasado por malos momentos económicos en los últimos años con los recortes en investigación y el ERE que planeó sobre el centro durante mucho tiempo. ¿Cómo afecta a la investigación a falta de voluntad política? Tras este tipo de avances, ¿se consigue captar el interés del Estado y mayor inversión o la solución pasa por vincular la investigación a la empresa privada?
T.C.: A pesar de los recortes, seguimos haciendo investigaciones de la mejor calidad para potenciar nuestro conocimiento del cáncer y la salud.