La historia de Donald Grey: el primer niño diagnosticado con autismo

Con 3 años y de acuerdo a una recomendación de un doctor, fue ingresado a una institución lejos de su casa. Sin embargo, gracias a un gran apoyo de parte de su familia y de la comunidad de Mississippi, Donald pudo lograr su integración y realización personal.


Autor: Ana Mourás

El primer artículo científico en hablar sobre el autismo fue un diagnóstico que citaba a Donald Grey Triplett, como el “Caso 1″ de entre 11 niños y niñas, estudiados por el psiquiatra Leo Kanner.

Sin investigaciones previas, Kanner denominó al trastorno como “autismo infantil”, el cual posteriormente sería simplemente autismo.

El medio de comunicación BBC, publicó la historia del primer niño diagnosticado, el cual gracias a un gran apoyo de parte de su familia y de la comunidad donde vivía, pudo lograr su integración y realización personal.

Donald Grey Triplett nació en Forsest, Mississippi, Estados Unidos. Hijo de Beamon y Mary Triplett. Donald era un niño profundamente introvertido. Parecía estar todo el tiempo en un mundo aparte, tenía su propia manera de utilizar el lenguaje y no mostraba interés en jugar con otros niños y niñas.

Por otro lado, tenía muy buena memoria, que incluso le permitía recordar el orden de un conjunto de perlas que su padre le colocaba al azar en una cadena. Sin embargo, sus dotes intelectuales no evitaron su ingreso en una institución de salud, pues lo había recomendado el doctor Kanner.

La rutina que aconsejaron a su padre y madre fue que trataran de olvidarse de su hijo y siguieran adelante con sus vidas, excluyendo de la sociedad a pequeños y pequeñas que no eran considerados “normales” para especialistas en salud de la época.

A mediados de 1937, Beameon y Mary llevaron a cabo la recomendación, y Donald, de 3 años, fue ingresado en una institución, lejos de su casa. A pesar de eso, a finales de 1938 sus padres se llevaron a Donald a casa.

Finalmente, la ciudad jugó un papel fundamental en la excelente recuperación de Donald, ya que los cerca de 3.000 habitantes de Mississippi tomaron, probablemente, una inconsciente pero clara decisión: hacer feliz a Donald.

Por Francisca Arriagada
El Ciudadano


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