El sida, aunque en estos últimos años se haya convertido en un problema silenciado, sigue siendo una de las enfermedades que más vidas se cobran. Solo en el año 2012 murieron, según datos de la Organización Mundial de la Salud, 1.533.758 personas por culpa de este síndrome y es la segunda enfermedad contagiosa más mortífera tras las infecciones respiratorias.
Estos datos muestran que este no es solo un asunto que no debe olvidarse, sino al que debe prestarse más atención. El principal problema del síndrome de inmunodeficiencia adquirida es que no se ha encontrado cura alguna, por lo que la mejor solución, por el momento, es la prevención para evitar el contagio.
Puesto que la principal forma de transmisión es el acto sexual, la recomendación más generalizada es el uso de preservativo, al ser el método más seguro. Sin embargo, esta no es la única forma para evitar el contagio, pues existen determinados inhibidores que sirven para bloquear el paso del virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida.
Tampones como método de prevención de VIH
El gran problema, sobre todo en África, es el estigma existente respecto al uso de preservativo, lo que provoca que muchos hombres no lo utilicen y el riesgo de contagio aumente considerablemente.
Puesto que esta decisión pone en riesgo a muchas mujeres, un equipo de investigadores de la Universidad de Washington ha pensado en una interesante alternativa. Ya que muchas de las actuales no tienen un extendido uso en el continente africano, pensaron un objeto muy utilizado por el sexo femenino: los tampones.
Esta investigación, todavía en muy precoz estado, se apoya en una técnica llamada electrospinning, mediante la cual se crean fibras poliméricas de un tamaño mucho menor al habitual al hacerlas girar en campos eléctricos. La ventaja de un material así es que tiene una gran área superficial en comparación con su volumen, lo que permite que una liberación mucho más rápida de los fármacos.
Los tampones formados por este material fibroso, en palabras del coordinador del estudio, Cameron Ball, en la versión estadounidense de The Huffington Post, serían un producto que disolviese rápidamente un gel que se extendiese por toda la vagina y en cinco minutos se pudieran mantener relaciones sexuales sin el riesgo de contraer el VIH. Estos tampones no tendrían su característica función en los periodos de la regla, sino que su único uso sería preventivo para este virus.
Un método más exitoso que los ya existentes
Las razones por las que se han aventurado a hacer esta investigación residen en que los medicamentos habituales en la prevención del VIH suelen tener una dosis diaria, por lo que están destinados a personas con un serio riesgo de contagio (aquellas con una pareja infectada), y no son demasiado útiles para personas que no se encuentren en tal situación.
Además, uno de los escollos existentes en este tipo de tratamientos es que siempre existe el riesgo de olvido o de abandono, por lo que con este método tan diferente es posible que las mujeres sean más propensas a utilizarlo.
Ball, en sus declaraciones, tampoco cierra puertas a nuevos desafíos, pues si este experimento consigue unos resultados satisfactorios podrían buscarse otras utilidades con la misma base (el tampón con pequeñas fibras), como su lucha contra otras enfermedades de transmisión sexual como el herpes o, incluso, un nuevo método anticonceptivo.
Sin embargo, en caso de que la evolución de la investigación sea positiva, tardaremos bastante tiempo en poder ver su irrupción en el mercado. La previsión del equipo investigador es que no esté listo para su comercialización en farmacias antes de 10 años.
Por Álvaro García Ruiz /ElConfidencial