La ruta de la píldora

El miércoles la Cámara aprobó el proyecto de ley del gobierno que apunta a distribuir la píldora del día después en la red pública


Autor: Mauricio Becerra



El miércoles la Cámara aprobó el proyecto de ley del gobierno que apunta a distribuir la píldora del día después en la red pública. La sensatez de los parlamentarios permitió que fuese aprobado con votos de la Concertación y de derecha. Ahora la discusión pasa al Senado. El clima vivido ese día fue tenso en el hemiciclo y las tribunas. Su relato dice:

Tras la puerta de la sala de comisiones Nº 2, en el ex Congreso Nacional en Santiago, estaba el diputado Fulvio Rossi, la diputada María Antonieta Saa y el presidente de la comisión de salud de la Cámara Baja, Marco Antonio Núñez. Otros diputados comenzaban a ocupar sus asientos cuando el reloj pasaba ya de las 11 de la mañana, el pasado lunes 13 de julio.

La comisión de salud se reunía para votar el proyecto de ley sobre distribución de anticonceptivos en los centros de salud pública, incluyendo la polémica píldora del día después. La sesión se extendería hasta total despacho, dada la suma urgencia que le dio el gobierno a su iniciativa.

Desde el exterior del recinto se escuchaban gritos y pitos, bullicio que manifestaba el pensamiento de las feministas que desde temprano esperaban la entrada de los diputados de la oposición para gritarles que “nadie tiene derecho a decidir por las mujeres”.

La sesión se inició con algunos minutos de retraso, tras el sonido de una campanilla. El diputado UDI Patricio Melero pregunta insistentemente a la ministra del Sernam, Laura Albornoz, si la anticoncepción de emergencia señalada en el proyecto incluirá el compuesto Levonorgestrel. Mientras el médico Fulvio Rossi habló sobre el problema del embarazo adolescente, el diputado Melero se peinaba con los dedos.

Dos de los tres diputados UDI más el RN Francisco Chahuán y el independiente Carlos Olivares votaron en contra del proyecto, defendiendo en todo momento su postura “pro vida”, intentando agregar a los artículos, frases como “que no dañen la vida del que está por nacer” o “que no sean abortivos”, indicaciones que fueron todas consideradas como inadmisibles por el presidente de la comisión, por alejarse de la idea matriz del proyecto.

Karla Rubilar, diputada RN y médico, comentó que había que cuidar el lenguaje, ya que un grupo no puede denominarse “pro-vida”, como si los demás fueran “pro-muerte”. “Todos los diputados aquí presentes defendemos la vida”, señaló.

A las cinco y media de la tarde, luego de ásperas discusiones, el proyecto fue aprobado sin grandes modificaciones, con sus tres artículos casi intactos, listo para ser enviado dos días después para su discusión en sala.

El sol entibiaba la mañana del miércoles 15 en Valparaíso. Una delegación de juventudes UDI vestía en su mayoría poleras blancas. En sus albas viseras se leía la frase “¡Chile quiere vivir!”, y anunciaban por megáfono que “los jóvenes de Chile defendían la vida del que está por nacer, ya que el embrión humano es un humano, no es una planta, no es un extraterrestre, es un humano”.

Desde las ocho y media llegaron también grupos de asociaciones científicas y de entrega de anticonceptivos como ICMER, Aprofa, Foro Red de Salud y Derechos Sexuales y Reproductivos y CEDEM.

Importantes personalidades en la defensa del derecho a la planificación familiar, como el doctor Ramiro Molina, director de CEMERA de la Universidad de Chile, la doctora Soledad Díaz, presidenta de ICMER, las sociólogas Claudia Dides y Ximena Valdés, entre tantos otros, llegaron para presenciar la votación en la Cámara de diputados. Largas filas esperaban que los carabineros revisaran sus bolsos y comprobaran su invitación o inscripción para dejarlos ingresar.

Apenas iniciada la sesión, pasadas las diez y media, el diputado UDI, Gonzalo Arenas solicitó que el proyecto no fuera votado en esa sesión, señalando que así lo dispone el reglamento frente a atrasos de los informes correspondientes. Grupos de parlamentarios entraban y salían del hemiciclo.

Mientras tanto, las posturas de partidarios y detractores se expresaban en sus gritos. Ante el trágico ¡El aborto mata, la píldora también! de unos, contestaba el ¡Aprendan de ciencia, lean la evidencia! y el ¡Ahora quieren vida, cuando en dictadura mataban con la DINA!, de los otros.

A las 12 en punto, y luego de cambiar de lugar a los bandos a favor y en contra del proyecto en las tribunas, comenzó la discusión. El diputado informante de la comisión, el propio diputado Núñez, recalcó que la instancia que él representa había escuchado a todos los expertos y representantes de las iglesias de Chile que quisieron presentar sus evidencias y visiones al respecto.

Cinco minutos fueron otorgados para que cada diputado inscrito pudiera fundamentar su voto. Las consignas de ambos bandos se gritaban cada vez más fuerte. ¡Nosotras parimos, nosotras decidimos! apenas se oía en la tribuna del frente, donde los quinceañeros exclaman ¡Gobierno inmoral, pastilla criminal! Abucheos y aplausos siguieron a cada declaración.

La esperada intervención de la diputada Rubilar comenzó categórica “Soy médico, soy diputada RN y receto la píldora del día después”. Frente a esta declaración, el grupo de las viseras blancas enardeció gritando a todo pulmón ¡Asesina, asesina!, lo que casi les valió la expulsión de las tribunas.

Sin duda, el momento más apasionado de la jornada se vivió al final, cuando en las pantallas que muestran la votación de los parlamentarios predominó el verde. El resultado: 73 votos a favor y 34 en contra no dejó indiferente a nadie. Sólo dos diputados se abstuvieron de sufragar. Los parlamentarios de gobierno sacaron banderas chilenas y pancartas en que se leía “Así me gusta Chile” o “La democracia es nuestra”, mientras un gran lienzo rojo se desplegaba en la tribuna, agradeciendo a la Cámara Baja el fin de la discriminación.

¡Asesinos, asesinos! gritaban nuevamente, pero con mayor exaltación los blondos adversarios del proyecto, que fueron desalojados del lugar por carabineros.

Los grandes grupos de mujeres que se habían organizado para viajar a Valparaíso, caminaban por el pasillo hacia las escaleras principales. Los abrazos y la alegría las inundaban a todas, sin distinguir entre jóvenes y mayores. Algunas exhibían sus cabellos completamente canos, pero sus sonrisas las hacían rejuvenecer. Médicas, sociólogas, feministas, dueñas de casa. Abuelas y jóvenes, todas festejaban el triunfo de su derecho a decidir, a planificar cuándo tener un hijo, a disponer de todas las herramientas para ello.

Al exterior del Congreso, el calor de la tarde se combinaba con los latidos acelerados del corazón. Los visitantes volvían a sus buses y vehículos, otros organizaban el tardío almuerzo. El diputado Kast agradecía a los jóvenes su presencia con un anacrónico discurso, que no llegaba a la acera de en frente, donde todavía quedaban pancartas alusivas a la píldora, a la necesidad y derecho a la educación sexual y a decidir. ¡Si no quieren, no se la tomen, nosotros no los obligamos como quieren obligarnos ustedes!

por Nubia Núñez Torres

El Ciudadano


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