La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya se ha preocupado por diseñar la ducha perfecta, que no debería exceder nunca de los 5 minutos de duración ni de los 95 litros de agua.
Pero, según la última encuesta realizada en España por la empresa de grifería Hansgrohe, el 91 % de nosotros hace caso omiso a esta recomendación. El 42 % de la población se ducha a diario y durante más de 10 minutos.
Como recoge Marta Cámara en ‘El País’, las mujeres son las que más agua gastan: el 13 % permanece en la ducha más de 20 minutos de manera habitual, frente al 3 % de hombres que superan ese tiempo. El dispendio de agua se ve, sin embargo, compensado por los que se duchan menos de tres veces por semana (1 de cada 4 españoles).
Pero dejando a un lado las cuestiones de sostenibilidad, la doctora Elena de las Heras, dermatóloga del Hospital Ramón y Cajal y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), enumera otro tipo de errores que cometemos en la ducha y que afectan directamente a nuestra piel. Estos son los más frecuentes:
- Subir la temperatura. Tendemos a regular el termostato hasta confortables temperaturas elevadas, que nos ayudan a entrar en calor sin quemar la piel. Pero no es la alternativa idónea. «El agua templada es la mejor opción, porque no reseca la dermis», aconseja la dermatóloga de The Lab Room. Se considera agua templada alrededor de los 30 ºC. En torno a 24 ºC es fresca; y caliente, a partir de los 38 ºC.
- Abusar del jabón. Los geles con jabón eliminan el manto ácido de la piel. La doctora recomienda buscar fórmulas “sin”, los llamados syndets, que respetan la capa hidrolipídica que recubre la piel. La mayoría de los productos de ducha de farmacia responden a esta demanda.
- Repetir. Ducharse más de una vez al día (normalmente, el gimnasio o trabajos excesivamente físicos obligan) tampoco es bueno. En ese caso, como señala laespecialista, “hay que intentar que la segunda ducha sea lo más rápida posible y sin gel».
- Despistar al pH de la piel. “Tendencias como las de usar jabón Lagarto, de pH alcalino, solo sirven para marear nuestro equilibrio ácido”, alerta Elena de las Heras. El pH es el grado de acidez de una sustancia, y el de la piel varía entre 4,5 y 5,9. El nivel del agua es de 7, y corresponde compensar este desajuste con geles o jabones que contengan un pH en torno a 5.
- Utilizar productos excesivamente perfumados. Como indica la dermatóloga, “pueden producir alergias o dermatitis en las pieles sensibles”. La regla «a más espuma, más conservantes» se cumple en la mayoría de los casos. Cuanto más cosmético sea un producto de higiene, mayor riesgo hay de agresión a la piel.
- No aclararse bien. “El mínimo resto de gel o jabón que quede en la piel puede provocar dermatitis irritativas”, alerta la experta. Haga una inspección detallada antes de salir de la ducha.
- Depilarse bajo el agua. El 67 % de las mujeres que no recurren a sistemas de depilación profesionales, reconoce hacerlo con cuchilla. Lo dice un estudio realizado por la firma E-Swin. La mayoría aprovecha el momento de la ducha, pero rasurar el vello al tiempo que cae agua, según la doctora De las Heras, puede provocar irritación. Si no piensa renunciar al hábito, hágalo al menos con geles y espumas específicos y agua templada o fría.
- La sobredosificación. Como asevera el estilista, los excesos no son buenos. “En el caso del champú y la crema suavizante, una superabundancia puede provocar el efecto contrario al deseado”, dice el peluquero David Lorente. El excedente siempre se queda en la fibra capilar, aportando peso, restando brillo a la melena e incluso provocando sequedad, picor y descamación en el cuero cabelludo. “La dosis justa, si se trata de un buen producto, es el tamaño de una nuez para una melena media”, apunta Lorente.
- Un flojo aclarado. El pelo tiene que chirriar al escurrirse. Es el único sonido válido para determinar que está perfectamente aclarado. Para David Lorente, este es uno de los errores más repetidos y graves, “un buen lavado es un óptimo aclarado, no sirve de nada utilizar el mejor producto si no se aclara a conciencia”. ¿Las consecuencias de errar en este punto? «Un cabello opaco, sin brillo y con la raíz pegada al cuero cabelludo e incapaz de expresar volumen alguno».
- Asfixiar el cuero cabelludo. “El proceso ideal comienza con champú en la palma de la mano que se reparte después por todo el cabello, sin caer en el típico gesto de concentrar todo el producto en la coronilla”, advierte el peluquero. En el caso del acondicionador, que Lorente recomienda usar siempre, “hay que repartirlo por los medios y las puntas, realizando un masaje hacia el cuero cabelludo y sin friccionar demasiado los extremos”.
- Olvidar la toalla. “Dejar la piel húmeda solo está justificado en el caso de que recurramos a un aceite hidratante o nutritivo, que se debe extender sobre la piel y permitir que se seque de forma natural”, explica la experta.
- Ignorar las uñas. “El cepillo de uñas debe ser un complemento obligatorio en la bañera”, afirma Ceño. Hay que aplicar el gel de ducha en él y frotar bien, tanto en pies como en manos. «Tendemos a olvidarnos y cada vez encuentro extremidades en peor estado», prosigue.
- Dar la espalda a la espalda. Como indica la esteticista, “es una de las zonas más propensas a acumular células muertas”. Los ejercicios de contorsionismo que hay que efectuar para llegar a frotarla son la excusa, pero hay unos caños trenzados que se agarran por los extremos que facilitan mucho la tarea.
- Generalizar. Según Moisés Robledo, secretario de información de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), las personas sanas y autónomas pueden prescindir de este utensilio de limpieza y aplicar el gel con la palma de la mano. «Sin embargo, existen casos en los que se recomendará, por sus beneficios, el uso de la esponja: como, por ejemplo, si hay lesiones cutáneas, como en la psoriasis, para la que la esponja presenta ventajas dado su poder descamativo. En personas dependientes por enfermedad o edad (niños y ancianos) también es aconsejable», matiza Robledo. En estos casos, lo ideal es emplear esponjas desechables, «pues se convierten en un reservorio de gérmenes irremediables». En cuanto el material, el especialista solo ve posibles beneficios para el medio ambiente. «Que sean biodegradables», concluye.