Los cigarrillos electrónicos llegaron como la alternativa definiva para dejar el tabaco. Pronto surgió la polémica. Los médicos comenzaron a advertir de los riesgos del vapor que desprenden: es tóxico porque contiene nicotina por lo que al fumador le puede ayudar a fumar menos pero no sirve para dejar de fumar. Otro dato alarmante: al ser más económico los jóvenes se inician antes en el consumo en el tabaco a través del cigarrillo electrónico.
La Unión Europea los clasifica como productos no como medicamentos y ya ha comenzado a elaborar una normativa para regular la publicidad del cigarrillo electrónico.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que no se utilicen porque no existen estudios independientes que apoyen su efectividad.