El facultativo y académico de la Universidad de Santiago, Ignacio Gutiérrez, sostiene que “no es recomendable estar cambiando constantemente los horarios, porque puede alterar algunas funciones fisiológicas”.
Por su parte, el psicólogo y doctor en ciencias de la educación de la Universidad de Santiago, Mario Morales, señaló que los padres deben preparar de manera progresiva a los niños para que la modificación no provoque mayores inconvenientes en su rendimiento escolar.
La medianoche de este sábado 14 de mayo se dará inicio al horario de invierno que regirá durante los próximos tres meses, poniendo fin al horario único que rigió durante todo 2015. Las personas tendrán que ajustar sus relojes, atrasándolos en una hora, lo que supondrá que el amanecer sea más temprano y que la tarde oscurezca más pronto.
Al respecto, el neurólogo y académico de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Santiago, Ignacio Gutiérrez, explicó que los cambios de horario alteran los llamados ciclos ‘circadianos’. Puntualmente, los periodos asociados al sueño y vigilia.
“Se podría decir que los cambios de hora son dañinos para la salud”, afirmó el especialista. “Personalmente, considero que no es recomendable estar cambiando constantemente los horarios, porque puede alterar algunas funciones fisiológicas”, agregó.
El experto reconoció que cuando el cambio de horario se realiza una sola vez en el año, la población no se expone a mayores repercusiones en la salud, ya que las personas poseen mecanismos de adaptación. No obstante, advirtió que si esto provoca que los ciclos de sueño se vuelvan irregulares, “sí podemos vernos en una situación de mayor riesgo”.
“El ser humano está acostumbrado a mantener ciclos de sueño y vigilia constantes y parejos. Generar cambios puede producir algunas alteraciones, como somnolencia diurna o hipersomnia”, agregó.
Además, Gutiérrez afirmó que la percepción de un menor periodo de luminosidad en el día también podría repercutir en el ánimo de las personas. “Desde el punto de vista neurológico, acortar los periodos de luz sí puede incidir en la actividad biológica. Hay trastornos anímicos que se pueden provocar con estos cambios”, indicó.
Recomendaciones
El doctor Gutiérrez afirma que para anticiparse a posibles efectos por el cambio de hora, se deben adelantar todas las actividades rutinarias en función de la modificación horaria. Específicamente, organizar la alimentación, la actividad al aire libre y, en general, “alterar el resto de los ciclos para que no se generen mayores repercusiones”.
“Lo mejor sería que empecemos a adelantar todas las actividades. También, disminuir las horas de siesta. Además, podemos adaptarnos de manera artificial a los cambios de luz”, señaló, en alusión a encender más temprano las luces del hogar.
“Un cambio de horario al año no afecta la salud. Sí puede que haya unas molestias, como insomnio, pero eso tiene procesos de adaptación. Si esto se prolonga por más de dos semanas, yo recomendaría que consultaran a un especialista, para poder ordenar los ciclos de sueño y vigilia, y ver que no estén alteradas otras funciones asociadas”, recomendó.
Puntualizó que en un adulto saludable, las repercusiones del cambio de hora no debiesen prolongarse por más de una semana, y que en los niños y adultos mayores este proceso podría demorar un poco más.
Hábitos de estudio
El psicólogo y doctor en ciencias de la educación de la Universidad de Santiago, Mario Morales, desestimó que el cambio de hora provocase mayores impactos en los hábitos de estudio de los niños.
No obstante, para prevenir eventuales efectos, el experto señaló que “lo primero es identificar el mejor momento en que los niños pueden concentrarse. Lo segundo es ver cuál es el nivel de exigencia en los colegios”. Esto último, en relación a distribuir mejor el tiempo de luz natural entre tareas escolares y distracción.
“Hay colegios muy exigentes, que mandan mucha tarea, muy compleja, y cuando el niño termina, ya es de noche y tiene que acostarse”, ejemplificó el director de la Escuela de Psicología del plantel estatal.
Fundamental es que los padres identifiquen el mejor momento en que el niño se desempeña, afirma. “¿Cuál es el mejor momento? Tiene que ver con las características biológicas del niño, donde él se encuentra con mayores estados de alerta. Es necesario que los padres puedan desarrollar un horario de estudio con un conocimiento acabado sobre esto”, explicó.
Además, el especialista recomendó “acostarse más temprano porque son días más cortos y oscurece más temprano. Hay que ir adecuando el horario al ritmo que tiene el niño, para poder hacer las tareas y responder a la exigencia académica”.
Finalmente, el especialista apuntó a la planificación. Es decir, “ir preparando al niño para que vaya cumpliendo progresivamente, hasta adecuarse al horario de invierno”, señaló.