La mala alimentación «mata más que el narcotráfico o el crimen organizado» en Latinoamérica, tanto por la desnutrición como el consumo excesivo de productos no saludables, según el subdirector de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Julio Berdegué.
Solucionar el hambre es una prioridad para esta región, pero también combatir las patologías relacionadas con el sobrepeso, la obesidad y las enfermedades coronarias, que se agravaron por el consumo de productos poco saludables, explica Berdegué en una entrevista con agencia EFE.
Según la FAO, entre 35 y 40 millones de personas pasan hambre en Latinoamérica y 360 millones tienen sobrepeso y obesidad.
El subdirector de la FAO reivindica que el derecho a la alimentación es «fundamental», pero también un ejercicio «responsable», ya que «comemos cosas que los expertos en salud dicen que son dañinas».
Insiste en que en Iberoamérica ha habido progresos a la hora de reducir el número de personas desnutridas, si bien el objetivo de la ONU es «hambre cero». El desafío está en combatir la desnutrición en territorios rurales distantes, zonas indígenas o poblaciones aisladas.
Los países con alto índice de bienestar –entre ellos los europeos– a veces creen que el hambre es un problema superado, que solo afecta a África, América Latina o Asia, pero quedan «muchas tareas pendientes», añade.
A su juicio, «es un problema político, las soluciones técnicas se conocen», pero a veces falta voluntad por parte de los gobiernos de los países en desarrollo por reconocer que el hambre «les golpea en pleno siglo XXI».
En este sentido, valora los recientes contactos entre el Parlamento español y el Frente Parlamentario contra el Hambre en América Latina y el Caribe, quienes fijaron «una hoja de ruta» que incluye una reunión mundial en 2018 en España.
En el ámbito mundial, Berdegué cree que los conflictos y las crisis humanitarias están mermando la seguridad alimentaria.
Como ejemplo de éxito, menciona el caso de Colombia, que tenía zonas enteras afectadas por un conflicto armado, lo que implicaba que el derecho a la alimentación fuera una «tarea muy compleja». Con la firma de los acuerdos de paz con las FARC, «las condiciones serán infinitamente mejores».
Por otro lado, muestra preocupación por la tendencia «proteccionista» y al «nacionalismo económico» actual, con alusiones a Estados Unidos o al Reino Unido por el «brexit», porque en su opinión una orientación así podría «tener efectos muy adversos sobre las comunidades rurales».
Los acuerdos comerciales entre países pueden ser una «fuerza favorable para el desarrollo», si no se circunscriben solo a liberalización, sino también al «comercio justo», afirma.