La noticia dada por Teletrece el pasado viernes convocaba el imaginario de las sectas: La bajada de la noticia televisiva del canal católico decía “Extraño rito en el Cajón del Maipo. Buscaban sanación espiritual consumiendo droga”. Se trataba de una arremetida de la PDI en una parcela del Cajón del Maipo, en donde Ricardo Jiménez Olmo, ingeniero civil con post-título de Facilitador del Desarrollo Personal e Interpersonal, junto a su pareja Loreto Frederick Urzúa, realizaban sesiones con el cactus San Pedro (trichocereus pachanoi).
El periodista recurría al lugar común y reduccionista de la palabra ‘droga’ para condenar un cactus con valiosas cualidades enteógenas. Dijo que “Jiménez tenía plantaciones de cactus para fabricar más droga”, junto con entrevistar a funcionarios policiales que acusaban los efectos alucinógenos del cactus San Pedro.
La arremetida de la PDI fue en momentos en que la pareja realizaba un ritual de sanación. Pese a que fueron liberados el viernes 29 de noviembre, quedaron con medidas cautelares y una causa por producción y venta de mescalina.
Pero el sensacionalismo periodístico ensombreció otros aspectos de la vida de Jiménez, quien es ingeniero Civil de la Universidad Católica y tiene un Post-Título de Facilitador del Desarrollo Personal e Interpersonal de la Universidad del Mar. También es socio fundador de la Sociedad Chilena de Desarrollo Personal y miembro del Equipo Técnico de la institución en los Programas de Formación y Perfeccionamiento desde el año 1993. Tiene además formación especializada en Terapia Gestáltica y Grupos de Encuentro, otorgados por su trayectoria experiencial, investigativa y de formación en psicología humanista transpersonal.
Jiménez explica que “si tuviese que perfilar las principales cualidades de las experiencias con San Pedro diría que se presta especialmente para vivencias lúcidas, al aire libre, donde la conciencia contemplativa se expande muchísimo y la belleza de la naturaleza se revela con majestuosidad. Se experimenta un estado de íntima unión con ella. Además, la mayoría de las experiencias van acompañadas de insights significativos en relación a nuestras vidas. La maestría de San Pedro se caracteriza por llevarnos a espacios de trabajo interno en forma gentil y amable. Las comprensiones profundas emergen en forma suave y natural cuando estamos sintonizados con la entrega y aceptación”.
Las sesiones integraban el uso de San Pedro con sicoterapia en ambiente natural, recurriendo además al reiki y yoga. Pero para la PDI y los medios criollos el tema se reduce a la “ingesta de una droga ilegal”, sin cuestionarse si quiera las razones de tal condición jurídica.
La PDI informó erróneamente que el San Pedro es oriundo de México, cosa que ningún medio se preocupó de corroborar.
El cactus mexicano es el peyote (Lophophora williamsii), en tanto que el San Pedro (Trichocereus pachanoi) se puede encontrar en Perú, Ecuador y el norte chileno. En el primer país su ingesta es legal y respetada al ser un rito tradicional de algunos pueblos indígenas.
El San Pedro contiene mescalina y otros derivados de la feniletilamina. El primer alcaloide fue aislado en 1896 por el farmacólogo Artur Heffter a partir del peyote. El San Pedro es el tercer cactáceo con mayor concentración de mezcalina después del peyote y el Trichocereus peruvianus, más difícil de encontrar.
La mezcalina es un alcaloide sumamente estable. Se ha detectado en antiguas muestras de un entierro mexicano que data de hace 1000 años. Ludwig Lewin, el primer farmacólogo que estudió los alcaloides del peyote aseguró tras varias ingestiones que “No hay en el mundo una planta que provoque en el cerebro modificaciones funcionales tan prodigiosas. Aunque las procure solamente bajo la forma de fantasmas sensoriales, o por la concentración de la más pura vida interior, esto acontece bajo formas tan particulares, tan insospechadas, que quien es su objeto se siente transportado a un mundo nuevo de sensibilidad e inteligencia. Comprendemos que el viejo indio de México haya visto en esta planta la encarnación vegetal de una divinidad”.
El cactus de san Pedro contiene el alcaloide mescalina y otros derivados de la feniletilamina con propiedades alucinógenas. Fue usado a lo largo de la historia por diversas culturas y civilizaciones precolombinas que se asentaron en el norte del Perú.
Evidencias arqueológicas dan cuenta del uso del San Pedro con propósitos mágicorreligiosos en las culturas precolombinas Cupisnique (1500 a. C.), Chavín (1000 a. C.), Moche (100-750 d. C.) y Lambayeque (750-1350 d. C.).
En tanto que para Richard Evans Schultes, etnobotánico de la Universidad de Harvard, y Albert Hoffman, químico descurbridor del LSD, el más espectacular de los múltiples efectos del peyote es “el juego caleidoscópico de visiones coloridas de indescriptible belleza […] se perciben destellos y centelleos de colores, cuya intensidad y pureza desafían cualquier descripción. Frecuentemente las visiones llevan una secuencia que va de figuras geométricas a objetos extraños y grotescos, cuyas características varían de un individuo a otro”.
El San Pedro, pese a su fama de ser fuerte para el estómago, tiene un umbral de tolerancia prácticamente nulo si las dosis se espacian un mes como mínimo. Sólo tras años o décadas de administraciones mensuales o quincenales, la dosis puede doblarse o triplicarse. No hay indicios de que el consumo de peyote genere adicción física o psicológica.
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SEPA DEL PEYOTE Y SAN PEDRO EN
http://www.mind-surf.net/drogas/peyote