El nuevo coronavirus podría ser capaz de insertar fragmentos de su material genético dentro de nuestro genoma en forma de «quimeras» mitad humanas y mitad virales, sugiere un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (EE. UU.) y publicado recientemente en la revista PNAS.
Si bien el virus está desprovisto de las herramientas biológicas para la transcripción genética —que implica copiar la secuencia de ADN de un gen y formar una molécula ARN—, los autores del trabajo se propusieron averiguar si el patógeno puede realizar este proceso con ayuda de nuestras propias células.
«El SARS-CoV-2 no es un retrovirus, lo cual significa que no necesita de la transcripción inversa para su replicación», comentó Liguo Zhang, uno de los autores de la publicación.
«Sin embargo, se han detectado secuencias de virus ARN no retrovirales en los genomas de muchas especies de vertebrados, incluyendo a los humanos», añadió.
El pasado mes de diciembre los científicos publicaron los resultados preliminares de su investigación basados en datos de cultivos celulares deliberadamente infectados en laboratorio.
En una serie de experimentos, los investigadores encontraron evidencia a favor de que la presencia de partículas del coronavirus actuaba como suficiente estímulo para que las células produjeran determinadas encimas encargadas de la transcripción inversa.
Sin embargo, aquella publicación fue recibida con escepticismo por algunos científicos, quienes argumentaron que las secuencias genéticas humanas-virales podrían haber sido el producto del propio método de investigación.
Para despejar estas dudas, los autores del estudio ahora buscaron evidencia de secuencias virales dentro del genoma humano con ayuda de tres técnicas diferentes de secuenciación de ADN. Y en cada oportunidad hallaron fragmentos de material genético del SARS-CoV-2 insertados en las células infectadas.
Los investigadores observaron que estas secuencias presentaban huellas genéticas de transposones —o genes saltarines—, un tipo de secuencia de ADN capaz de desprenderse de una región del genoma y reinsertarse en otra.
Los científicos sospechan que una clase particular de estas secuencias, conocida como retrotransposones LINE1 y que compone el 17 % del genoma humano, podría facilitarle al coronavirus el acceso a nuestro ADN.
Sin embargo, el hecho de haber utilizado células cultivadas en laboratorio en vez de muestras de pacientes con COVID-19 aún da lugar a la desconfianza hacia estos resultados en la comunidad científica.
Si bien los fragmentos genéticos del SARS-CoV-2 no pueden provocar la aparición de nuevas partículas del virus capaces de infectar a otras células, tampoco queda claro si pueden jugar algún otro papel biológico dentro del organismo.
Por lo pronto, los investigadores esperan que estos fragmentos podrían ser una pista a la hora de explicar por qué algunas personas continúan dando positivo mucho tiempo después de recuperarse del COVID-19.
Fuente: RT.