Réquiem para una nueva terapia contra el cáncer

La Usach está desarrollando una vacuna que abarataría en un 70% el costo de los tratamientos convencionales. El problema ya es parte de nuestro ADN: la falta de inversión y el largo camino que deberá recorrer para llegar a los pacientes.

Réquiem para una nueva terapia contra el cáncer

Autor: Marta Ubeda

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A fines de julio, el doctor Claudio Acuña presentó a la comunidad científica y a los medios acreditados por Fundación Imagen de Chile los avances de una nueva terapia inmunológica contra el cáncer. Entonces explicó que el proyecto –llevado a cabo por la Universidad de Santiago (Usach) con el apoyo de Fondecyt (Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico)– busca producir una vacuna que permita al sistema inmunológico atacar las células cancerígenas, incrementando la respuesta antitumoral del propio organismo.

En su fase preclínica, correspondiente a la experimentación con ratones de laboratorio, la terapia demostró una efectividad del 50% en el tratamiento de cánceres de mamas, linfomas y melanomas (piel) de dichos animales. De ser exitosa su futura aplicación en personas, y según sus propias declaraciones, podría “democratizar la llegada de la inmunoterapia a la población”, además de abaratar en un 70% los costos globales de las terapias convencionales contra esta enfermedad.

Unas semanas después, Acuña, doctor en Ciencias Biomédicas de la Universidad de Chile y director del Departamento de Biología de la Usach (misma institución de la cual se graduó como bioquímico), nos recibió para contextualizar las primeras informaciones amarillistas que algunos portales dieron a conocer. En una sala de reuniones vacía, fruto de las paralizaciones que ha vivido el establecimiento durante el último tiempo, nos contó que el hallazgo se dio por “hechos casuísticos”, cuando con un par de alumnos buscaban el efecto de una molécula sobre un tipo específico de linfocitos que ayudan a proteger el cuerpo. Fue el puntapié inicial para descubrir las bondades de la poliximina B, el antibiótico en el que está basado su estudio.

La incubadora

Acuña hace hincapié en que las investigaciones que está liderando aún “están en pañales”, por lo que sería un error extrapolar sus posibles resultados a pacientes: “A diferencia de lo que pasa en humanos, los modelos tienen ciertos grados de restricción; los ratones son animales clónicos, su background genético es igual, por lo menos en la parte inmunológica, y lo que hemos hecho hasta el momento solamente ha sido probado en animales de experimentación. El paso a una fase clínica, que es lo que nosotros estamos buscando con todo esto, requiere el apoyo de laboratorios especializados”, afirma.

Según el académico, en nuestro país no existen recintos que cumplan con los estándares sanitarios y, sobre todo, con el equipamiento tecnológico que implica sacar adelante una investigación de estas características. Los que hay, dice, “en su mayoría son laboratorios de empresas farmacéuticas que probablemente no los van a arrendar para un proceso tan chico como el nuestro”.

Esta realidad contrasta con la colaboración que han recibido por parte de hospitales públicos de la Región Metropolitana. En ellos, sin embargo, surge otra piedra de tope: la inexistencia de un banco de tumores humanos.

A falta de inversión e infraestructura en suelo nacional, y gracias a la difusión que ha realizado Fundación Imagen de Chile en pro de la marca país, la solución no tardó en aparecer desde afuera: “Ayer (10 de agosto) me escribió un laboratorio de suiza, Biopharm, que es un laboratorio mediano que quiere que les mande más información. Me preguntaron si estábamos requiriendo socios para poder implementar el proceso, lo que nos da una perspectiva no menor para poder desarrollarlo”.

De concretarse dicha sociedad (u otra), el siguiente eslabón consistiría en probar la vacuna en perros o en alguna población de animales genéticamente más heterogénea. “Si nosotros demostramos que este efecto tiene resultados en animales domésticos, la posibilidad de extrapolarlo a humanos es mucho más rápida”, afirma el doctor, asumiendo que el proyecto también podría convertirse en una excelente noticia para la medicina veterinaria.

Rentabilidad vs filantropía

El estudio ya se encuentra patentado en Chile y actualmente también se gestiona su patente en EE.UU. La idea es que resulte comercialmente atractivo para laboratorios cuyos dueños tienen su mira puesta en los grandes mercados internacionales. El investigador y su equipo de la Usach, además de conservar los derechos de propiedad intelectual, pretenden ofrecer el proyecto bajo ciertas condiciones que beneficien su posterior introducción en el país, logrando, por ejemplo, que la vacuna sea más barata para clientes nacionales.

Contrario a lo que opinan varios de sus colegas, Acuña no cree que el apoyo del Estado a las ciencias sea insuficiente: “Hoy día existen políticas de gobierno que apoyan la investigación y están radicadas principalmente en dos grandes instituciones: la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt) y la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo). Claro que en Corfo, para poder postular, desafortunadamente se requiere la presencia de una empresa privada”.

Lo que él critica es, precisamente, la escasa contribución de estas últimas: “Lo que falta en este país es el apoyo de la empresa privada. En el modelo de EE.UU., el Estado no financia más allá de un 5% de la investigación, o un 7% como máximo. La responsabilidad social empresarial también está dentro de las nuevas normativas de muchos países europeos, pero en Chile no se ha hecho mucho eco de eso”, sostiene. Sin la intención de justificar al sector privado, entiende que es un fenómeno asociado al capital de riesgo: “En general las empresas no invierten en ciencias, porque a lo mejor después de veinte años se dan cuenta de que la inversión que hicieron no sirvió de nada”.

Bajo esa misma lógica, el doctor Acuña exime al fisco de asignarle un mayor presupuesto a la innovación científica: “Si nosotros de aquí a un par de años demostramos resultados a nivel veterinario, entonces probablemente la visión será distinta. Por ahora no queda más que competir”.


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