Charlotte Robinson tiene diecisiete años. Cuando era muy pequeña, después de una de esas caídas típicas de la infancia, los médicos descubrieron que había nacido con una condición de salud llamada hemangioma, que estaba afectando el crecimiento de su pierna derecha. Esto la llevó a someterse a una serie de intervenciones quirúrgicas durante su niñez.
Cuando Charlotte cumplió trece años su pierna estaba muy afectada, y medía dos pulgadas y media menos que la izquierda. En ese momento la joven decidió colocarse un “Taylor Spatial Frame” (TSF): un adminículo ortopédico un tanto invasivo, de cuatro libras de peso, que se sujeta al hueso por medio de clavos y lo va estirando progresivamente.
Fue una experiencia tediosa pero también inspiradora, y entre tanta adversidad afloró la creatividad: Charlotte diseñó una coqueta línea de ropa interior que permite vestirse y desvestirse muy fácilmente (sin necesidad de moverse demasiado), con la ayuda de unos pequeños botoncitos a presión. La marca se llama No Guts, No Glory; en su página web puede verse toda la línea de productos y también leer la historia completa de Charlotte.
La muchacha cuenta que vivir con el TSF no fue nada sencillo, pero definitivamente tuvo cosas positivas: “Conocí mucha gente interesante; personas que afrontaron distintos desafíos a lo largo de su vida (…). Conocí, por ejemplo, a un eximio panadero que solo tiene tres dedos y a una mujer que se le cayó un árbol encima durante una tormenta. Escuchaba historias increíbles por todos lados. Y siempre me daban el mismo consejo: que no me rindiera, porque todo iría mejorando con el tiempo.”
Y no se equivocaron: después de trece meses los médicos removieron el TSF y comprobaron que la intervención había sido exitosa. Las dos piernas de Charlotte medían lo mismo. Actualmente, ella lleva una vida absolutamente normal y, gracias a su experiencia, cuenta también con su propio emprendimiento.