Los exigimos, los revisamos, pero ¿las entendemos realmente? Se trata de las etiquetas de rotulación de los alimentos que están presentes en las conversaciones de manera transversal, desde nuestros hogares, hasta el Congreso.
Hace un par de días, el Congreso aprobó ley que prohibirá venta de comida chatarra en colegios a partir del año 2013. La norma establece restricciones a la publicidad y exige que todos los alimentos exhiban la información nutricional.
Con la denominada «Ley Súper 8» en curso se abre un camino a que las familias puedan tomar mejores decisiones acerca e la alimentación, pero sigue siendo igual de importante educar a la población acerca de un sistema de rotulados que se ha presentado poco amigable.
Para saber que estamos consumiendo CONVIDA, entrega algunas claves que hay que tener en cuenta y compartirlas en el hogar.
* Fecha de elaboración y duración del producto, o fecha de vencimiento. Nos permitirá verificar que el producto está apto para su consumo o que lo estará para cuando tengo pensado consumirlo.
* Saber el número de porciones que contiene el envase, ya que si reviso la declaración de nutrientes por porción, y consumo más que esa porción establecida, estaré consumiendo más que el aporte detallado en la tabla.
* Aporte porcentual (por 100 gr de producto) de proteínas, vitaminas, minerales, hidratos de carbono y grasas. Estos valores pueden ser fácilmente comparados entre dos productos similares, revisando sus tablas.
* El tipo de materia grasa declarada en el producto, ya que no todas son malas. Debemos evitar las grasas saturadas y las trans (que no significa transgénico) ya que son las responsables del aumento de colesterol en nuestra sangre.
* Contenido de sodio o sal. Se deben preferir los alimentos que declaren el menor contenido de sodio por porción de consumo, teniendo presente que por día se recomienda no superar los 2.5 gr de sodio que equivalen a 6 gr de sal.
* Contenido de azúcar del producto. Se deben preferir los alimentos con mínimo aporte de azúcar.
* Para aquellos que indican “libre de azúcar”, que significa que no tiene sacarosa (azúcar) adicionada durante su elaboración, revisar la lista de ingredientes para verificar si contiene otros ingredientes que aportan calorías como fructosa, jarabe de maíz o glucosa.
* Si el alimento será consumido por una persona alérgica, se debe revisar el listado de ingredientes para verificar que no contenga el ingrediente que genera la reacción alérgica.
* Y lo más importante, comparar siempre los valores porcentuales que aparecen en la tabla (por 100 gr de producto) entre productos similares. No se debe usar el valor de aporte por porción de consumo ya que no siempre las porciones son equivalentes entre productos. De esta manera podré saber qué producto se ajusta más y mejor a mis necesidades.
Otro tema importantísimo que señala la experta de Proexa, Mónica Rojas, es acerca del aporte calórico. “Muchas veces me preguntan si un alimento bajo en calorías es sinónimo de saludable, mi respuesta es siempre la misma ¡Absolutamente no! Alimento saludable es aquel que contiene niveles balanceados de proteínas, calorías, fibras solubles, grasas de buena calidad, etc., aportando un óptimo balance de nutrientes y evitando el consumo excesivo de azúcar, sal y grasas saturadas. Por ejemplo, podemos encontrar un producto bajo en calorías pero con un alto aporte de sodio, en cuyo caso no se le puede considerar como alimento saludable. Es por ello que los conceptos light, diet, high, lite, low, delgadíssimo, flakin y soft, no constituyen sinónimo de “saludable” por si solos”.
Hay datos en los envases que debamos tener en cuenta a la hora de realizar nuestras compras. La reglamentación chilena permite el uso de ‘descriptores nutricionales’. Estos son frases guías que nos permiten reconocer rápidamente las características de un alimento. Por ejemplo:
* Reducido en sodio: nos indica que el alimento tiene a lo menos un 25% menos de sodio (sal) que el producto de referencia.
Este descriptor no significa que el producto sea saludable por ser reducido, por lo que es muy importante saber de cuanto se trata esa reducción, ¿un 25%, un 50%, un 75%?, por lo que es indispensable verificar el aporte de sodio indicado en la tabla nutricional. Para comparar se recomienda ver la columna de 100 gr ya que si las porciones son distintas la base de comparación sería errónea.
* Libre de colesterol: nos indica que el alimento tiene menos de 2 mg de colesterol por porción de consumo, y adicionalmente menos de 2 g de grasa saturada y menos de 4% de ácidos grasos trans.
* Fortificado con ácido fólico, calcio, hierro y zinc: nos indica que el alimento se ha modificado para aportar a lo menos un 10 % más de la Dosis Diaria de Referencia para estos nutrientes, por porción de consumo habitual.
En un estudio realizado en Chile, respecto de la comprensión del etiquetado de los alimentos , se observó una escasa interpretación de la información que entrega el etiquetado y deficiente comprensión de la formas de medición de los nutrientes y porciones de alimentos. La atención está centrada en el número de calorías, que ya comentamos, no es sinónimo de alimento saludable. Por ello, el siguiente paso que se está trabajando a nivel nacional, es una campaña educativa sobre el uso del etiquetado nutricional de alimentos, usando distintos canales como puntos de venta, escuelas, radio, televisión, internet, etc. Este tipo de trabajo ya tiene antecedentes exitosos. Desde 1998 funciona un programa de información al consumidor por parte de INTA, que ha despertado el interés de la población por informarse sobre cómo vivir sanamente.
Por Agencia Kontakto