Es como si la canción de Los Miserables por estos años fuera un himno a dedicado a las muertes chañaralinas:” suicidate, es tu mejor opcion, suicidate, pues no hay nada mejor, salta al vacio o a la linea del tren, todos tus problemas SE ACABARAN!”
Desde hace un tiempo que Chañaral no está ajeno al aumento explosivo de pokemones, pelolais, punk y otras tribus urbanas que deambulan y hacen de las suyas bajo su propio estilo. Sin embargo ni el regueton ni las ya mencionados clanes han sido capaces de disminuir las irremediables resoluciones de los adolescentes chañaralinos de dejar de existir. Hoy la fatal estadística es transversal, no distingue entre flaites y cuicos, su numero va en aumento y seguramente los suicidios por depresión, amor no correspondido y cansancio de vivir seguirán siendo el trampolin para mantener la triste tendencia de las muertes inesperadas, la que trágicamente es liderada por jóvenes, haciendo aumentar las lapidas, transformando el paisaje del camposanto en un espacio habituado a recibir jóvenes sin ganas de vivir, engrosando la lista de víctimas fatales.
El drama de las muertes en la desolada ciudad no es reciente. Comenzando el nuevo milenio, ya se daban luces del triste recuento de pena y dolor. Se comenzaba a formar el año y a constituirse una nueva tendencia en la población local: la muerte. Según las esquivas estadísticas del Ministerio de Salud, entre 1990 y 2002, la tasa de suicidios en Chile, se elevó en un 115%, pasando desde 6.98 a 8,16 por 100 mil habitantes, datos alarmantes, donde Chañaral tiene años de arrastre. Las muertes son sucesivas y continúas desde hace casi una década, nada menor, cada 40 segundos se produce un suicidio en el mundo y Chañaral de las Animas hace su aporte que no es para humilde.
Hoy la ciudad no cuenta con los análisis que ayuden a dilucidar el triste escenario, si bien es cierto, en la inhóspita ciudad existen psicólogos a tiempo completo instalados en colegios e instituciones destinados a implementar programas, estos abarcan otras temáticas y no se han enfocado directamente al tema de fondo, que es el que tiene que ver con las constantes muertes.
Así es como la población afectada por los suicidios no está ajena a la situación, algunos plantean que la insatisfacción, desempleo y las constantes fracciones de tiempo libre los estimulan para hacer cosas indebidas, otros mas firmes, reclaman por una insuficiencia en recursos destinados a los jóvenes, los mas radicales declaran que la muerte se apodero de la ciudad, que la falta de oportunidades, empleo y espacios de integración son el trampolín para una muerte anunciada. Y hay mucho de cierto en las palabras de los adolescentes, la mayoría de los jóvenes muertos provienen de familias con problemas de desintegración, con vulnerabilidad en el empleo, sin un sostenedor constante lo que irremediablemente desencadena un habito de antipatía a las costumbres hogareñas y una atrevida dedicación al ocio, drogas y alcoholismo. Así es como Mely Varas Monsalve, joven chañaralina, plantea que para existir un suicidio debe haber un grado de depresión que el núcleo familiar no es capaz de remediar ni sostener y que las políticas públicas no son suficientes. Y sus palabras tienen razón, el Infocentro del Instituto Nacional de la Juventud, organismo encargado de implementar y desarrollar las políticas juveniles en Chile se instalo hace menos de 4 meses, dato no menor, es la única instancia dedicada a los jóvenes, el futuro de Chile. Otro joven anónimo, va por mas, acusa la falta instancias recreativas, tal cual como las tienen otras ciudades, y no deja de aporrear las políticas locales en temas juveniles y solicita a gritos empleo, pero no sabe a quién acudir, simplemente la oportunidades son escasas en la porteña ciudad.
La población juvenil que hoy deambula no tiene proyecciones ni capacitación, no tienen los espacios que los reúna bajo un modelo organizado. Las oportunidades de empleabilidad son bajas y los espacios de recreación son insuficientes. Lamentable escenario, considerando que existe una población vulnerable, que económicamente depende de sus padres, quienes a su vez, sostienen su inestable economía en los ya habituales planes de empleo de emergencia implementados para disminuir la otra estadística chañaralina, esa que habla del alto y crónico desempleo.
El Ciudadano