«Para no sentir el horrible peso del tiempo sobre sus espaldas, hay que embriagarse sin tregua. De vino, de poesía o de virtud, a su elección. Pero embriáguese». (Baudelaire)
Las personas cercanas al mundo del vino no lo conciben solo como el manjar líquido que es, sino como una filosofía y una forma de vida. Saber beber y apreciar el vino va más allá de unos conocimientos o una técnica. Implica también recordar e imaginar, buscar la historia escondida detrás de lo que perciben los sentidos. Supone saber valorar los momentos adecuados, la luz, la compañía, las buenas conversaciones. Un vino no puede entenderse sin todo eso, y una visita a Vivanco es como un curso intensivo de apertura de los sentidos, una terapia de choque para sumergirse en este vasto campo de experiencias regándolas con un buen Rioja.
No es posible separar el vino de la cultura, de las emociones y del arte. Para velar por la parte de enología y comercialización está Rafael Vivanco, uno de sus fundadores. De la parte cultural y la Fundación Vivanco se encarga su hermano Santiago. Algo habrá tenido que ver en la visión de ambos el tesón de su padre, Pedro Vivanco.
Para poner de manifiesto el interés de esta familia por respetar el pasado del vino y la influencia que este ha tenido en la sociedad a lo largo de la historia, Vivanco completa su oferta cultural con una editorial y un centro de documentación que contiene libros, películas, cómics y otras creaciones sobre el vino y que les ha hecho merecedores de varios premios.
Su abanico de actividades no se limita a las catas o las visitas guiadas, como hacen otras bodegas. Ellos también proponen jornadas de poesía, concursos de grabados, talleres y otras muchas iniciativas que los diferencian. Y si han construido todo este imperio alrededor del caldo es porque tenían una buena piedra angular. Por algo sus vinos crianza y reserva tienen 90 puntos en Wine Spectator y sus bodegas están entre las cien mejores según la lista Wine&Spirits Top 100 Wineries of the Year for 2015 de la prestigiosa revista americana.
Aunque en Vivanco todo gira alrededor de un arte milenario, también se respira la modernidad. No solo en sus instalaciones, sino también en el concepto global que han desarrollado magistralmente cumpliendo todas las recomendaciones de una buena user experience: coherencia entre todas las actividades propuestas, continuidad, importancia de la interacción, flexibilidad de adaptarse a distintas edades y niveles de conocimiento, cuidado en los detalles, información clara y pertinente a disposición del usuario, accesibilidad, etc.
Para estas vacaciones de Semana Santa, las opciones ya no son solo playa, montaña o turismo cultural. Es posible apostar por un encuentro con uno mismo y con el pasado, un baño de arte, un barniz de cultura y conocimiento y un lujo gastronómico en un solo lugar. Luego no digas que no te hemos avisado.
via Yorokobu